15 mayo 2020
14 mayo 2020
¡EL TIEMPO SE PARÓ!
En la tarde de hoy la Junta de
Gobierno ha podido acercarse a nuestra Parroquia para proceder al desmontaje
del altar que se preparó con motivo de los Cultos Cuaresmales y que fueron
interrumpidos a causa de la pandemia que sufrimos.
Durante más de dos meses Jesús de
la Humildad ha estado velando por nosotros junto a su Madre Inmaculada en el
Altar Mayor de nuestra Parroquia.
Hoy, todo era extraño, mayo, la
iglesia en penumbra, la lluvia, la campanas, los aplausos y Él allí, sencillo e
imponente a la vez, nos esperaba.. y las miradas se han cruzado mucho rato con
esa sensación de que el tiempo se paró ese 14 de marzo.
Pongamos a sus pies las suplicas
por nuestros hermanos que han fallecido, enfermos y familiares. Demos gracias
por gozar de salud y pidámosle siga velando por el pueblo de Villa del Río.
12 mayo 2020
09 mayo 2020
07 mayo 2020
03 mayo 2020
02 mayo 2020
29 abril 2020
¿QUÉ ES LA RESURRECCIÓN?
ENCUENTRO DE ORACIÓN DE ABRIL 2020
TEXTO INTRODUCTORIO
Volvemos a celebrar la oración que cada último miércoles de mes nos reúne
al lado del Señor.
El COVID-19 ha hecho que aún sigamos confinados en nuestros hogares. Desde
ahí, la Oración es igual de efectiva y en estos momentos más necesaria aun. Y
además, no por esto debemos de celebrar el momento más importante para los
cristianos: la Resurrección de Cristo, que hace que nos arda el corazón como a
los caminantes de Emaús.
Ofrecemos esta Oración por todos los hermanos que han fallecido o están
enfermos a causa de la pandemia que padecemos.
Comencemos sin perder la actitud de silencio y reflexión en un momento de
intimidad en nuestras casas, os invitamos a compartirla en familia.
MÚSICA:
Emaús. Valeria Boccacci.
LECTURA DEL EVANGELIO
Lectura del Santo
Evangelio según San Juan (6,35-40):
En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:
«Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree
en mí no tendrá sed jamás; pero, como os he dicho, me habéis visto y no creéis.
Todo lo que me da el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré
afuera, porque he bajado del cielo no para hacer mi voluntad, sino la voluntad
del que me ha enviado.
Esta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que me
dio, sino que lo resucite en el último día.
Esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él
tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día». Palabra del Señor.
MÚSICA AMBIENTAL DE ORACIÓN
REFLEXIÓN
En este tiempo en el que ya vivimos la Pascua, reflexionaremos
con las palabras de Miguel Payá Andrés, sobre la Resurrección de Jesús: ¿Qué
no es? ¿Qué paso? ¿Qué consecuencias tiene para nosotros?
Pero, para comprender lo que sucedió, vale la
pena ver primero conocer lo que no es la resurrección de Jesús:
1.
No es «revivir», es decir, volver a la vida terrena
como antes. Eso es lo que hizo Jesús con Lázaro, con el hijo de
la viuda de Naim y con la hija de Jairo: restituyó su cuerpo a la vida
ordinaria. Pero después volvieron a morir.
2. No se trata tampoco solamente de la «inmortalidad del
alma», que sería una especie de resurrección a medias. La resurrección se refiere a la entrada en la vida sin fin de toda la
humanidad de Jesús, incluido su cuerpo. Por eso el sepulcro quedó vacío.
3. Tampoco se trata de una «reencarnación», como admiten el hinduismo y el budismo, que consiste en la
transmigración del alma a un cuerpo distinto. El cuerpo de Jesús sigue
siendo el mismo.
4.
Mucho menos es como un «recuerdo vivo» de Jesús, que
habría provocado en sus discípulos la convicción de que seguía presente. Porque fue el encuentro con Jesús resucitado lo que suscitó en sus
discípulos la fe en la resurrección, no al revés.
5.
Y tampoco se trató de una realidad «inventada» por los
discípulos por fraude o alucinación. Después de la
muerte de Jesús, los discípulos estaban tristes, miedosos, incrédulos,
escépticos. Sólo un gran acontecimiento pudo cambiarlos, devolviéndoles el
primitivo entusiasmo por Jesús y por su seguimiento.
Entonces, ¿qué pasó exactamente?
Hay que decir, ante todo, que los evangelios no
nos describen el hecho mismo, el momento de la resurrección, sino sus
consecuencias: que el sepulcro ha quedado vacío y que los discípulos vuelven
a ver al mismo Jesús de antes, incluso con las llagas de su pasión en el
cuerpo; pero con un cuerpo que, siendo el mismo, está en una situación
diferente.
Esta situación diferente queda resaltada por el
hecho de que Jesús puede entrar en una sala estando las puertas cerradas. Y
sobre todo porque no es reconocible a primera vista. No es la Magdalena o los
discípulos los que lo reconocen, sino que es Jesús quien les concede la gracia
de dejarse ver y reconocer.
San Pablo, que es quien más ha reflexionado sobre
este asunto, explica que lo que ha ocurrido es una transformación gloriosa del
cuerpo de Jesús, que, al ser traspasado por el soplo vital del Espíritu
creador, ha sido transformado de corruptible en incorruptible, de débil en
fuerte, de mortal en inmortal. Es decir, el cuerpo de Jesús, aun manteniendo su
identidad y realidad humana, fue capacitado para vivir eternamente en Dios.
Porque lo que realmente sucede después de su muerte es que el Hijo de Dios
vuelve a entrar en la comunidad de amor del Padre pero ya con su humanidad
resucitada. El Verbo que estaba desde siempre junto al Padre, se encarnó
tomando una humanidad como la nuestra. Ahora vuelve al seno de la Trinidad,
pero como Dios y hombre para siempre.
¿Qué significa la resurrección de Jesús para nosotros?
Dice San Pablo: «Si tus labios profesan que Jesús
es el Señor y tu corazón cree que Dios lo resucitó, te salvarás» (Rom 10,9).
Por tanto, la resurrección no sólo tiene consecuencias para la persona de
Jesús, sino también para nosotros. ¿Cuáles son estas consecuencias?
1. La Resurrección de Jesús crea una nueva humanidad. Recompone definitivamente la amistad entre Dios y los hombres, y abre
para éstos la fuente de la vida divina. Jesús resucitado arrastra en su triunfo
a todos los hombres porque tiene el poder de transformarlos a su imagen,
liberándolos de la esclavitud del pecado y de sus consecuencias: la muerte y el
mal físico, moral y psicológico. Esta repercusión benéfica de Cristo resucitado
para el hombre, queda muy bien ilustrada en la curación del lisiado que pedía
limosna en el Templo por Pedro. El apóstol le dio lo mejor que tenía, el don de
Cristo resucitado: «No tengo plata ni oro, te doy lo que tengo: En nombre de
Jesucristo Nazareno, echa a andar» (Hch 3,6-8). El vigor físico recobrado y el
gozo espiritual del lisiado, que da un alto y se pone a alabar a Dios, es señal
de la nueva humanidad inaugurada y realizada por la resurrección de Jesús. El
hombre recupera su libertad integral.
2. La Resurrección de Jesús es el cumplimiento de la
esperanza humana de inmortalidad. El hombre nunca
se ha acostumbrado a morir, siempre ha soñado con vivir para siempre. Pero la
dura experiencia de la vida le ha amargado siempre con la perspectiva del
sufrimiento inevitable y de la muerte. Pues bien, ahora descubre que el dolor y
la muerte no son la última palabra, que la vida no es un enigma sin meta ni
salida. Lo que le ha pasado a Jesús nos pasará también a nosotros, su
resurrección es fundamento y garantía de la nuestra.
3. La Resurrección de Jesús nos da una nueva luz y una
nueva energía para soportar las dificultades de la vida. En ella hemos aprendido que Dios no es alguien que se conforme con las
injusticias, como la de matar al mejor hombre que ha pisado nuestra tierra. Que
Dios no ha creado hijos para que acaben en el sufrimiento y la muerte. Desde
entonces sabemos que nuestras cruces acabarán en felicidad, nuestro llanto en
cantares de fiesta. Que todos los que luchan por ser cada día más hombres, un
día lo serán. Que todos los que trabajan para construir un mundo más humano y
justo, un día lo disfrutarán. Que todos los que creen en Cristo y le siguen, un
día sabrán lo que es vivir. Que todos los que tienen sed de amor, un día
quedarán saciados.
4.
La Resurrección de Jesús hace posible nuestro
encuentro con él. Jesús es el Viviente que, estando ya junto al
Padre para interceder por nosotros, se hace presente en nuestra vida para
acompañarnos en nuestro caminar: «Yo estaré con vosotros todos los días hasta
el fin del mundo» (Mt 28,20). La vida de cada uno de nosotros la vivimos dos,
Jesús y yo. Y esta presencia amorosa y liberadora de Jesús en nuestras vidas
cobra especial vigor cuando nos reunimos para la «fracción del pan». Porque en
la eucaristía, no sólo recordamos su muerte y resurrección, sino que
participamos realmente de su vida divina, hasta que lleguemos al encuentro definitivo.
5.
La Resurrección de Jesús crea la Iglesia. Los discípulos se dispersaron en el momento de la pasión y de la
muerte. Jesús resucitado los vuelve a convocar y establece definitivamente su
familia, la Iglesia, que es la comunidad de los que han conocido la Buena
Noticia de la resurrección y en la que se comparte y aviva la experiencia del
Resucitado.
6. La Resurrección de Jesús nos envía como testigos a
todo el mundo. En las apariciones, Jesús encargó a sus
discípulos la misión definitiva: «Como el Padre me ha enviado, así os envío yo»
(Jn 20,21). «Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced
discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado»
(Mt 28,18-20).
7. La Resurrección de Jesús es experiencia de
misericordia y de perdón. Jesús perdona la traición
de Pedro y el abandono de los demás discípulos. Pero, además, les encarga el
ministerio del perdón: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los
pecados les quedan perdonados; a quienes se los retengáis les quedan retenidos»
(Jn 20,22-23).
8.
La Resurrección de Jesús es un acontecimiento de
verdadera promoción de la mujer. Los
sentimientos profundos de fidelidad y de piedad de las discípulas de Jesús, les
dieron el coraje de acompañarlo hasta la cruz y de ser las primeras en
acercarse al sepulcro. Y Jesús se lo premió haciéndolas las primeras en recibir
el anuncio jubiloso de la resurrección, las primeras en encontrarse con el Señor
resucitado y las anunciadoras de la noticia a los apóstoles. Se produce aquí
una revaloración radical de las mujeres. Para los judíos, no valía la pena
perder el tiempo enseñando la Ley a las mujeres. Para Jesús, ya no son las
últimas sino las primeras en conocer y transmitir la verdad fundamental de su
resurrección.
A la vista de la importancia central de la
resurrección de Jesús para nuestra vida, cabría hacer una última observación.
La espiritualidad y la piedad cristiana tradicional ha insistido mucho en el
acompañamiento del Jesús sufriente. Así se explica la importancia que tiene la
Semana Santa y venerables prácticas piadosas como el «Vía crucis». Y esto ha
quedado plasmado en la iconografía: Cristo crucificado es la imagen más
frecuente en templos, casas y hasta en caminos. ¿Seguimos con igual
intensidad a Cristo glorificado? San Ignacio de Loyola, en sus Ejercicios
Espirituales, junto al «Vía crucis» (Camino de la cruz), propone un «Vía lucis»
(Camino de la luz), es decir, una contemplación de catorce apariciones del
Resucitado. ¿No necesitaríamos los cristianos actuales insistir más en la
espiritualidad pascual, ser más expertos en el canto de la Pascua, que es el
canto a la vida, al triunfo definitivo de todo lo que es vida?
Reflexión personal:
- ¿Entendemos la Resurrección de Jesús?
- ¿Nos hace esta nuevas personas? ¿Crea en
nosotros nuevas actitudes?
- ¿Anunciamos como los apóstoles con alegría el
Evangelio?
-¿Comprendemos las trascendencia de facilitar
diariamente, con nuestras obras y palabras, nuestro encuentro con Cristo
Resucitado?
MÚSICA:
Pescador de hombres.
Señor que la alegría de tu Resurrección sea
esperanza para todos los que creemos en tu palabra y esperamos gozar de Vida
Eterna. Que tu Resurrección nos infunda espíritu misionero para proclamar la
grandeza de Dios-Padre.
PADRENUESTRO/AVEMARÍA/GLORIA
27 abril 2020
25 abril 2020
18 abril 2020
12 abril 2020
10 abril 2020
09 abril 2020
08 abril 2020
ORACIÓN MIÉRCOLES SANTO 2020
8 de Abril
de 2020. 9.30 de la noche.
INTRODUCCIÓN
Guardando recogimiento
(podemos encender una vela), en oración, nos ponemos en presencia de Cristo, de
Jesús en su Humildad: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amen.
DIOS ESTÁ AQUÍ. - Yuli & Josh
Hermanos Paz y Bien.
Hoy es Miércoles Santo, y nuestro corazón se agita, sabe que
es un día importante en nuestro calendario, sabe que hay una cita obligada con
Aquél que vela cada instante por nosotros, con el Jesús humilde, encorvado y
maniatado que esperamos ansiosos en las puertas de nuestra Parroquia.
Coincidiendo con el confinamiento decretado por la terrible
pandemia que sufrimos, comenzaban los cultos que cada año dedicamos en honor a
nuestro Señor. Todo había sido dispuesto como siempre, mimando el detalle: las
flores, las velas, las insignias…
Pero todo quedó detenido en el tiempo, y allí solo, sin
rezos, sin velas encendidas, sin incienso, ni miradas… quedó el Señor de la
Humildad. Arriba, presidiendo el Altar Mayor, allí quedó, allí sigue; en el eco
del templo, en el silencio, en la más absoluta soledad, como en su retiro
cuaresmal al desierto y como en su oración en Getsemaní.
Allí sigue, solo, representando a cuantos hoy viven la muerte
de sus familiares sin poder despedirse de ellos. Solo, como los enfermos aislados
en los hospitales o privados del cariño de los que más quieren, a tan solo un
tabique de distancia. Solo, como los médicos, sanitarios y fuerzas de seguridad
que velan, que se la juegan por nosotros, mientras nos quejamos de no poder
salir a tomar una cerveza.
Solo, como los ancianos que fallecen en sus hogares o en residencias,
y de los que ahora nos preocupamos, porque nuestra vida se llena de demasiadas
preferencias antes que prestarles atención: una visita, una llamada, un abrazo…
Allí sigue, solo, cabizbajo, avergonzado, derrotado,
ofendido, humillado, como la dignidad de muchos de nuestros hermanos refugiados
y pobres. Solo, callado, sentenciado como solemos hacer con nuestras críticas y
nuestros juicios fáciles.
Allí sigue, presidiendo la grandeza de nuestra Parroquia, como
faro de luz, como ejemplo en el que mirarse. Dios ha querido que sea el suyo el
mensaje principal en estos momentos: solo, coronado de espinas, maltratado,
expuesto y sacrificado siendo Dios para regalarnos la lección de la Humildad.
Humildad para conocerse y saber de nuestra pequeñez, Humildad
para perdonar, para debatir, para conciliar. Humildad para unirse, para
entenderse y luchar contra esta pandemia. Humildad para hacernos sensibles a
los demás y a nuestras debilidades. Humildad para convivir, para compartir con
los de casa y con los vecinos. Humildad para reconocer el gran regalo de las
cosas pequeñas: un paseo, un baño en el mar o una charla de amigos. Humildad
para ser mejores en las relaciones y en el encuentro con los que menos tienen.
Hoy es Miércoles Santo y esta familia franciscana no puede
reunirse, pero sí que puede hacerlo poniendo en nuestras oraciones y en
nuestras obras el color azul de la Humildad. Esa ha de ser nuestra bandera,
nuestro distintivo: Humildad durante todo el año. Sintiéndonos orgullosos de
esta Hermandad: que con su trabajo y esfuerzo intenta dar ejemplo del nombre de
su Señor.
Hoy es un Miércoles Santo diferente, pero no dudéis que
aunque no podamos encontramos en la Parroquia, en nuestra casa. Aunque no preparemos
el hábito de Nazareno, de acólito o de mantilla. No doblemos el costal y
calcemos las zapatillas. Aunque no se abran las puertas, no se escuchen los
sones de nuestra agrupación, y no caigan las flores sobre su paso…
ÉL, que preside desde el altar mayor, que preside nuestro
corazón, saldrá a nuestro encuentro en nuestras casas, en la procesión más
sentida y más cercana. Regalándonos “levantás” del ánimo, de fuerza para
superar estos momentos. Nos aliviará el cansancio con el “Agua viva”. Resonará su
voz en nuestro interior: “la luz no se enciende para ponerla en un lugar
escondido”, por ello, seamos “luz de humildad” para nuestras familias y
hermanos sabiendo siempre que Él nunca, nunca, nos abandona.
¡QUE NO SE QUEDE SOLO!
SI CONOCIERAS COMO TE AMO. Hermana Glenda.
LECTURA DEL SANTO
EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO (26,14-25):
En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, a
los sumos sacerdotes y les propuso: «¿Qué estáis dispuestos a darme, si os lo
entrego?»
Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde
entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.
El primer día de los Ázimos se acercaron los discípulos a
Jesús y le preguntaron: «¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?»
Él contestó: «ld a la ciudad, a casa de Fulano, y decidle:
"El Maestro dice: Mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu
casa con mis discípulos."»
Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y
prepararon la Pascua. Al atardecer se puso a la mesa con los Doce.
Mientras comían dijo: «Os aseguro que uno de vosotros me va a
entregar.»
Ellos, consternados, se pusieron a preguntarle uno tras otro:
«¿Soy yo acaso, Señor?»
Él respondió: «El que ha mojado en la misma fuente que yo,
ése me va a entregar. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él; pero,
¡ay del que va a entregar al Hijo del hombre!; más le valdría no haber nacido.»
Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: «¿Soy yo
acaso, Maestro?»
Él respondió: «Tú lo has dicho.»
Palabra del Señor
REFLEXIÓN EL EVANGELIO
Esta lectura no narra el momento que Jesús sabe de la
traición de Judas. Traición suena desgarrador. Es como decir que algo se rompe:
la amistad, la esperanza, la honestidad, la justicia, el amor… Algo se te rompe
por dentro cuando traicionas porque en el fondo siempre TE traicionas a ti un
poco, ¿no?
La traición al otro también conlleva la traición a uno mismo.
-
¿Cuáles
son nuestras propias traiciones?
-
¿Continúo
con un proyecto que me aterra, con aquello que me cuesta, aun sintiendo que es mi lugar y mi momento y
que Dios también lo quiere?
-
¿Tomo
la iniciativa entre los más cercanos de casa para poner algo de alegría,
esperanza, cariño mutuo... en lugar de quedarme en el sofá con “mis cosas”?
-
¿Traicionamos
nuestros valores, nuestras creencias, nuestras formas según nos convenga?
NADA TE TURBE. Taize
PETICIONES
Pongamos a los pies
del Señor de la Humildad nuestras suplicas y esperanzas:
Por los que dudan,
los violentos, por los que sienten envidia, por los que mienten, los que se
siente superiores de los demás. Por los que abusan de su poder, por los que
rechazan a Dios, por los que traicionan,
por los que rehúsan servir a los demás.
Roguemos al Señor: Te rogamos óyenos.
Por la creación, por
todos y cada uno de los habitantes de la tierra, por los seres vivos, por el
respeto a la naturaleza; regalo de Dios al hombre. Por la concienciación en el
cuidado de los animales, las plantas y todas las criaturas.
Roguemos al Señor: Te rogamos óyenos.
Por que sufren
soledad y enfermedad, por los hambrientos, por los cristianos perseguidos y los
refugiados.
Roguemos al Señor: Te rogamos óyenos.
Por las vocaciones,
por las órdenes religiosas; especialmente por las Franciscanas Misioneras de la
Madre del Divino Pastor.
Roguemos al Señor: Te rogamos óyenos.
Por todos los que
luchan en primera fila para erradicar esta pandemia: Sanitarios,
transportistas, policía, guardia civil, comerciantes, etc… Por los hermanos que
han fallecido y por los que padecen la enfermedad.
Roguemos al Señor: Te rogamos óyenos.
Por nuestro Grupo
Joven y de Oración, para que el Señor los siga alentando a seguir con este
encuentro cada mes. Para que encuentren en Él la cercanía de un Dios Padre que
siempre está con nosotros.
Roguemos al Señor: Te rogamos óyenos.
Por nuestros
Hermanos difuntos: Alfonso Romero, Pedro Notario, Andrés Orozco, Juan, Manola y
Jacoba Navarro, Juan Marchal, Estrella Domingo, Juan Arjona, Bartolomé Navarro,
José Molina, Sebastián Centella,
Cristóbal Romero, María Terrón, Juan Agapito, Francisco Robles, Enrique
Torralba, Francisca Orozco, M. Carmen Castro, Juan Solís, Miguel Lope, Enrique
Sánchez y Antonio García.
Roguemos al Señor
de la Humildad: Te rogamos óyenos.
Por nuestra Hermandad
(Costaleros, Nazarenos, Mantillas, Acólitos, Hermanos todos, Comisión Barrabás,
Junta de Gobierno), por nuestra Parroquia, por todos los que estamos celebrando
el Miércoles Santo, por las personas que conforman la Iglesia, por nuestro Papa
Francisco y por todos los que se sienten Hermanos en el amor al Señor de la
Humildad. Roguemos al Señor: Te rogamos óyenos.
ACCIÓN DE GRACIAS
Demos gracias a Dios
por la vida y por todo lo bueno que nos concede cada día. Demos gracias por
pertenecer a esta Hermandad y a la familia Franciscana. Gracias Señor, por
darnos a Francisco de Asís y María Ana Mogas como ejemplo vivo de Amor y
Fraternidad. Gracias por hacernos fuertes en la adversidad y en la unión.
Gracias por traernos la Esperanza en la Resurrección y en la Vida Eterna.
Gracias Señor de la Humildad por poder estar aquí contigo para poder dar
testimonio de la Misericordia de Dios.
PARA FINALIZAR REZAMOS:
Padrenuestro/Avemaría/Gloría.
HALLELUJAH.
Pentatonix
VÍDEO HUMILDAD VILLA DEL RÍO 2020
Vídeo catequético que habitualmente la Hermandad de lanza en Cuaresma pero dada las suspensión de los desfiles procesionales edita con motivo del Miércoles Santo 2020. Este año se inspira en las palabras del Profeta Isaías 53:7.
07 abril 2020
05 abril 2020
03 abril 2020
Suscribirse a:
Entradas (Atom)