25 junio 2025

ESTOY LLAMADO A DAR FRUTOS

 

ENCUENTRO GRUPO DE ORACIÓN DE JUNIO DE 2025

Termina junio, y volvemos a las plantas del Señor Humilde a llenarnos de la paz y el amor de Dios hecho hombre.

Hemos cerrado el tiempo pascual con Pentecostés y vivido momentos fuertes como la Solemnidad de la Ascensión o del Corpus. También celebrado la Festividad de San Juan Bautista, y en pocos días, la de San Pedro y San Pablo, entre otros.

Hoy, un bello texto de José A. Veiga nos invita a dar fruto en el mundo de hoy como Jesús nos pide.

Ofrecemos esta oración por todos aquellos que ponen sus dones al servicio del Evangelio. Por todas aquellas personas que, perdidas, no han descubierto la alegría de proclamar la grandeza de Dios, para que el Espíritu Santo los ilumine en la oscuridad hacía el verdadero camino cristiano.

Comencemos sin perder la actitud con la que siempre venimos aquí.

 

LECTURA: Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 7,15-20

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuidado con los profetas falsos; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces.

Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos? Así, todo árbol sano da frutos buenos; pero el árbol dañado da frutos malos. Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos. El árbol que no da fruto bueno se tala y se echa al fuego. Es decir, que por sus frutos los conoceréis». Palabra de Dios.


MÚSICA: Envíame a mí. Jesús Adrián Romero.

https://www.youtube.com/watch?v=P2Q66jfyfds


REFLEXIÓN: Estoy llamado a dar frutos abundantes.

Hace dos semanas, por razones laborales, estuve viajando por La Rioja, tierra de viñedos. A un lado, una infinitud de viñas con sus vides aún sin dar frutos daban esplendor a mi conducción por carretera. Y pensé: «¡Cuanto nos queda por evangelizar y cuantas vides por cultivar en nuestro mundo para dar fruto!».  Recordé que Cristo nos habla del viticultor, la viña y los sarmientos. La parábola perfecta para iluminarnos sobre lo que Dios hace por nosotros. Lo que hace por la humanidad. Lo que hace por el mundo. Y no solo eso: cómo lo hace y de qué manera podemos responderle.

Para que todas esas miles de hectáreas que recorrí el otro día den frutos se necesita un viticultor esmerado, atento y profesional que controle los microorganismos, que se interese por el suelo que rodea la vid, que lo drene, que poda…

Las vides no darán fruto si no han sido podadas y ventiladas. Son los sarmientos que no dan fruto. Son contundentes las palabras de Jesús sobre su Padre: A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Es la vida misma. Hay otro elemento importante. El viticultor debe promover las mejores condiciones para el crecimiento de su viñedo. Es el símil más perfecto para iluminar la vocación cristiana. Toda persona bautizada que sigue a Jesús está unida a él como el pámpano de la vid. Esta unión con él debe cultivarse y nutrirse. No se puede dejar sin ningún cuidado, de lo contrario se vacía y se seca.

Cuáles son estos cuidados: el primero es la oración que nos acerca a Dios, el segundo el encuentro de nuestros hermanos y hermanas y el tercero el compartir lo que estamos viviendo. La oración, el encuentro y el compartir son el alimento necesario para que las ramas que hemos de desarrollar den frutos.

¿Y cuál es el terreno a mantener para la persona bautizada que se siente discípulo de Jesús? El suelo está formado por las palabras de Jesús. Tiene su diversidad y color. Estas palabras son espíritu y vida, son palabras de vida eterna. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Estas palabras son tan vivificadoras que transforman el corazón. Se trata de vivir la vida con confianza, con esperanza, con fe viviendo en unión con Jesús como la de los sarmientos de la vid para que nuestro testimonio de frutos abundantes.


Reflexión:

¿Qué tipo de sarmiento soy; de los que no dan fruto o de los que están secos

- ¿El fruto resultante que doy es fresco, alegre, compasivo, paciente, generoso o un fruto ácido lleno de amarguras, egoísmos e individualismo?

- ¿La Palabra de Jesús limpia lo que está podrido en mí y me permite dar más fruto? ¿Cómo me mantengo en el amor de la persona que ama mi corazón? ¿Se ancla mi amor en Cristo con palabras auténticas o vacías, con obras ciertas o interesadas? ¿Mi trabajo se resiente porque se va secando o trato de santificarlo cada día para revitalizarlo? ¿Doy gloria a Dios con mi trabajo?

- ¿Cómo crezco en comunión con Cristo Jesús?

- ¿Qué frutos me hace dar el Señor para los demás?

Tal vez sean demasiadas preguntas, pero todas ellas me llevan a una conclusión: soy cristiano, discípulo de Cristo, hijo del Padre, iluminado por el Espíritu y estoy llamado en este mundo a dar frutos abundantes de amor.


MÚSICA: Un Corazón – Frutos.

https://www.youtube.com/watch?v=iiBbZf8_sIU


ORACIÓN FINAL:

¡Señor, eres la viña verdadera, me enseñas que el Padre es el viñador, me invitas a permanecer unido a vosotros para dar frutos abundantes de generosidad y amor! ¡No permitas que me separe de este camino! ¡Señor, me recuerdas que el sarmiento no puede dar frutos si no está unido a la vid, y quiero dar frutos porque me lo pides Tu! ¡Concédeme la gracia de permanecer siempre y en todo momento unido a Ti! ¡Concédeme la gracia de dar frutos cuando me enfrento a las dificultades, cuando ayudo a otros a superarlas, cuando te anuncio con mis gestos y mis palabras, cuando trato de crear un entorno más agradable a mi alrededor, cuando me sacrifico cuando las cosas me cuestan, cuando creo unión entre los que me rodean, cuando comparto lo que tengo sin esperar nada a cambio! ¡Señor, quiero vivir unido a Ti para dar frutos en abundancia!

¡Concédeme, Señor, la gracia de dar frutos cuando me mantengo fiel a Ti, en el momento en que me sobrevienen las dificultades y los problemas, cuando soy capaz de solventar problemas, evitar juicios ajenos, tratar de unir a las personas, evitar malos entendidos, solucionar conflictos! ¡Concédeme la gracia, Señor, de dar frutos abundantes cuando abro mi corazón y trato de dar esperanza a los que sufren, cuando me muestro paciente con los que no me incomodan, cuando soy paciente ante las cosas que no me salen como las tengo previstas!

¡Concédeme la gracia, Señor, de dar frutos abundantes cuando me alimento de tu cuerpo y de tu sangre, cuando vivo conforme a los valores que emanan del Evangelio, cuando transmito mi fe a los que están cerca mío, cuando pongo la vida ajena por encima de la mía en un canto del amaos los unos a los otros como yo os he amado!

¡Concédeme, Señor, la gracia de dar frutos cuando soy compasivo y misericordioso, paciente y generoso, amoroso y humilde con quienes me rodean! ¡Señor, te doy gracias infinitas porque soy consciente de que si doy frutos no es por mis propios méritos sino porque tu vives en mí, porque todo lo que surge de mi corazón es obra tuya, porque me ilumina el Espíritu Santo y porque todo surge mi relación contigo! ¡Señor, te doy gracias porque no soy más que una pequeña vid en el gran jardín de la vida por eso te pido que por medio del Espíritu Santo abones mi corazón, podes lo que tenga que ser podado, enraíces mis raíces en la tierra y plantes en mi corazón tu Palabra para hacerla viva y abundante!

PADRE NUESTRO/AVE MARÍA/ GLORIA

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