Pasados
estos días de intensa actividad cofrade, el Señor ya se encuentra de nuevo en
su altar... la luz, la alegría y la blancura de su túnica nos hablan de un
tiempo nuevo, de Resurrección y de renovación del compromiso de anunciar la
Palabra de Dios.
La quietud y la tranquilidad de su capilla nos invitan a
visitarlo, a la oración, a la acción de gracias por todo lo que se nos regala
cada día. No permitamos que esté solo... nos espera como el padre que
impaciente presiente la visita del hijo, ...para darnos amor y vida eterna.
Visitemos al Señor durante el año... Él siempre nos espera.