FORMACIÓN ESPIRITUAL Y COFRADE

EVANGELIZACION

A fin de que los objetivos de la Hermandad, según los deseos de la Iglesia, no queden enmarcados  únicamente en los actos de culto tradicionales, se promueven actividades que ayuden a la formación doctrinal de los cofrades en orden a una vivencia y testimonio cristiano permanente para que con una preparación adecuada puedan colaborar en la nueva evangelización y en la animación con sentido cristiano de la sociedad. La Hermandad, como asociación pública de fieles, se integra a través de sus miembros en la pastoral diocesana y parroquial a fin de participar activamente en la misión de la Iglesia.

ATENCIÓN ESPIRITUAL AL COFRADE

La Hermandad tiene interés por la atención espiritual del cofrade, animándolos a la realización de retiros, ejercicios espirituales, etc... y los anima a la participación frecuente en la Eucaristía. Promueve convivencia de los grupos que la conforman y otras actividades que fomentan la unión entre los miembros de la Hermandad.

La Hermandad trabaja estos aspectos a través del Grupo Joven y el Grupo de Oración. 

Además, se fomenta en los hermanos la formación a través de la Catequesis de Confirmación y la participación en la vida de la Parroquia.

ESPIRITUALIDAD Y FORMACIÓN POR REDES SOCIALES

De forma actualizada, la Hermandad fomenta a través de sus RR.SS. la lectura del Evangelio, el conocimiento y vivencia de los momentos fuertes del Año Litúrgico, así como la formación de los Hermanos en todos los aspectos que conlleva sentirse cristianos.

Ofrecemos este rincón de Oraciones y Biografías de Santos y personajes Bíblicos con los que se identifica esta Hermandad

ORACIONES

LETANÍA AL SEÑOR DE LA HUMILDAD
Con motivo del Cincuentenario de la llegada de la nueva imagen del Señor a Villa del Río

Padre Nuestro de la Humildad,
Cordero de Dios Divino,
Sencillez hecha carne,
Ternura del Padre,
Hijo del Creador,
Varón de Dolores,
Escarnio de Amor,
Entrega absoluta,
Pasión por el hombre,
Cristo de la caridad y la cercanía,
Lirio tronchao,
Corpus maniatado,
Dulzura que camina,
Luz del Miércoles Santo,
Amparo de los enfermos,
Azul de nuestras noches,
Saeta entrecortada,
Quejío en el viento,
Redoble en el corazón,
Fe de nuestros mayores,
Devoción de los que se fueron,
Esperanza de nuestro mañana,
Locura de Madre,
Humildad hecha Hijo,
Rostro de Dios en la tierra,
Señor de Villa del Río.
__________

LETANÍAS DE LA HUMILDAD
del Cardenal Merry del Val

-Jesús manso y humilde de Corazón, ...Óyeme.
-Del deseo de ser estimado*,...Líbrame Jesús (se repite)
-Del deseo de ser alabado,
-Del deseo de ser honrado,
-Del deseo de ser aplaudido,
-Del deseo de ser preferido a otros,
-Del deseo de ser consultado,
-Del deseo de ser aceptado,
-Del temor de ser humillado,
-Del temor de ser despreciado,
-Del temor de ser reprendido,
-Del temor de ser calumniado,
-Del temor de ser olvidado,
-Del temor de ser puesto en ridículo,
-Del temor de ser injuriado,
-Del temor de ser juzgado con malicia,

-Que otros sean más estimados que yo,...Jesús dame la gracia de desearlo (se repite)
-Que otros crezcan en la opinión del mundo y yo me eclipse,
-Que otros sean alabados y de mí no se haga caso,
-Que otros sean empleados en cargos y a mí se me juzgue inútil,
-Que otros sean preferidos a mí en todo,
-Que los demás sean más santos que yo con tal que yo sea todo lo santo que pueda,

ORACIÓN

Oh Jesús que, siendo Dios, te humillaste hasta la muerte, y muerte de cruz, para ser ejemplo perenne que confunda nuestro orgullo y amor propio. Concédenos la gracia de aprender y practicar tu ejemplo, para que humillándonos como corresponde a nuestra miseria aquí en la tierra, podamos ser ensalzados hasta gozar eternamente de ti en el cielo. Amén.
__________

ORACIÓN A SAN BARTOLOMÉ APÓSTOL

¡Oh Santo Bartolomé!, íntegro sin mancha ni doblez,
ante ti me presento pidiéndote por la salud emocional
y la restauración de la raíz de mis crisis nerviosas.

Asísteme, Oh Santo Varón de Dios, cuando la nube
negra de la desesperación amenace mi pensamiento,
tú que fuiste atormentado por un cruel martirio
apiádate de mi presente necesidad:

( pedir el favor que se necesita )

San Bartolomé intercede por nosotros que vivimos
en un mundo agitado donde las angustias y temores,
los nerviosismos, las ansiedades y depresiones nos rodean
y como olas tempestuosa se agitan en nuestro interior.

¡Oh San Bartolomé!
restáuranos la paz interior y la paz en nuestros hogares.
Muéstrame que Dios siempre está conmigo y obtenme
la gracia de experimentar paz y tranquilidad en mi vida.

Que siguiendo tus pasos de Santidad pueda imitar tus virtudes,
viviendo una vida íntegra, sin las manchas de los errores ni
corrupciones de este mundo, para hacerme merecedor como tú
de los halagos del Maestro y poder un día disfrutar
de las bienaventuranzas dignas del pueblo santo.

Te lo ruego por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
__________

ORACIÓN SIMPLE DE SAN FRANCISCO

Oh, Señor, hazme un instrumento de Tu Paz .
Donde hay odio, que lleve yo el Amor.
Donde haya ofensa, que lleve yo el   Perdón.
Donde haya discordia, que lleve yo la Unión.
Donde haya duda, que lleve yo la Fe.
Donde haya error, que lleve yo la Verdad.
Donde haya desesperación, que lleve yo la Alegría.
Donde haya tinieblas, que lleve yo la Luz.

Oh, Maestro, haced que yo no busque tanto ser consolado, sino consolar;
ser comprendido, sino comprender;
ser amado, como amar.

Porque es:
Dando, que se recibe;
Perdonando, que se es perdonado;
Muriendo, que se resucita a la Vida Eterna.
__________

ORACIÓN DE SANTA TERESA DE JESÚS
La eficacia de la paciencia
               
Nada te turbe,
Nada te espante,
Todo se pasa,
Dios no se muda.
La paciencia
Todo lo alcanza;
Quien a Dios tiene
Nada le falta:
Sólo Dios basta.
Eleva el pensamiento,
Al cielo sube,
Por nada te acongojes,
Nada te turbe.
A Jesucristo sigue
Con pecho grande,
Y, venga lo que venga,
Nada te espante.
¿Ves la gloria del mundo
Es gloria vana;
Nada tiene de estable,
Todo se pasa.
Aspira a lo celeste,
Que siempre dura;        
Fiel y rico en promesas,
Dios no se muda.
Ámala cual merece
Bondad inmensa;
Pero no hay amor fino
Sin la paciencia.
Confianza y fe viva
Mantenga el alma,
Que quien cree y espera
Todo lo alcanza.
Del infierno acosado
Aunque se viere,
Burlará sus furores
Quien a Dios tiene.
Vénganle desamparos,
Cruces, desgracias;
Siendo Dios su tesoro,
Nada le falta.
Id, pues, bienes del mundo;
Id, dichas vanas;
Aunque todo lo pierda,
Sólo Dios basta.
__________

ORACIÓN PARA ADQUIRIR EL SANTO BALANCE

 Señor concédeme:
-La serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar
-El valor para cambiar aquellas de puedo
-Y la sabiduría para conocer la diferencia.

Oh Espíritu Santo, amor del Padre y del Hijo, inspirarme siempre:
- lo que debo pensar,
- lo que debo decir,
- como debo decirlo,
- lo que debo callar,
- lo que debo escribir,
- como debo de obrar,
Para procurar vuestra Gloria, el bien de las almas y mi propia santificación.
Espíritu Santo ilumina mi entendimiento y fortifica mi voluntad.

Señor dame el balance divino en mi vida. Gloria a ti Señor.
__________

ORACIÓN DE SAN BUENAVENTURA

 Dulcísimo Jesús, Hijo de Dios vivo, Dios y Hombre verdadero, Redentor de mi alma: por el amor con que sufriste ser vendido de Judas, preso y atado por mi salvación: ¡Ten misericordia de mí!

Benignísimo Jesús mío: por el amor con que padeciste por mi alma tantos desprecios, irrisiones, negaciones y tormentos en la casa de Caifás: ¡Ten misericordia de mi!


Pacientísimo Jesús mío: por el amor con que por mi padeciste tantos falsos testimonios, afrentas injurias y acusaciones falsas en la casa de Pilatos: ¡Ten misericordia de mí!

Mansísimo Jesús de mi alma: por los desprecios, escarnios y burlas de la casa de Herodes; por los azotes, corona de espinas y mofas sangrientas y condenación a muerte de la casa de Pilatos: ¡Ten 

misericordia de mí!

Piadosísimo Jesús de mi alma: por todo lo que por mí padeciste en tu adorable Pasión, desde la casa de Pilatos hasta el monte Calvario, donde toleraste por mi amor el ser crucificado para que yo me salvase: 


¡Ten misericordia de mí, ten misericordia de mí, ten misericordia de mí! Amén.

__________


ORACIÓN POR LOS POBRES

Señor, enséñanos a no amarnos a nosotros mismos, a no amar solamente a nuestros amigos, 
a no amar sólo a aquellos que nos aman.

Enséñanos a pensar en los otros y a amar, sobre todo, a aquellos a quienes nadie ama.

Concédenos la gracia de comprender que, mientras nosotros vivimos una vida demasiado feliz, 
hay millones de seres humanos, que son también tus hijos y hermanos nuestros, 
que mueren de hambre, sin haber merecido morir de hambre; que mueren de frío, 
sin haber merecido morir de frío.

Señor, ten piedad de todos los pobres del mundo. 
Y no permitas, Señor, que nosotros vivamos felices solos.

Haznos sentir la angustia de la miseria universal, y líbranos de nuestro egoísmo. Amén
__________


BIOGRAFÍAS


SAN BARTOLOMÉ APÓSTOL

San Bartolomé fue uno de los Apóstoles de Jesús. Su nombre (en griego Βαρθολομαίος) procede del patronímico arameo bar-Tôlmay, "hijo de Tôlmay" o "hijo de Ptolomeo". Es mencionado en los tres evangelios sinóptico, siempre en compañía de Felipe (Mateo 10:3. Marcos 3:18. Lucas 6: 14).

En el Evangelio de Juan, donde no aparece con el nombre de Bartolomé, se le ha identificado con Nathanaël, que también es relacionado siempre con Felipe Louis Réau considera que su nombre procede de la unión de bar (hijo) y Ptolomeo siendo, por tanto, descendiente de la Dinastia Ptolemaica.

Santiago de Vorágine añade acerca de su figura que “se mantuvo ajeno al amor de las cosas en este mundo, vivió pendiente de los amores celestiales y toda su vida permaneció apoyado en la gracia y auxilio divino, no sosteniéndose en sus propios méritos sino sobre la ayuda de Dios”.

Según el Evangelio de Juan, Natanaël fue uno de los discípulos a los que Jesús se apareció en el mar de Tiberiades después de su resurrección (Juan 21:2). Según los Hechos de los Apóstoles, fue también testigo de la ascensión de Jesús (Hechos: 1:13).

Según una tradición recogida por Eusebio de Cesarea, Bartolomé marchó a predicar el evangelio a la India donde dejó una copia del Evangelio de Mateo en arameo. La tradición armenia le atribuye también la predicación del cristianismo en el país caucásico, junto a San Judas Tadeo.. Ambos son considerados santos patrones de la Iglesia Apostólica Armenia puesto que fueron los primeros en fundar el cristianismo en Armenia.

La imagen de San Bartolomé a lo largo de la Historia del Arte ha sufrido escasas modificaciones siendo común la representación del santo en el momento del martirio, siendo desollado, bien sobre un potro o atado a un árbol. También se le ha representado obrando milagros: resucitando a los hijos del rey Polimio y liberando a la hija de éste poseída por el demonio, en escasas ocasiones aparece siendo flagelado.

En el arte suele representársele con un gran cuchillo, aludiendo a su supuesto martirio, según el cual fue desollado vivo, razón por la que es el patrón de los curtidores. En relación también con su martirio aparece en ocasiones despellejado, mostrando su piel cogida en el brazo como si se tratara de una prenda de vestir. En el Barroco es común verlo representado como apóstol, con largo manto blanco, haciendo las escrituras sagradas y mostrando el cuchillo.

También se le representa sujetando con una cadena a una diablesa. El origen de este símbolo puede ser doble: 1º en los evangelios apócrifos, San Bartolomé requiere a Cristo resucitado que le muestre al maligno "Belial", después de habérselo mostrado, Jesús le indica "Písale la cerviz y pregúntale"; 2º según la tradición, expulsó a un demonio, denominado "Astaroth", de un templo donde éste vivía dentro de una estatua. San Bartolomé demostró la ineficacia de la estatua, que decía curar las enfermedades, expulsó al demonio y consagró el templo a Jesús.

Respecto a su fisonomía, el santo es representado según la descripción que Berith hace a los enfermos y que así es narrada en La leyenda dorada de Santiago de Vorágine: “Es un hombre de estatura corriente, cabellos ensortijados y negros, tez blanca, ojos grandes, nariz recta y bien proporcionada, barba espesa y un poquito entrecana... Su semblante presenta constantemente aspecto alegre y risueño”.

Su martirio y muerte se atribuyen a Astíages, rey de Armenia y hermano del rey Polimio que San Bartolomé había convertido al cristianismo. Como los sacerdotes de los templos paganos, que se estaban quedando sin clientela, protestaran ante Astiages de la labor evangelizadora de Bartolomé, Astiages mandó llamarlo y le ordenó que adorara a sus ídolos, tal como él había hecho con su hermano. Ante la negativa de Bartolomé, el rey ordenó que fuera desollado vivo en su presencia hasta que renunciase a su Dios o muriese.

En la Capilla Sixtina de Miguel Ángel, la piel que se representa es un autorretrato del mismo autor, detalle que no se descubrió hasta bien entrado el siglo XIX.

Su festividad se conmemora el 24 de agosto entre los italianos y españoles; el 11 de junio los griegos, coptos y sirios; el 8 de diciembre los armenios.

San Bartolomé es el patrón de aquellos que trabajan las pieles, fabrican o usan cuero, guantes, abrigos, cinturones y botas. También de las modistas por llevar su piel sobre los brazos. Es sanador de las convulsiones, crisis espasmódicas y enfermedades nerviosas en general.
____________________

SAN FRANCISCO DE ASÍS

(Giovanni di Pietro Bernardone; Asís, actual Italia, 1182 - id., 1226) Religioso y místico italiano, fundador de la orden franciscana. Casi sin proponérselo lideró San Francisco un movimiento de renovación cristiana que, centrado en el amor a Dios, la pobreza y la alegre fraternidad, tuvo un inmenso eco entre las clases populares e hizo de él una veneradísima personalidad en la Edad Media. La sencillez y humildad del pobrecito de Asís, sin embargo, acabó trascendiendo su época para erigirse en un modelo atemporal, y su figura es valorada, más allá incluso de las propias creencias, como una de las más altas manifestaciones de la espiritualidad cristiana.

Hijo de un rico mercader llamado Pietro di Bernardone, Francisco de Asís era un joven mundano de cierto renombre en su ciudad. Había ayudado desde jovencito a su padre en el comercio de paños y puso de manifiesto sus dotes sustanciales de inteligencia y su afición a la elegancia y a la caballería. En 1202 fue encarcelado a causa de su participación en un altercado entre las ciudades de Asís y Perugia. Tras este lance, en la soledad del cautiverio y luego durante la convalecencia de la enfermedad que sufrió una vez vuelto a su tierra, sintió hondamente la insatisfacción respecto al tipo de vida que llevaba y se inició su maduración espiritual.

Poco después, en la primavera de 1206, tuvo San Francisco su primera visión. En el pequeño templo de San Damián, medio abandonado y destruido, oyó ante una imagen románica de Cristo una voz que le hablaba en el silencio de su muda y amorosa contemplación: "Ve, Francisco, repara mi iglesia. Ya lo ves: está hecha una ruina". El joven Francisco no vaciló: corrió a su casa paterna, tomó unos cuantos rollos de paño del almacén y fue a venderlos a Feligno; luego entregó el dinero así obtenido al sacerdote de San Damián para la restauración del templo.

Esta acción desató la ira de su padre; si antes había censurado en su hijo cierta tendencia al lujo y a la pompa, Pietro di Bernardone vio ahora en aquel donativo una ciega prodigalidad en perjuicio del patrimonio que tantos sudores le costaba. Por ello llevó a su hijo ante el obispo de Asís a fin de que renunciara formalmente a cualquier herencia. La respuesta de Francisco fue despojarse de sus propias vestiduras y restituirlas a su progenitor, renunciando con ello, por amor a Dios, a cualquier bien terrenal.

A los veinticinco años, sin más bienes que su pobreza, abandonó su ciudad natal y se dirigió a Gubbio, donde trabajó abnegadamente en un hospital de leprosos; luego regresó a Asís y se dedicó a restaurar con sus propios brazos, pidiendo materiales y ayuda a los transeúntes, las iglesias de San Damián, San Pietro In Merullo y Santa María de los Ángeles en la Porciúncula. Pese a esta actividad, aquellos años fueron de soledad y oración; sólo aparecía ante el mundo para mendigar con los pobres y compartir su mesa.

El 24 de febrero de 1209, en la pequeña iglesia de la Porciúncula y mientras escuchaba la lectura del Evangelio, Francisco escuchó una llamada que le indicaba que saliera al mundo a hacer el bien: el eremita se convirtió en apóstol y, descalzo y sin más atavío que una túnica ceñida con una cuerda, pronto atrajo a su alrededor a toda una corona de almas activas y devotas. Las primeras (abril de 1209) fueron Bernardo de Quintavalle y Pedro Cattani, a los que se sumó, tocado su corazón por la gracia, el sacerdote Silvestre; poco después llegó Egidio.

San Francisco de Asís predicaba la pobreza como un valor y proponía un modo de vida sencillo basado en los ideales de los Evangelios. Hay que recordar que, en aquella época, otros grupos que propugnaban una vuelta al cristianismo primitivo habían sido declarados heréticos, razón por la que Francisco quiso contar con la autorización pontificia. Hacia 1210, tras recibir a Francisco y a un grupo de once compañeros suyos, el papa Inocencio III aprobó oralmente su modelo de vida religiosa, le concedió permiso para predicar y lo ordenó diácono.

Con el tiempo, el número de sus adeptos fue aumentando y Francisco comenzó a formar una orden religiosa, llamada actualmente franciscana o de los franciscanos. Además, con la colaboración de Santa Clara, fundó la rama femenina de la orden, las Damas Pobres, más conocidas como las clarisas. Años después, en 1221, se crearía la orden tercera con el fin de acoger a quienes no podían abandonar sus obligaciones familiares. Hacia 1215, la congregación franciscana se había ya extendido por Italia, Francia y España; ese mismo año el Concilio de Letrán reconoció canónicamente la orden, llamada entonces de los Hermanos Menores.

Por esos años trató San Francisco de llevar la evangelización más allá de las tierras cristianas, pero diversas circunstancias frustraron sus viajes a Siria y Marruecos; finalmente, entre 1219 y 1220, posiblemente tras un encuentro con Santo Domingo de Guzmán, predicó en Siria y Egipto; aunque no logró su conversión, el sultán Al-Kamil quedó tan impresionado que le permitió visitar los Santos Lugares.

A su regreso, a petición del papa Honorio III, compiló por escrito la regla franciscana, de la que redactó dos versiones (una en 1221 y otra más esquemática en 1223, aprobada ese mismo año por el papa) y entregó la dirección de la comunidad a Pedro Cattani. La dirección de la orden franciscana no tardó en pasar a los miembros más prácticos, como el cardenal Ugolino (el futuro papa Gregorio IX) y el hermano Elías, y San Francisco pudo dedicarse por entero a la vida contemplativa.

Durante este retiro, San Francisco de Asís recibió los estigmas (las heridas de Cristo en su propio cuerpo); según testimonio del mismo santo, ello ocurrió en septiembre de 1224, tras un largo periodo de ayuno y oración, en un peñasco junto a los ríos Tíber y Arno. Aquejado de ceguera y fuertes padecimientos, pasó sus dos últimos años en Asís, rodeado del fervor de sus seguidores.

Sus sufrimientos no afectaron su profundo amor a Dios y a la Creación: precisamente entonces, hacia 1225, compuso el maravilloso poema Cántico de las criaturas o Cántico del hermano sol, que influyó en buena parte de la poesía mística española posterior. San Francisco de Asís falleció el 3 de octubre de 1226. En 1228, apenas dos años después, fue canonizado por el papa Gregorio IX, que colocó la primera piedra de la iglesia de Asís dedicada al santo. La festividad de San Francisco de Asís se celebra el 4 de octubre.

Privadas de datos cronológicos, las obras de San Francisco de Asís documentan, no la vida del santo, sino el espíritu y el ideal franciscanos. Gran parte de estos escritos se ha perdido, entre ellos muchas epístolas y la primera de las tres reglas de la orden franciscana (compuesta en 1209 o 1210), que recibió la aprobación oral de Inocencio III.

Sí que se conserva la llamada Regla I (en realidad segunda), compuesta en 1221 con la colaboración, por lo que hace referencia a los textos bíblicos, de Fray Cesario de Spira. Esta regla (llamada no sellada porque no fue aprobada con el sello papal) consta de veintitrés capítulos, de los cuales el último es una plegaria de acción de gracias y de súplica al Señor, y reúne las normas, amonestaciones y exhortaciones que San Francisco dirigía a sus cofrades, las más veces en ocasión de los capítulos de la orden.

La Regla II, en realidad tercera (y llamada sellada, puesto que recibió la aprobación pontificia el 29 de noviembre de 1223), consta de sólo doce capítulos y no es más que una repetición más concisa y ordenada de la precedente, respecto a la cual no presenta (como algunos investigadores han querido afirmar) novedades sustanciales. Es la que continúa en vigor en la orden franciscana. En el Testamento, escrito en vísperas de su muerte e impuesto como parte integrante de la regla, San Francisco lega a sus compañeros de orden, como el mayor tesoro espiritual, a madonna Pobreza.

En la primera edición completa de las obras de San Francisco de Asís (la de Wadding), fueron diecisiete las epístolas reputadas auténticas, pero su número se vio muy disminuido en las ediciones críticas posteriores. La exhortación a la penitencia y a la virtud, la importancia de la pobreza y del amor a Dios y los preceptos de la orden son algunos de los temas recurrentes de su epistolario. Se conservan asimismo unas pocas poesías religiosas en latín.

Otras obras destacadas son las Admonitiones, que contienen indicaciones de San Francisco para la recta interpretación de la regla, y De religiosa habitatione in eremo, dirigida a los frailes deseosos de llevar una vida eremítica. Las Admonitiones muestran sus ideas morales en advertencias prácticas dadas a sus hermanos, fruto de un continuo análisis de la propia vida interior. Fundada en el Evangelio y las Epístolas de San Pablo, esta moral se halla centrada por completo en el primer precepto, el del amor a Dios por sí mismo y como único bien, del que todos los demás proceden y que se sitúa por encima de todas las cosas: quien ama al Señor de esta forma lo posee ya interiormente en la medida en que comprende que, sin Él, la razón de nuestra vida se hundiría en las tinieblas y la nada.

A estas obras, todas ellas de alta significación espiritual, debe sumarse una que reviste además una gran importancia literaria: el Cántico de las Criaturas (llamado también Laudes creaturarum o Cántico del hermano Sol), redactado probablemente un año antes de su muerte. Según refiere la leyenda, la escritura de este poema fue un don y el remedio para su avanzada ceguera. Se trata de una plegaria a Dios, escrita en dialecto umbrío y compuesta de 33 versos que no tienen un metro regular. La rima repite el mismo modelo estilístico de la prosa latina medieval y de la poesía bíblica, sobre todo el del Cantar de los cantares.

La plegaria, cuyo ritmo lento recuerda los rezos matutinos, es de una extraordinaria belleza. Comienza elogiando la grandeza de Dios y continúa con la belleza y la bondad del sol y los astros, a los que alaba como hermanos; para la humildad del hombre reclama el perdón y la dignidad de la muerte. La maestría poética con que quedó expresado en esta composición el ideal franciscano tuvo importantes consecuencias literarias y religiosas. No hay que olvidar que su movimiento espiritual estaba formado en su mayor parte por gente del pueblo que utilizaba la lengua vulgar; los cantos de esta multitud de seguidores que recorrían campos y villas se llamaron laudes, y luego fueron recogidos en los laudarios o libros de rezos de las cofradías de devotos. La influencia del poema de San Francisco y de su literatura derivada se haría visible en la poesía ascética y mística del Renacimiento.
____________________

MARÍA ANA MOGAS FONTCUBERTA

María Ana Mogas Fontcuberta, tercera hija del matrimonio Lorenzo Mogas y Magdalena Fontcuberta, nació en Corró del Vall-Granollers (Barcelona, España) el 13 de enero de 1827. El hogar era profundamente cristiano y armonioso. Fue bautizada al día siguiente de nacer. A los 6 ó 7 años hizo la primera comunión. Este acontecimiento marcó profundamente su espíritu: desde sus primeros años profesó un gran amor a la Eucaristía y a la santísima Virgen.

A los 7 años perdió a su padre y a los 14 a su madre. Al quedar huérfana la acogió en la ciudad de Barcelona su tía y madrina doña María Mogas, viuda y sin hijos; de ella recibió todo el afecto y la participación en la elevada clase social y económica que ella disfrutaba. En la parroquia de Santa María del Mar de Barcelona descubrió su vocación al seguimiento de Jesús, bajo las orientaciones de su confesor, mosén Gorgas. A los 21 años estaba ya dotada de una rica personalidad humana y espiritual, capaz de asumir los más sagrados y firmes compromisos. Capacitada y orientada hacia la vida de oración, fortalecida con la frecuencia de sacramentos, inserta en la vida parroquial e inclinada a hacer el bien a todos sin distinción, se sentía insatisfecha, su vida no se llenaba con las actividades sociales, religiosas y benéficas que realizaba. Descubrió en la oración que sólo Dios colmaba y llenaba el vacío que experimentaba: él se hacía luz en su camino y la conducía por sendas insospechadas, llamadas «su voluntad», que recorrerá toda su vida sin escatimar el amor y el sacrificio.

Conoció a unas monjas exclaustradas de la Orden Capuchina: María Valdés e Isabel Yubal, que se juntaron para vivir en un cuarto alquilado en Barcelona e intentaban rehacer su vida, dedicándose a la educación de la niñez. Las asesoraba y orientaba el P. José Tous Soler, capuchino exclaustrado. Varios fueron los contactos que se sucedieron hasta que maduró el proyecto. A las monjas y al P. Tous les parecía María Ana una joven bien dotada, que podía ser una pieza clave en los orígenes de la obra que intentaban realizar. Ella, por su parte, quedó impresionada por la sencillez y humildad franciscanas de aquellas capuchinas. Bien pudiera ser éste el primer brote aparente de la semilla del carisma franciscano que el Espíritu depositara en su corazón y que se iba a desarrollar cumplidamente, imprimiendo un carácter peculiar en todo su ser y hacer. El P. Tous y las religiosas capuchinas expusieron su proyecto al señor obispo de Vic, don Luciano Casadevall, que aceptó gozoso la propuesta de fundación, nombró al P. Tous director general y les ofreció encargarse de una escuela en Ripoll (Gerona).

A María Ana no le fueron fáciles las cosas: la prudencia del confesor para darle su beneplácito para ingresar en una obra sin consistencia canónica, el entrañable cariño de su tía y madrina, y el conocimiento de los riesgos que conllevaba una institución naciente, fueron otros tantos motivos de grandes sufrimientos. Con serenidad y seguridad en la llamada que Dios le hacía, tomó la decisión y su confesor, después de orar y dialogar con el P. Tous, le dijo: «Vete, María Ana, te llaman para fundar».

El 13 de junio de 1850, acompañada del P. Tous, María Ana se encamina a Ripoll, 15 días después de que lo hicieran sus primeras compañeras para iniciar su vida religiosa.

Las primeras religiosas aparecen en la villa de Ripoll como «señoras de enseñanza»; el proyecto fraguado en Barcelona no es del agrado de la Corporación —en su mayoría ateos o indiferentes—, pero ellas, intentaban llevar, dentro, una vida rigurosamente monástica. El Ayuntamiento no cumple con los compromisos económicos pactados; llegan a pasar hambre y hasta se ven obligadas a pedir limosna. De estos primeros momentos deben ser los apuntes de su cuaderno de notas espirituales: «Afianzad, Señor, y asegurad los pasos que he comenzado a dar en el camino de vuestro servicio de tal forma que ninguna cosa de este mundo sea capaz de dar mis pies atrás».

Pasados los tres primeros meses de su establecimiento en Ripoll, aconsejadas por el P. Tous y el párroco de la villa, ven necesario que una de ellas las dirija, organice y se responsabilice de todo lo concerniente a la vida espiritual, apostólica y organizativa de la comunidad y la escuela. Se preparan a la elección con oración y reflexión previa; asisten algunos sacerdotes y autoridades. La elección recae en la novicia María Ana Mogas; repiten el acto hasta tres veces y queda elegida superiora de la naciente institución la joven novicia, aunque no se le informará de ello hasta que haga sus votos el 25 de junio de 1851. Algún tiempo después, las exclaustradas se retiran a monasterios de su orden y María Ana, con obediencia al director general, toma las riendas de la institución que se va perfilando con las características propias de un nuevo carisma en la Iglesia, de inspiración marcadamente franciscana, vitalmente mariana. María, la Virgen Madre, Divina Pastora, es considerada por la fundadora y sus compañeras Suprema Abadesa del Instituto.

En Ripoll, María Ana se ve precisada a pasar exámenes de Magisterio para ostentar la dirección de la escuela. Ella, con la amplia cultura que posee, los realiza con tal brillantez que obtiene el título de maestra con óptimas calificaciones, confirmándose en educadora de niños, preferentemente pobres y necesitados. En todo lo que realiza busca siempre la gloria de Dios y la salvación de los hombres.

El Señor va dotando al instituto con nuevos miembros y, recibida la primera formación que cuida atentamente la madre Mogas, se hacen —por variados motivos— otras fundaciones: Capellades, San Quirico, Barcelona...

Pero la andadura del instituto, con la madre María Ana al frente, va a caminar con paso firme y seguro hacia otras tierras. Los acontecimientos se suceden y tienen que ser leídos en clave de voluntad de Dios. Así lee la maestra. El obispo dimisionario don Benito Serra busca religiosas para que se hagan cargo de una obra iniciada por él con la colaboración de una señora de la nobleza profundamente piadosa y caritativa, doña María Antonia Oviedo. La obra en cuestión es para regenerar a las jóvenes que se han iniciado en la prostitución. Esta obra está en Ciempozuelos (Madrid). Don Benito Serra se dirige a su buen amigo el P. José Tous, le expone su proyecto para ver si es posible que las religiosas Capuchinas de la Divina Pastora atiendan la naciente institución a la vez que la escuela donde reciben enseñanza los niños del pueblo. El instituto tiene ya bastantes hermanas; el P. Tous acepta la propuesta y con la madre María Ana Mogas, alma de la fundación, que encabeza el grupo de cuatro religiosas, viaja a Madrid el 10 de diciembre de 1865.

En Madrid, pasados los primeros días, se suceden y agravan las dificultades; la principal es que María Ana no encuentra su lugar inspiracional. Ora, discierne, consulta, sufre, comunica al P. Tous los sucesos. Dios se hace presente en su corazón con santa paz. Le ayudan a tomar decisiones firmes el consejo de santos confesores y hombres de oración. ¿Qué quiere el Señor para el instituto que le ha confiado? En este dilema le ofrecen una escuela de gratitud en Madrid y, después de comunicárselo al P. Tous, la acepta, dejan Ciempozuelos y se van a vivir a la calle Juanelo en Madrid. Las distancias, la falta de comunicación periódica entre las hermanas de Barcelona y Madrid, la buena voluntad del P. Tous de evitar que las hermanas conocieran los sufrimientos y dificultades que concurrían en las hermanas de Madrid, fueron la causa de la ruptura entre las comunidades, formándose así dos ramas diferentes: Franciscanas Capuchinas de la Divina Pastora en Barcelona y Franciscanas de la Divina Pastora en Madrid, con constituciones propias, aprobadas por los respectivos ordinarios. Esta ruptura abrirá un surco de grandes dolores y sufrimientos morales y hasta físicos en la vida de la fundadora, quien confiada en la fuerza del Espíritu, guiará y conducirá por caminos de amor y sacrificio en el fiel cumplimiento del carisma recibido a las hijas que el Señor le confía.

En Madrid realiza sucesivos traslados de residencia, buscando siempre el mayor bien para la educación de la juventud, preferentemente pobre y necesitada. Actúa constantemente con ánimo sereno, rectitud de corazón y seguridad en el cumplimiento de la voluntad de Dios sobre ella y sus hermanas. Su oración nos revela su estado interior: «Dadme, Dios mío, un corazón puro, acompañado de recta intención».

El instituto se va enriqueciendo con nuevas vocaciones y sus miembros se van formando en la práctica de las virtudes características del carisma recibido por la fundadora. María Ana educa y modera con firmeza y dulzura a las recién llegadas, sostiene en sus flaquezas y anima y estimula con el ejemplo, la oración y la palabra. La virtud y buen hacer de María Ana y sus hermanas es el reclamo para que varios prelados españoles las llamen a sus diócesis y, todavía en vida de la fundadora, cuando su salud física declina, su obra adquiere fortaleza y arraigo: Fuencarral (Madrid), Córdoba (fundada para la atención de enfermos en sus domicilios), Toledo, Santander y otros pueblos abren sus puertas a la madre Mogas y a sus hijas.

La caridad fue el faro que iluminó su vida. Todos cuantos la trataron descubrieron que de su oración y contemplación del Dios Amor, se derramaba en ella la suavidad y dulzura de una madre que atendía a todos —sin distinción—, que tenía una sensibilidad especial y un trato delicado para dar preferencia a los más necesitados de bienes espirituales o materiales.

Llegado el momento de su partida al Padre, agotada físicamente por la enfermedad que padeció los últimos ocho años de su vida, la madre Mogas, con la seguridad del deber cumplido como educadora y pedagoga del carisma recibido, dicta su testamento que es cuidadosamente recogido por las hermanas allí presentes y transmitido a las generaciones venideras: «Hijas mías: amaos como yo os he amado, sufríos como yo os he sufrido. Caridad, caridad verdadera, amor y sacrificio».

Es el 3 de julio de 1886, en la villa de Fuencarral (Madrid), cuando a las 12 del mediodía Dios nuestro Señor hace realidad su deseo tantas veces expresado en la oración jaculatoria: «¿Cuándo te veré, Dios mío, cuándo?».

Que su testimonio de caridad —amor y sacrificio— fortalezca nuestro caminar por las sendas de las virtudes que la condujeron al gran día de la manifestación solemne de su bienaventuranza, que aquí, con gozo, celebramos con toda la Iglesia.

Fue beatificada el 6 de octubre de 1996 por el papa Juan Pablo II, quien estableció este día la fiesta de la nueva Beata.
________

CLAUDIA PRÓCULA

Claudia Prócula era oriunda de la Galia Bracata y adquirió la ciudadanía romana, de pleno derecho, al contraer matrimonio con Poncio Pilato. Otros autores opinan que estaba relacionada con la poderosa familia Claudia, de la que era descendiente Tiberio. Algunos de sus biógrafos, incluso, la consideran nieta de Cesar Augusto.

Recurriendo, a la fantasía literaria, se dice que Pilato pudo haber trabado relación con Claudia, por vez primera, en el palacio imperial, en una de las reuniones que, con sus cortesanos, organizaba Tiberio; o bien con ocasión de alguna de las frecuentes visitas que, durante el período en que ejerció como abogado, hizo Pilato a Tiberio.

Pero sin duda la versión que posee más dosis de credibilidad, es la que nos habla de un matrimonio de conveniencia entre Pilato y Claudia. Ella ya había dejado atrás la juventud (aunque aun pudo darle varios hijos) y él, en cierta forma, aliviaba su viudez y soledad. También se especula con que, la posible relación familiar de Claudia con la familia imperial, habría encumbrado social y políticamente a Pilato, llevándole a ascender al Orden Ecuestre y, posteriormente, haciendo que se le nombrara Procurador de Judea. Llegados a este punto, no podemos obviar la versión que de Claudia nos proporciona su biógrafa Catalina de Emmerich. Según ésta: "... era grande y bella, pero pálida. Tenía un velo que le colgaba hacia atrás, dejando ver sus cabellos, trenzados en torno a la cabeza y sostenidos por una artística horquilla. Lucía pendientes en las finas orejas. Un precioso broche, adherido al pecho, nivelaba la larga túnica que caía hasta los pies, ondulando en majestuosos pliegues.
Claudia acompañó a Pilato, en su viaje y traslado a Palestina, desde los primeros momentos; algo prohibido por la "Lex Oppia", en vigor desde tiempos anteriores a Augusto. Dicha ley perseguía evitar influencias negativas que pudiesen ser ejercidas, por las esposas, sobre los procuradores.
Ya en tiempos de Augusto, se permitió a las esposas de los procuradores acompañar a éstos durante una temporada al año, a fin de que se mantuviesen los vínculos familiares. Con el paso del tiempo, la ley fue siendo obviada, en la práctica y, de manera tácita, dejó de tener vigor. Algunos autores opinan que, el que Claudia acompañase a su esposo, desde el primer momento del mandato de éste; es una palpable demostración de las influencias cortesanas y familiares de Claudia.

Como resumen de lo anterior, podemos afirmar que Claudia se comportó siempre con gran discreción y jamás intervino en asuntos de estado.

Al parecer, cuando Claudia Procula llegó a Palestina, comenzó a interesarse por la religión hebrea, siguiendo la costumbre de las damas patricias. Pronto oyó hablar de Jesús y quedó interesada en su doctrina, posiblemente atraída por las predicaciones del Juan el Bautista. La tradición cuenta que fue el Centurión de Cafarnaum quien le habló, por vez primera, de Jesús y sus Discípulos. E incluso hay quien opina que conoció personalmente a Jesús y charló con Él.

También narran que, horas antes del Prendimiento de Jesús, presintió el hecho. Aquella mañana, a penas llegado el alba, Pilato recibió a los sanedritas, quienes venían a darle cuenta de haber hecho preso a Jesús, visita ésta que, lógicamente, alteró la vida cotidiana del palacio gubernamental.

Claudia envió un mensaje a su esposo, antes que Jesús abandonara camino del palacio de Herodes. Le sugirió que fuera cuanto antes a reunirse con ella, pues necesitaba hablarle y, cuando Pilato llegó la encontró afligida y llorosa. Ella entonces le suplicó que no hicieran daño alguno a Jesús y le reveló las visiones que, en sueños, había tenido. Parece ser que, Pilato, en señal de promesa de no condenar a Jesús, entregó un anillo a su esposa. Pero, poco duró tranquilo el ánimo de Prócula, pues, en poco tiempo, la comitiva regresó del palacio de Herodes, llevando preso a Jesús y con ellos venía una multitud, que se aprestaba a iniciar, de nuevo, el proceso.

Claudia observó al populacho desde sus aposentos e intuyó que Pilato, en un último intento de liberar a Jesús, mandaría que le diesen azotes. Claudia no pudo contenerse y, tomando una pizarra, envió un mensaje a Pilato y se lo hizo llegar de inmediato, por medio de un esclavo, en unión del anillo que su esposo le había entregado, como señal de que cumpliría su promesa.

Llegamos ya a uno de los puntos más interesantes porque además es uno de los más desconocidos.
¿Sabían ustedes que Claudia Prócula compartía amistad con un grupo de judías seguidoras de Jesús de Nazaret? Puede que expliquemos así la extraña y tenaz insistencia de nuestra protagonista por la liberación de Jesús, no?

Y esto que comentas lo podemos comprobar en las propias palabras de Claudia que dijo así a su esposo Poncio Pilato: "No te mezcles en el asunto de ese justo; pues hoy en sueños he sufrido por causa suya" La sorpresa de Pilato debió ser grande. Es de suponer que en aquellos momentos tendría serios problemas de conciencia ante el curso que tomaban los acontecimientos. A la espera de la voz del pueblo, la voz de la conciencia le avisaría en su interior que estaba jugando con la vida de un inocente. El sentido jurídico también le hablaría en su inteligencia sobre el modo peligroso y poco limpio con que intentaba "hacer política" a costa de la justicia. Entonces llega el mensaje de su mujer, lo que debió sorprenderle mucho.

Las palabras de la mujer de Pilato eran de peso para aquel hombre. A cualquier marido le ayuda la palabra de una persona de total confianza, como suele ser su esposa. Pero en el caso de la mujer de Pilato tenía más peso aún por la condición social de la que provenía su mujer, ya que Claudia era de familia imperial. Este detalle es importante pues sus relaciones familiares le confieren una autoridad mayor que si tuviese otro origen. Durante la República se prohibía que acudiesen las mujeres de los gobernadores con sus maridos a los lugares de destino; Tiberio concedió permiso para que fuesen. Claudia acude con su esposo Pilato, así crece la importancia de su marido en Roma, y eso es muy valioso para un gobernador designado libremente por el emperador. Era conveniente para Pilato escuchar las opiniones de su esposa con más atención de lo que era usual para otro gobernador.7

Claudia fue la única defensora en el juicio humano de Jesús. Su papel parece pequeño, pero es un indicio del valor de la conciencia humana recta.

Este fue el diálogo que tuvieron algunos consejeros de Pilato sobre la actitud de Claudia Prócula:

"... - ¿No te hemos dicho que es un mago? Sin duda ha enviado un sueño quimérico a tu mujer.
Entonces Pilato tomó el mensaje que su mujer le enviaba junto con el anillo que decía:
"... - Claudia Procula te recuerda lo prometido esta mañana."

Y, acto seguido, Pilato devolvió a su esposa el anillo, como señal de que seguía manteniendo su promesa.

Nada dicen los Evangelios de la reacción que el mensaje de Claudia provocó en Pilato, pero, con toda seguridad, intentó buscar alguna fórmula legal para, sin comprometerse demasiado, cumplir la promesa realizada.

Evangelios apócrifos relatan cómo tras la flagelación Claudia Procula aún tenía esperanzas de ver liberado a Jesús. Y dice que vio como la esposa del Pretor envió a María un paquete con telas de lino, con las que las santas mujeres enjugaron la sangre y el sudor de Jesús.

También dice que en el último interrogatorio probado, antes de dictarse la sentencia, Claudia volvió a enviar un nuevo mensaje a Pilato, al que el Procurador repuso con recelo. Añade la vidente que los enemigos de Jesús tuvieron conocimiento de las gestiones, en favor del Redentor, que estaba llevando a cabo Claudia; y difundieron el rumor, según el cual, los seguidores de Jesús habían atraído a la esposa de Pilato y que, si era liberado, se uniría a los romanos, para exterminar al pueblo judío.

Mientras Pilato firmaba la sentencia de crucifixión, su esposa Claudia, dolida y despechada, devolvió el anillo a Pilato y abandonó el pretorio, en busca de los amigos de Jesús. Y también que Claudia se ocultó en un sótano, en casa de Lázaro, en Jerusalén. Tanto los textos apócrifos como la leyenda y tradición cristianas, afirman que Claudia se convirtió al cristianismo.

Claudia fue catequizada por San Pablo, llegando a unirle con él una grandísima amistad.

Para finalizar esta increíble biografía quiero contar una curiosa anécdota, según la cual, Pilato hubo de comparecer ante una comisión mixta de senadores, para dar cuenta de sus acciones administrativas en Palestina. En el aquella ocasión su esposa Claudia le sugirió, mientras se vestía, que se colocase bajo la túnica un trozo de tela roja. Al preguntar Pilato el por qué Claudia Prócula le respondió:

"... Pertenece a la túnica de aquel Jesús que fue Crucificado. Aquel que repudiado, escupido y crucificado nos traía un mensaje de amor. Toma, se lo compré al Centurión, después de morir el profeta. "

Es singular el hecho de su consagración como santa, por las iglesias cismáticas griega y etíope. Y en el Menologio griego, se fija su fiesta el día 27 de Octubre.

Mientras Pilato estaba en el tribunal, su mujer le mandó decir: "No te metas con ese hombre porque es un santo, y anoche tuve un sueño terrible por causa suya".

En el paso de misterio queda situada a la derecha de Pilato, arrodillada, con brazos extendidos, en un gesto de ruego, impotencia y preocupación ante la situación que está próxima a desencadenarse.

En realidad Poncio Pilato no era un funcionario romano vacilante, mucho menos humanitario. Él trató de romanizar por la fuerza a los judíos, los reprimió despiadadamente porque no renunciaban a su religión y una de sus diversiones preferidas era condenar a muerte por crucifixión a los judíos rebeldes. Fue precisamente por sus excesos que Vitelio, gobernador romano de Siria, destituyó a Pilato y lo desterró a Vienne, donde según unas versiones se habría suicidado y de acuerdo con otras se convertiría al cristianismo.

Claudia Prócula no sólo manda el recado al marido, según se consigna en el Evangelio citado, sino que durante la primera comparecencia de Jesús ante Poncio Pilato se coloca en una ventana, en lo alto del palacio, a la vista de su esposo que la mira de vez en cuando como queriendo aconsejarse o justificarse con ella. Aparece después conversando con Pilato sobre la verdad que, según le advierte, él nunca comprenderá.

Se le vuelve a ver en la ventana, observando a Pilato, cuando éste se lava las manos y manda a flagelar a Jesús. Más adelante es presentada de manera relevante, en la escena de la limpieza del ensangrentado patio del pretorio, y finalmente sale otra vez en la ventana, cuando Pilato ordena la crucifixión y se lava las manos.

Dicen que Claudia Prócula quedó maravillada por el misticismo hebreo; otros, además, sostienen que ella entró en contacto con los seguidores del cristianismo por boca de su criada, una fenicia que creía en el mensaje de Jesús.

Si recordamos el film de Mel Gibson, en pleno proceso ante Pilatos, vemos a la esposa del romano muy dolida e identificada con el dolor de las dos Marías - La Madre y la Magdalena-, trás los descomunales castigos y azotes aplicados a Jesús.

Claudia Prócula se acerca a ellas y, llevando unos paños sobre sus brazos, se los entrega con pena y delicadeza para que limpien la sangre del nazareno regada en el suelo tras los excesivos latigazos propiciados por los soldados romanos.

Aunque es discutible su conversión al cristianismo, debemos rescatar su gran mensaje; un mensaje de solidaridad con el dolor, con la esperanza de que todo es pasajero y. más aún, que las heridas siempre sanan.

Claudia -defensora de Jesús- fue fiel a su conciencia y dócil a las inspiraciones de Dios en el juicio de Jesús. Su actuación nos invita a ser delicados de conciencia para cumplir las indicaciones divinas.

Jesús Leirós León

No hay comentarios:

Publicar un comentario