29 abril 2020

¿QUÉ ES LA RESURRECCIÓN?


ENCUENTRO DE ORACIÓN DE ABRIL 2020

TEXTO INTRODUCTORIO
Volvemos a celebrar la oración que cada último miércoles de mes nos reúne al lado del Señor.

El COVID-19 ha hecho que aún sigamos confinados en nuestros hogares. Desde ahí, la Oración es igual de efectiva y en estos momentos más necesaria aun. Y además, no por esto debemos de celebrar el momento más importante para los cristianos: la Resurrección de Cristo, que hace que nos arda el corazón como a los caminantes de Emaús.

Ofrecemos esta Oración por todos los hermanos que han fallecido o están enfermos a causa de la pandemia que padecemos.

Comencemos sin perder la actitud de silencio y reflexión en un momento de intimidad en nuestras casas, os invitamos a compartirla en familia.

MÚSICA:
Emaús. Valeria Boccacci.

LECTURA DEL EVANGELIO
Lectura del Santo Evangelio según San Juan (6,35-40):

En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:
«Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás; pero, como os he dicho, me habéis visto y no creéis.
Todo lo que me da el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré afuera, porque he bajado del cielo no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado.
Esta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que me dio, sino que lo resucite en el último día.
Esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día». Palabra del Señor.

MÚSICA AMBIENTAL DE ORACIÓN

REFLEXIÓN
En este tiempo en el que ya vivimos la Pascua, reflexionaremos con las palabras de Miguel Payá Andrés, sobre la Resurrección de Jesús: ¿Qué no es? ¿Qué paso? ¿Qué consecuencias tiene para nosotros?

Pero, para comprender lo que sucedió, vale la pena ver primero conocer lo que no es la resurrección de Jesús:

1.      No es «revivir», es decir, volver a la vida terrena como antes. Eso es lo que hizo Jesús con Lázaro, con el hijo de la viuda de Naim y con la hija de Jairo: restituyó su cuerpo a la vida ordinaria. Pero después volvieron a morir.

2.   No se trata tampoco solamente de la «inmortalidad del alma», que sería una especie de resurrección a medias. La resurrección se refiere a la entrada en la vida sin fin de toda la humanidad de Jesús, incluido su cuerpo. Por eso el sepulcro quedó vacío.

3.    Tampoco se trata de una «reencarnación», como admiten el hinduismo y el budismo, que consiste en la transmigración del alma a un cuerpo distinto. El cuerpo de Jesús sigue siendo el mismo.

4.      Mucho menos es como un «recuerdo vivo» de Jesús, que habría provocado en sus discípulos la convicción de que seguía presente. Porque fue el encuentro con Jesús resucitado lo que suscitó en sus discípulos la fe en la resurrección, no al revés.

5.      Y tampoco se trató de una realidad «inventada» por los discípulos por fraude o alucinación. Después de la muerte de Jesús, los discípulos estaban tristes, miedosos, incrédulos, escépticos. Sólo un gran acontecimiento pudo cambiarlos, devolviéndoles el primitivo entusiasmo por Jesús y por su seguimiento.

Entonces, ¿qué pasó exactamente?

Hay que decir, ante todo, que los evangelios no nos describen el hecho mismo, el momento de la resurrección, sino sus consecuencias: que el sepulcro ha quedado vacío y que los discípulos vuelven a ver al mismo Jesús de antes, incluso con las llagas de su pasión en el cuerpo; pero con un cuerpo que, siendo el mismo, está en una situación diferente.

Esta situación diferente queda resaltada por el hecho de que Jesús puede entrar en una sala estando las puertas cerradas. Y sobre todo porque no es reconocible a primera vista. No es la Magdalena o los discípulos los que lo reconocen, sino que es Jesús quien les concede la gracia de dejarse ver y reconocer.

San Pablo, que es quien más ha reflexionado sobre este asunto, explica que lo que ha ocurrido es una transformación gloriosa del cuerpo de Jesús, que, al ser traspasado por el soplo vital del Espíritu creador, ha sido transformado de corruptible en incorruptible, de débil en fuerte, de mortal en inmortal. Es decir, el cuerpo de Jesús, aun manteniendo su identidad y realidad humana, fue capacitado para vivir eternamente en Dios. Porque lo que realmente sucede después de su muerte es que el Hijo de Dios vuelve a entrar en la comunidad de amor del Padre pero ya con su humanidad resucitada. El Verbo que estaba desde siempre junto al Padre, se encarnó tomando una humanidad como la nuestra. Ahora vuelve al seno de la Trinidad, pero como Dios y hombre para siempre.

¿Qué significa la resurrección de Jesús para nosotros?

Dice San Pablo: «Si tus labios profesan que Jesús es el Señor y tu corazón cree que Dios lo resucitó, te salvarás» (Rom 10,9). Por tanto, la resurrección no sólo tiene consecuencias para la persona de Jesús, sino también para nosotros. ¿Cuáles son estas consecuencias?

1.    La Resurrección de Jesús crea una nueva humanidad. Recompone definitivamente la amistad entre Dios y los hombres, y abre para éstos la fuente de la vida divina. Jesús resucitado arrastra en su triunfo a todos los hombres porque tiene el poder de transformarlos a su imagen, liberándolos de la esclavitud del pecado y de sus consecuencias: la muerte y el mal físico, moral y psicológico. Esta repercusión benéfica de Cristo resucitado para el hombre, queda muy bien ilustrada en la curación del lisiado que pedía limosna en el Templo por Pedro. El apóstol le dio lo mejor que tenía, el don de Cristo resucitado: «No tengo plata ni oro, te doy lo que tengo: En nombre de Jesucristo Nazareno, echa a andar» (Hch 3,6-8). El vigor físico recobrado y el gozo espiritual del lisiado, que da un alto y se pone a alabar a Dios, es señal de la nueva humanidad inaugurada y realizada por la resurrección de Jesús. El hombre recupera su libertad integral.

2.  La Resurrección de Jesús es el cumplimiento de la esperanza humana de inmortalidad. El hombre nunca se ha acostumbrado a morir, siempre ha soñado con vivir para siempre. Pero la dura experiencia de la vida le ha amargado siempre con la perspectiva del sufrimiento inevitable y de la muerte. Pues bien, ahora descubre que el dolor y la muerte no son la última palabra, que la vida no es un enigma sin meta ni salida. Lo que le ha pasado a Jesús nos pasará también a nosotros, su resurrección es fundamento y garantía de la nuestra.

3.  La Resurrección de Jesús nos da una nueva luz y una nueva energía para soportar las dificultades de la vida. En ella hemos aprendido que Dios no es alguien que se conforme con las injusticias, como la de matar al mejor hombre que ha pisado nuestra tierra. Que Dios no ha creado hijos para que acaben en el sufrimiento y la muerte. Desde entonces sabemos que nuestras cruces acabarán en felicidad, nuestro llanto en cantares de fiesta. Que todos los que luchan por ser cada día más hombres, un día lo serán. Que todos los que trabajan para construir un mundo más humano y justo, un día lo disfrutarán. Que todos los que creen en Cristo y le siguen, un día sabrán lo que es vivir. Que todos los que tienen sed de amor, un día quedarán saciados.

4.      La Resurrección de Jesús hace posible nuestro encuentro con él. Jesús es el Viviente que, estando ya junto al Padre para interceder por nosotros, se hace presente en nuestra vida para acompañarnos en nuestro caminar: «Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28,20). La vida de cada uno de nosotros la vivimos dos, Jesús y yo. Y esta presencia amorosa y liberadora de Jesús en nuestras vidas cobra especial vigor cuando nos reunimos para la «fracción del pan». Porque en la eucaristía, no sólo recordamos su muerte y resurrección, sino que participamos realmente de su vida divina, hasta que lleguemos al encuentro definitivo.

5.      La Resurrección de Jesús crea la Iglesia. Los discípulos se dispersaron en el momento de la pasión y de la muerte. Jesús resucitado los vuelve a convocar y establece definitivamente su familia, la Iglesia, que es la comunidad de los que han conocido la Buena Noticia de la resurrección y en la que se comparte y aviva la experiencia del Resucitado.

6.   La Resurrección de Jesús nos envía como testigos a todo el mundo. En las apariciones, Jesús encargó a sus discípulos la misión definitiva: «Como el Padre me ha enviado, así os envío yo» (Jn 20,21). «Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado» (Mt 28,18-20).

7.     La Resurrección de Jesús es experiencia de misericordia y de perdón. Jesús perdona la traición de Pedro y el abandono de los demás discípulos. Pero, además, les encarga el ministerio del perdón: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados les quedan perdonados; a quienes se los retengáis les quedan retenidos» (Jn 20,22-23).

8.      La Resurrección de Jesús es un acontecimiento de verdadera promoción de la mujer. Los sentimientos profundos de fidelidad y de piedad de las discípulas de Jesús, les dieron el coraje de acompañarlo hasta la cruz y de ser las primeras en acercarse al sepulcro. Y Jesús se lo premió haciéndolas las primeras en recibir el anuncio jubiloso de la resurrección, las primeras en encontrarse con el Señor resucitado y las anunciadoras de la noticia a los apóstoles. Se produce aquí una revaloración radical de las mujeres. Para los judíos, no valía la pena perder el tiempo enseñando la Ley a las mujeres. Para Jesús, ya no son las últimas sino las primeras en conocer y transmitir la verdad fundamental de su resurrección.

A la vista de la importancia central de la resurrección de Jesús para nuestra vida, cabría hacer una última observación. La espiritualidad y la piedad cristiana tradicional ha insistido mucho en el acompañamiento del Jesús sufriente. Así se explica la importancia que tiene la Semana Santa y venerables prácticas piadosas como el «Vía crucis». Y esto ha quedado plasmado en la iconografía: Cristo crucificado es la imagen más frecuente en templos, casas y hasta en caminos. ¿Seguimos con igual intensidad a Cristo glorificado? San Ignacio de Loyola, en sus Ejercicios Espirituales, junto al «Vía crucis» (Camino de la cruz), propone un «Vía lucis» (Camino de la luz), es decir, una contemplación de catorce apariciones del Resucitado. ¿No necesitaríamos los cristianos actuales insistir más en la espiritualidad pascual, ser más expertos en el canto de la Pascua, que es el canto a la vida, al triunfo definitivo de todo lo que es vida?

Reflexión personal:
- ¿Entendemos la Resurrección de Jesús?
- ¿Nos hace esta nuevas personas? ¿Crea en nosotros nuevas actitudes?
- ¿Anunciamos como los apóstoles con alegría el Evangelio?
-¿Comprendemos las trascendencia de facilitar diariamente, con nuestras obras y palabras, nuestro encuentro con Cristo Resucitado?

MÚSICA:
Pescador de hombres.

Señor que la alegría de tu Resurrección sea esperanza para todos los que creemos en tu palabra y esperamos gozar de Vida Eterna. Que tu Resurrección nos infunda espíritu misionero para proclamar la grandeza de Dios-Padre.

PADRENUESTRO/AVEMARÍA/GLORIA

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09 abril 2020

JUEVES SANTO


08 abril 2020

ORACIÓN MIÉRCOLES SANTO 2020

8 de Abril de 2020. 9.30 de la noche.

INTRODUCCIÓN
Guardando recogimiento (podemos encender una vela), en oración, nos ponemos en presencia de Cristo, de Jesús en su Humildad: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amen.

DIOS ESTÁ AQUÍ. - Yuli & Josh

Hermanos Paz y Bien.

Hoy es Miércoles Santo, y nuestro corazón se agita, sabe que es un día importante en nuestro calendario, sabe que hay una cita obligada con Aquél que vela cada instante por nosotros, con el Jesús humilde, encorvado y maniatado que esperamos ansiosos en las puertas de nuestra Parroquia.

Coincidiendo con el confinamiento decretado por la terrible pandemia que sufrimos, comenzaban los cultos que cada año dedicamos en honor a nuestro Señor. Todo había sido dispuesto como siempre, mimando el detalle: las flores, las velas, las insignias…

Pero todo quedó detenido en el tiempo, y allí solo, sin rezos, sin velas encendidas, sin incienso, ni miradas… quedó el Señor de la Humildad. Arriba, presidiendo el Altar Mayor, allí quedó, allí sigue; en el eco del templo, en el silencio, en la más absoluta soledad, como en su retiro cuaresmal al desierto y como en su oración en Getsemaní.
Allí sigue, solo, representando a cuantos hoy viven la muerte de sus familiares sin poder despedirse de ellos. Solo, como los enfermos aislados en los hospitales o privados del cariño de los que más quieren, a tan solo un tabique de distancia. Solo, como los médicos, sanitarios y fuerzas de seguridad que velan, que se la juegan por nosotros, mientras nos quejamos de no poder salir a tomar una cerveza.
Solo, como los ancianos que fallecen en sus hogares o en residencias, y de los que ahora nos preocupamos, porque nuestra vida se llena de demasiadas preferencias antes que prestarles atención: una visita, una llamada, un abrazo…

Allí sigue, solo, cabizbajo, avergonzado, derrotado, ofendido, humillado, como la dignidad de muchos de nuestros hermanos refugiados y pobres. Solo, callado, sentenciado como solemos hacer con nuestras críticas y nuestros juicios fáciles.

Allí sigue, presidiendo la grandeza de nuestra Parroquia, como faro de luz, como ejemplo en el que mirarse. Dios ha querido que sea el suyo el mensaje principal en estos momentos: solo, coronado de espinas, maltratado, expuesto y sacrificado siendo Dios para regalarnos la lección de la Humildad.

Humildad para conocerse y saber de nuestra pequeñez, Humildad para perdonar, para debatir, para conciliar. Humildad para unirse, para entenderse y luchar contra esta pandemia. Humildad para hacernos sensibles a los demás y a nuestras debilidades. Humildad para convivir, para compartir con los de casa y con los vecinos. Humildad para reconocer el gran regalo de las cosas pequeñas: un paseo, un baño en el mar o una charla de amigos. Humildad para ser mejores en las relaciones y en el encuentro con los que menos tienen.

Hoy es Miércoles Santo y esta familia franciscana no puede reunirse, pero sí que puede hacerlo poniendo en nuestras oraciones y en nuestras obras el color azul de la Humildad. Esa ha de ser nuestra bandera, nuestro distintivo: Humildad durante todo el año. Sintiéndonos orgullosos de esta Hermandad: que con su trabajo y esfuerzo intenta dar ejemplo del nombre de su Señor.

Hoy es un Miércoles Santo diferente, pero no dudéis que aunque no podamos encontramos en la Parroquia, en nuestra casa. Aunque no preparemos el hábito de Nazareno, de acólito o de mantilla. No doblemos el costal y calcemos las zapatillas. Aunque no se abran las puertas, no se escuchen los sones de nuestra agrupación, y no caigan las flores sobre su paso…

ÉL, que preside desde el altar mayor, que preside nuestro corazón, saldrá a nuestro encuentro en nuestras casas, en la procesión más sentida y más cercana. Regalándonos “levantás” del ánimo, de fuerza para superar estos momentos. Nos aliviará el cansancio con el “Agua viva”. Resonará su voz en nuestro interior: “la luz no se enciende para ponerla en un lugar escondido”, por ello, seamos “luz de humildad” para nuestras familias y hermanos sabiendo siempre que Él nunca, nunca, nos abandona.

¡QUE NO SE QUEDE SOLO!

SI CONOCIERAS COMO TE AMO. Hermana Glenda.

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO  (26,14-25):
En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, a los sumos sacerdotes y les propuso: «¿Qué estáis dispuestos a darme, si os lo entrego?»
Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.
El primer día de los Ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: «¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?»
Él contestó: «ld a la ciudad, a casa de Fulano, y decidle: "El Maestro dice: Mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos."»
Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua. Al atardecer se puso a la mesa con los Doce.
Mientras comían dijo: «Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar.»
Ellos, consternados, se pusieron a preguntarle uno tras otro: «¿Soy yo acaso, Señor?»
Él respondió: «El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a entregar. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él; pero, ¡ay del que va a entregar al Hijo del hombre!; más le valdría no haber nacido.»
Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: «¿Soy yo acaso, Maestro?»
Él respondió: «Tú lo has dicho.»
Palabra del Señor


REFLEXIÓN EL EVANGELIO
Esta lectura no narra el momento que Jesús sabe de la traición de Judas. Traición suena desgarrador. Es como decir que algo se rompe: la amistad, la esperanza, la honestidad, la justicia, el amor… Algo se te rompe por dentro cuando traicionas porque en el fondo siempre TE traicionas a ti un poco, ¿no?

La traición al otro también conlleva la traición a uno mismo.

-         ¿Cuáles son nuestras propias traiciones?
-         ¿Continúo con un proyecto que me aterra, con aquello que me cuesta,  aun sintiendo que es mi lugar y mi momento y que Dios también lo quiere?

-         ¿Tomo la iniciativa entre los más cercanos de casa para poner algo de alegría, esperanza, cariño mutuo... en lugar de quedarme en el sofá con “mis cosas”?

-         ¿Traicionamos nuestros valores, nuestras creencias, nuestras formas según nos convenga?

NADA TE TURBE. Taize

PETICIONES

Pongamos a los pies del Señor de la Humildad nuestras suplicas y esperanzas:

Por los que dudan, los violentos, por los que sienten envidia, por los que mienten, los que se siente superiores de los demás. Por los que abusan de su poder, por los que rechazan a Dios,  por los que traicionan, por los que rehúsan servir a los demás.
Roguemos al Señor: Te rogamos óyenos.

Por la creación, por todos y cada uno de los habitantes de la tierra, por los seres vivos, por el respeto a la naturaleza; regalo de Dios al hombre. Por la concienciación en el cuidado de los animales, las plantas y todas las criaturas.  
Roguemos al Señor: Te rogamos óyenos.

Por que sufren soledad y enfermedad, por los hambrientos, por los cristianos perseguidos y los refugiados.
Roguemos al Señor: Te rogamos óyenos.

Por las vocaciones, por las órdenes religiosas; especialmente por las Franciscanas Misioneras de la Madre del Divino Pastor.
Roguemos al Señor: Te rogamos óyenos.

Por todos los que luchan en primera fila para erradicar esta pandemia: Sanitarios, transportistas, policía, guardia civil, comerciantes, etc… Por los hermanos que han fallecido y por los que padecen la enfermedad.
Roguemos al Señor: Te rogamos óyenos.

Por nuestro Grupo Joven y de Oración, para que el Señor los siga alentando a seguir con este encuentro cada mes. Para que encuentren en Él la cercanía de un Dios Padre que siempre está con nosotros.
Roguemos al Señor: Te rogamos óyenos.

Por nuestros Hermanos difuntos: Alfonso Romero, Pedro Notario, Andrés Orozco, Juan, Manola y Jacoba Navarro, Juan Marchal, Estrella Domingo, Juan Arjona, Bartolomé Navarro, José Molina,  Sebastián Centella, Cristóbal Romero, María Terrón, Juan Agapito, Francisco Robles, Enrique Torralba, Francisca Orozco, M. Carmen Castro, Juan Solís, Miguel Lope, Enrique Sánchez y Antonio García.
Roguemos al Señor de la Humildad: Te rogamos óyenos.

Por nuestra Hermandad (Costaleros, Nazarenos, Mantillas, Acólitos, Hermanos todos, Comisión Barrabás, Junta de Gobierno), por nuestra Parroquia, por todos los que estamos celebrando el Miércoles Santo, por las personas que conforman la Iglesia, por nuestro Papa Francisco y por todos los que se sienten Hermanos en el amor al Señor de la Humildad. Roguemos al Señor: Te rogamos óyenos.

ACCIÓN DE GRACIAS
Demos gracias a Dios por la vida y por todo lo bueno que nos concede cada día. Demos gracias por pertenecer a esta Hermandad y a la familia Franciscana. Gracias Señor, por darnos a Francisco de Asís y María Ana Mogas como ejemplo vivo de Amor y Fraternidad. Gracias por hacernos fuertes en la adversidad y en la unión. Gracias por traernos la Esperanza en la Resurrección y en la Vida Eterna. Gracias Señor de la Humildad por poder estar aquí contigo para poder dar testimonio de la Misericordia de Dios.

PARA FINALIZAR REZAMOS:
Padrenuestro/Avemaría/Gloría.

HALLELUJAH. Pentatonix

VÍDEO HUMILDAD VILLA DEL RÍO 2020


Vídeo catequético que habitualmente la Hermandad de lanza en Cuaresma pero dada las suspensión de los desfiles procesionales edita con motivo del Miércoles Santo 2020. Este año se inspira en las palabras del Profeta Isaías 53:7.

CARTEL OFICIAL MIÉRCOLES SANTO 2020

05 abril 2020

03 abril 2020

01 abril 2020

¡YA TENEMOS GANADORES!

Concurso de Dibujo y Pintura de la Hermandad 
#YOMEQUEDOENCASADIBUJANDO


 
La Junta de Gobierno ha decidido repartir la cuantía económica destinada a los premios entre todos los participantes.
¡TOD@S SOIS CAMPEONES!
Se harán efectivos cuando la circunstancias lo hagan posible.

GRACIAS A TODOS POR VUESTRA PARTICIPACIÓN