Hoy día 25 correspondería la reunión del Grupo de Oración en la Capilla del Señor de la Humildad, como es imposible realizarla dadas las circunstancias que vivimos, la editamos para haceros participes a todos vosotros.
ENCUENTRO DE ORACIÓN DE MARZO 2020
TEXTO INTRODUCTORIO
Volvemos a celebrar la oración que cada último miércoles de mes nos reúne
al lado del Señor.
Hoy, por desgracia, lo hacemos de manera diferente. El COVID-19 ha hecho
que lo hagamos desde nuestros hogares. Desde ahí, la Oración es igual de efectiva
y en estos momentos más necesaria aun. Nuestras vidas han cambiado, y toca
aprender a dar valor a lo que antes era normal.
Vienen días difíciles, estamos viviendo una particular “pasión” de muchos
hermanos nuestros: soledad, preocupación, enfermedad, muerte… se acerca una Semana Santa muy diferente, una
experiencia nueva: vivir en nuestros domicilios el sacrificio de Dios hecho
hombre. Como cristianos, seamos conscientes de Cristo en el dolor de nuestros
hermanos, pongámoslo en nuestras suplicas y vivamos este “calvario” siempre
desde la Esperanza de la Resurrección, de la Esperanza en que estas
circunstancias pasarán y que Dios nunca nos abandona.
Comencemos esta oración sin perder la actitud de silencio y reflexión en un
momento de intimidad en nuestras casas, os invitamos a compartirla en familia.
MÚSICA:
El diario de María. Martín Valverde.
LECTURA DEL EVANGELIO
Lectura del Santo Evangelio
según San Juan (5,17-30):
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: «Mi Padre sigue actuando, y yo
también actúo».
Por eso los judíos tenían más ganas de matarlo: porque no solo quebrantaba
el sábado, sino también llamaba a Dios Padre suyo, haciéndose igual a Dios.
Jesús tomó la palabra y les dijo: «En verdad, en verdad os digo: el Hijo no
puede hacer nada por su cuenta sino lo que viere hacer al Padre. Lo que hace
este, eso mismo hace también el Hijo, pues el Padre ama al Hijo y le muestra
todo lo que él hace, y le mostrará obras mayores que esta, para vuestro
asombro.
Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el
Hijo da vida a los que quiere.
Porque el Padre no juzga a nadie, sino que ha confiado al Hijo todo el
juicio, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al
Hijo, no honra al Padre que lo envió.
En verdad, en verdad os digo: quien escucha mi palabra y cree al que me
envió posee la vida eterna y no incurre en juicio, sino que ha pasado ya de la
muerte a la vida.
En verdad, en verdad os digo: llega la hora, y ya está aquí, en que los
muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que hayan oído vivirán.
Porque, igual que el Padre tiene vida en sí mismo, así ha dado también al
Hijo tener vida en sí mismo. Y le ha dado potestad de juzgar, porque es el Hijo
del hombre.
No os sorprenda esto, porque viene la hora en que los que están en el
sepulcro oirán su voz: los que hayan hecho el bien saldrán a una resurrección
de vida; los que hayan hecho el mal, a una resurrección de juicio.
Yo no puedo hacer nada por mí mismo; según le oigo, juzgo, y mi juicio es
justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió».
Palabra del Señor.
MÚSICA AMBIENTAL DE ORACIÓN
Después de escuchar el Evangelio del hoy, en que
celebramos la Solemnidad de la Anunciación del Señor dentro de la Cuaresma, pongamos
a María en el centro de la escena, ella es la protagonista, y a la vez es el
modelo para el discípulo de Jesús.
María es la mujer que escuchó el mensaje del
ángel, dialogó con él, discernió en su corazón y decidió generosamente hacer la
voluntad de Dios. Ella puso su vida al servicio de Dios para que se pudieran
realizar los planes de salvación de la humanidad. Ella permitió que el Espíritu
Santo fecundara sus entrañas y así el Hijo de Dios asumiera nuestra carne para
redimirla del pecado.
María es la primera y verdadera discípula de
Jesús, y el modelo para todo discípulo que quiera seguir a Jesús. Ella brilla
en la comunidad creyente como el ejemplo más claro de santidad y fidelidad a
Dios.
El discípulo de Jesús debe hacer como María:
escuchar la voz del Maestro en lo profundo de su corazón sin ambigüedades,
discernir con claridad y sinceridad el querer de Jesús en su vida, permitir que
el Espíritu Santo se haga fecundo en su vida, ofrecerse como siervo y cumplir
lo que Jesús quiere de nosotros. De esta forma el discípulo hace de su vida,
riesgo, abandono de seguridades, entrega generosa, apertura sin límites y
crecimiento insospechado bajo la acción del Espíritu Santo.
Hoy también sigue necesitando de nosotros, los
discípulos de Jesús, para encarnarse en el mundo y darse a conocer a los
hombres. María aceptó de corazón la voluntad de Dios y el Hijo de Dios se hizo
hombre; nosotros aceptando la voluntad de Dios en nuestras vidas le permitimos
que siga actuando en el mundo y que su Proyecto se vaya realizando en la humanidad.
María tuvo la misión de ser la Madre de Jesús; nosotros tenemos la misión de
hacer presente el Mensaje del Señor entre nuestros hermanos. Como María somos
discípulos-misioneros: lo que recibimos los damos; lo que aprendemos lo
comunicamos; lo que vivimos lo damos a conocer, pues todo es gracia de Dios
para nosotros y para los demás. Un discípulo de Jesús no puede ser egoísta y
guardarse los dones y cualidades recibidos solo para sí mismo. También cada uno
nosotros, hemos escuchado “no temas, yo estoy contigo”.
Por ello, hoy rezaremos los conocidos como “Siete
Dolores de María”. Que Ella, la Madre que sufrió el mayor de los dolores sea ejemplo
nuestro, sea luz y esperanza en estos tiempos difíciles, sea testimonio de que
Dios nunca nos abandona.
LOS SIETE DOLORES DE MARÍA
Primer Dolor: La profecía de Simeón en la presentación del Niño Jesús
Virgen María: por el dolor que sentiste cuando
Simeón te anunció que una espada de dolor atravesaría tu alma, por los
sufrimientos de Jesús, y ya en cierto modo te manifestó que tu participación en
nuestra redención sería a base de dolor; te acompañamos en este dolor... Y, por
los méritos del mismo, haz que seamos dignos hijos tuyos y sepamos imitar tus
virtudes.
Dios te salve María.
Segundo Dolor: La huida a Egipto con Jesús y José
Virgen María: por el dolor que sentiste cuando
tuviste que huir precipitadamente tan lejos, pasando grandes penalidades, sobre
todo al ser tu Hijo tan pequeño; al poco de nacer, ya era perseguido de muerte
el que precisamente había venido a traernos vida eterna; te acompañamos en este
dolor. Y, por los méritos del mismo, haz que sepamos huir siempre de las
tentaciones del demonio.
Dios te salve María.
Tercer Dolor: La pérdida de Jesús
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y
el dolor que sentiste al perder a tu Hijo; tres días buscándolo angustiada;
pensarías qué le habría podido ocurrir en una edad en que todavía dependía de
tu cuidado y de San José; te acompañamos en este dolor. Y, por los méritos del
mismo, haz que los jóvenes no se pierdan por malos caminos.
Dios te salve María.
Cuarto Dolor: El encuentro de Jesús con la cruz a cuestas camino del
calvario
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y
el dolor que sentiste al ver a tu Hijo cargado con la cruz, como cargado con
nuestras culpas, llevando el instrumento de su propio suplicio de muerte; Él,
que era creador de la vida, aceptó por nosotros sufrir este desprecio tan
grande de ser condenado a muerte y precisamente muerte de cruz, después de
haber sido azotado como si fuera un malhechor y, siendo verdadero Rey de reyes,
coronado de espinas; ni la mejor corona del mundo hubiera sido suficiente para
honrarle y ceñírsela en su frente; en cambio, le dieron lo peor del mundo
clavándole las espinas en la frente y, aunque le ocasionarían un gran dolor
físico, aún mayor sería el dolor espiritual por ser una burla y una humillación
tan grande; sufrió y se humilló hasta lo indecible, para levantarnos a nosotros
del pecado; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo,
haz que seamos dignos vasallos de tan gran Rey y sepamos ser humildes como Él
lo fue.
Dios te salve María,
Quinto Dolor: La crucifixión y la agonía de Jesús
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y
el dolor que sentiste al ver la crueldad de clavar los clavos en las manos y
pies de tu amadísimo Hijo, y luego al verle agonizando en la cruz; para darnos
vida a nosotros, llevó su pasión hasta la muerte, y éste era el momento cumbre
de su pasión; Tú misma también te sentirías morir de dolor en aquel momento; te
acompañamos en este dolor. Y, por los méritos del mismo, no permitas que jamás
muramos por el pecado y haz que podamos recibir los frutos de la redención.
Dios te salve María.
Sexto Dolor: La lanzada y el recibir en brazos a Jesús ya muerto
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y
el dolor que sentiste al ver la lanzada que dieron en el corazón de tu Hijo;
sentirías como si la hubieran dado en tu propio corazón; el Corazón Divino,
símbolo del gran amor que Jesús tuvo ya no solamente a Ti como Madre, sino
también a nosotros por quienes dio la vida; y Tú, que habías tenido en tus
brazos a tu Hijo sonriente y lleno de bondad, ahora te lo devolvían muerto,
víctima de la maldad de algunos hombres y también víctima de nuestros pecados;
te acompañamos en este dolor... Y, por los méritos del mismo, haz que sepamos
amar a Jesús como Él nos amó.
Dios te salve María.
Séptimo Dolor: El entierro de Jesús y la soledad de María
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y
el dolor que sentiste al enterrar a tu Hijo; El, que era creador, dueño y señor
de todo el universo, era enterrado en tierra; llevó su humillación hasta el
último momento; y aunque Tú supieras que al tercer día resucitaría, el trance
de la muerte era real; te quitaron a Jesús por la muerte más injusta que se
haya podido dar en todo el mundo en todos los siglos; siendo la suprema
inocencia y la bondad infinita, fue torturado y muerto con la muerte más
ignominiosa; tan caro pagó nuestro rescate por nuestros pecados; y Tú, Madre
nuestra adoptiva le acompañaste en todos sus sufrimientos: y ahora te quedaste
sola, llena de aflicción; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos
del mismo, concédenos a cada uno de nosotros la gracia particular que te
pedimos…
Dios te salve María.
MÚSICA:
María Mírame.
PADRENUESTRO/AVEMARÍA/GLORIA
DESPEDIDA
Feliz final de Cuaresma y Feliz Semana Santa en
unión y fraternidad.