29 julio 2021

EL TESORO ESCONDIDO QUE DA LA VIDA

ENCUENTRO DE ORACIÓN. JULIO 2021

En la noche de hoy se ha realizado el encuentro de este mes que nos trajo la celebración de festividades importantes; como de la Ntra. Sra. Nuestra Madre, María Stma. del Carmen, la de Santiago Apóstol y la de los abuelos de Jesús; Joaquín y Ana. Todo ellos, firmes en la fe, apostaron por el Reino como sucede en la bella Parábola del Tesoro y la Perla.

Hemos reflexionado sobre su mensaje:

Jesús nos habla de comprar y vender, de  tesoro y perla preciosa, para que intuyamos lo que es el Reino de los cielos. En el relato evangélico vemos que uno habiendo encontrando un tesoro en un campo, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.

Vemos que un comerciante en perlas finas al encontrar una de gran valor vende todo lo que tiene y la compra.

Con parábolas, dice Jesús que el Reino de los cielos se parece a un tesoro que aparece de manera imprevista ante el que está en el campo, no dice el texto que haya ido a buscar un tesoro, nos dice que estaba ahí escondido y lo encuentra… al encontrarlo hace cuanto está en su mano: esconderlo (protegerlo) vender lo que tiene, para comprar el campo (que no es suyo) y así hacerse con el tesoro.

También dice el Evangelio que el Reino de los cielos, se parece a un comerciante en perlas finas, que como fruto de una actividad,  encuentra una perla de gran valor; vende cuanto tiene y la compra.

¿A qué puede orientarnos el mensaje con el tesoro y la perla?

Las parábolas son semejanzas para intuir lo que es el reino: la Vida nueva por la que merece la pena entregarlo todo.

La vida como el tesoro es regalo del cielo, que lo encuentra sin haber ido a buscarlo. Es el modo en parábolas, de decirnos que la vida es regalo del cielo, que viene a nuestra existencia.

Pero la Vida verdadera también hay que buscarla, como la busca y la encuentra el comerciante en perlas finas. Tenemos que esforzarnos para hacer nuestro, el tesoro hacer nuestra la perla, es decir, hacer nuestra la Vida del resucitado que se nos ofrece en nuestra existencia y que no es equiparable a ningún otro valor,

El tesoro no es tuyo, la perla no es tuya, tienes que comprarla. Tienes que saber invertir, tienes que vender todo y negociar. Conseguir el tesoro a cambio de lo que sea. Si no renuncias a nada, si no vendes; nunca tendrás Vida plena. Entre tantas perlas finas, entre tantas cosas buenas que tiene la vida tienes que buscar, discernir, prestar tu esfuerzo, por encontrar lo definitivo.

La felicidad del reino es la del ser, frente al tener. Por eso la opción por el reino es radical, y el encuentro, altera todos los cálculos de la persona humana.

El encuentro es también un factor sorpresa que nos sitúa ante la Vida o la ausencia de vida.

El encuentro es: Alegría por el descubrimiento de la Vida nueva, que nos hace decir esto sí es Vida, esto sí merece la pena; es descubrir a Cristo como fuente de vida, a Dios como padre-mama que te ama, descubrir ese tesoro escondido en el campo de la Iglesia. En tu vida llamada a la plenitud y felicidad.

Se sabio, descubre el gran tesoro de tu vida que en el Evangelio se llama Reino.

Apostar por El Reino; es lo único que puede dar Vida plena y salvar la  vida del riesgo de malograrla para siempre (para no vivir en el llanto permanente de haber perdido la oportunidad).

Para reflexionar:

1. ¿Nos damos cuenta de que el encuentro fortuito o buscado del tesoro o la perla es el encuentro verdadero de Jesús? 

2. ¿Somos conscientes de que para conseguir el tesoro hay que renunciar, vender y sacrificar bienes y aspectos aspectos de nuestra vida?

3. ¿Comprendemos que la Vida verdadera también hay que buscarla, como la busca y la encuentra el comerciante en perlas finas? 

4. ¿Apostamos por el Reino en nuestra vida diaria?

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01 julio 2021

EL BENEFICIO DEL FRACASO

ENCUENTRO DE ORACIÓN. JUNIO 2021.

Ayer noche, tomando como introducción la Conversión de San Pablo, nos unimos en reflexión y oración a este fragmento de la Escritora de Harry Potter que nos habla del fracaso:

…Llegado el momento, todos tenemos que decidir lo que para cada uno supone el fracaso, pero el mundo está ávido de ofrecerles una serie de criterios si ustedes se dejan. Así que es justo decir que, solo siete años después del día de mi graduación yo había fracasado de una manera monumental. Un matrimonio excepcionalmente corto implosionó, y yo estaba desempleada, madre soltera y tan pobre como se puede ser en la moderna Gran Bretaña, sin ser un “sin techo”. Los temores que mis padres habían sentido por mí, y que yo misma había sentido, se convirtieron en realidad y me posicionaban como el mayor fracaso que conocía.
No seré yo quien les diga que el fracaso es divertido. Esa época de mi vida fue muy oscura, y no tenía ni idea de que llegaría a suceder lo que algunos medios recientemente han llamado un “final de cuento de hadas”. No sabía entonces cuál largo iba a ser el túnel, y durante mucho tiempo cualquier luz al final de él era más una esperanza que una realidad.

¿Por qué hablo entonces de los beneficios del fracaso? Simplemente porque el fracaso significó un camino hacia lo no esencial. Dejé de pretender que era algo distinto a lo que era en realidad y dirigí toda mi energía a terminar el trabajo que realmente me importaba. Si hubiese triunfado en alguna otra faceta, posiblemente no habría tenido éxito en la única faceta de la que siempre me he sentido parte. Había sido liberada, pues mis más grandes miedos se habían materializado, pero aún estaba con vida. Aún tenía una hija a la cual adoraba, una máquina de escribir y una gran idea. Y entonces, el suelo contra el que me había estampado se convirtió en el cimiento sobre el que reconstruí mi vida.
Tal vez ustedes nunca fracasen del modo que yo lo hice, pero algunos fracasos en la vida son inevitables. Es imposible vivir sin fracasar en ocasiones, a menos que vivas tan cautelosamente que en realidad no estás viviendo, en cuyo caso fracasas por defecto.
El fracaso me dio una seguridad interior que nunca había experimentado aprobando exámenes. El fracaso me enseñó cosas acerca de mí misma que no hubiese podido aprender de otra manera. Descubrí que tengo una gran fuerza de voluntad y más disciplina de la que esperaba. Y también descubrí que tenía amigos cuyo valor era mucho mayor que el precio de los rubíes.
Ser consciente de que has emergido del fondo con más sabiduría y más fuerza afianza para siempre tu capacidad de supervivencia. Uno nunca se conoce a sí mismo, ni conoce la solidez de sus relaciones hasta que ambas sean puestas a prueba ante la adversidad. Ese conocimiento es un verdadero regalo por haber sido obtenido con esfuerzo, y vale más que cualquier calificación obtenida anteriormente.
Por lo tanto, si pudiera viajar en el tiempo me diría a mí misma, con 21 años, que la felicidad personal reside en saber que la vida no es una lista de adquisiciones o de logros. Las calificaciones académicas o su currículum no son su vida, aunque conocerán a muchas personas de mi edad o más mayores que confunden ambos aspectos. La vida es difícil, complicada e incontrolable, pero la humildad de saber esto les permitirá superar cualquier vicisitud.

Para reflexionar:
-¿Puedes decir tu, que no has fallado nunca?
-¿Habías pensado en el fracaso como beneficio, como un punto de partida, como un momento de humildad y de conocimiento interior?
-¿Vivimos, como dice la autora, tan cautelosos en no fallar que dejamos de vivir?
-¿Aprendemos de nuestros fallos o nos regodeamos en el dolor y en el victimismo?
-¿Practicamos la misericordia de Dios con los que se equivocan, en los que son capaces de retomar el camino y de crecer como personas o nos valemos del juicio rápido con el que falla?
-¿Han sido los santos personas que no fallan? ¿Han sido personas perfectas o personas que han reconducido sus vidas hacia la perfección?

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