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DIOS TE SALVE MARÍA
ENCUENTRO DE ORACIÓN. MAYO 2022
Hoy hemos vuelto a celebrar la oración que nos reúne al lado del Señor.
Termina Mayo, mes de María y hemos meditado a través de la exaltación de una de las oraciones mas populares para los cristianos, el Ave María. Hemos tomado conciencia de la fuerza y la profundidad de cada una de las palabras de esta hermosa oración a la Madre de Jesús.
Ha sido ofrecida por todos los que ponen en María su confianza. Extraemos un fragmento:
REFLEXIÓN: AVE MARÍA
Dios te salve
Te saludo con todo mi amor y con toda la alegría de mi corazón. Dios te
salve, Bendita.
Y bendícenos a nosotros, los hijos de la Bendita entre todas las mujeres. Todos
tus hijos del mundo, en las ciudades, en los valles y montañas de los cinco
continentes te saludan a diario cuando rezan el avemaría. Yo me uno a ese coro
de hijos amantes y felices.
Oh Madre bendita. Sí, bendita mil veces, bendita para siempre. Dios te salve.
María
Me encanta pronunciar tu nombre porque es el tuyo: María, Virgen María. Tu
nombre ha poblado de bellas iglesias las ciudades y las montañas. Lo pronuncian
con grandísimo amor y ternura los jóvenes, los adultos y los niños.
Tu nombre lo llevan con orgullo santo millones de mujeres del mundo
cristiano. Porque te aman y porque quieren parecerse a Ti.
Necesitamos de verdad en nuestro mundo muchas Marías que tengan un corazón parecido
al tuyo.
María bendita, míranos con tus ojos purísimos, y llénanos de tu perfumada
presencia, de tu ternura inmensa, de tu fe y de tu amor.
Dios te salve, María…
Llena eres de gracia
Cántaro que rebosa de la gracia, de la vida de Dios, de su amor inefable,
de su santidad.
Más santa y pura que todos los santos, más que los querubines y serafines. Por
eso la belleza de tu alma y de tu rostro son el encanto de tu Dios. Y el encanto
de nosotros también.
Nos colma de tanta alegría saber que nuestra madre es tan santa, tan bella,
tan pura y sencilla.
Así te saludó el ángel: Llena de gracia, impresionado de tu alma.
Dios te salve, María, llena eres de gracia…
El Señor es contigo
Esta frase de la Biblia siempre va después del “No tengas miedo”.
Desde que naciste Dios ha estado contigo, porque te cuidó como a su perla
preciosa, a su rosa exquisita. Él te preparó desde muy niña con sus manos para
que fueras después su Madre. Todo el amor infinito de Dios cuidando a María.
Estuvo contigo en tus años de infancia cuidando a la niña más bella y en la
adolescencia preparando tu alma y tu cuerpo bendito y santísimo para la
maternidad.
El Señor está contigo: Te lo dijo un arcángel y él sabía lo que decía.
Contigo estuvo en los años de tu embarazo, dentro de tu seno, haciéndose un
niño por amor a nosotros. Toda tu vida terrena estuvo contigo.
Y Tú estuviste con Él. Fuiste madre, nueva Eva, corredentora. Estuvo
contigo en la cruz, muriendo junto a Ti. También estuviste Tú con Él, hasta que
murió en el patíbulo y pasó de los brazos muertos de la cruz a los brazos vivos
y amorosos de su madre.
Estuvo contigo en los años de tu soledad, santificando a su madre
amadísima, para que llegara al cielo resplandeciente como el sol. Contigo está
y estará por toda la eternidad.
Dios te salve, María, llena eres de gracia, El Señor es contigo….
Bendita Tú eres entre todas las mujeres
Tú eres la imagen perfecta, única de la mujer que quiso crear.
Por eso, las mujeres deben parecerse a Ti, modelo preciosísimo de la mujer.
Llamarse como Tú es una buena elección. Pero parecerse a Ti debe ser su
ideal.
Modelo de niña y mujer, adorable modelo de madre y esposa.
Porque Tú pasaste por todas las etapas del crecimiento de la mujer, enseñando
cómo se puede ser una gran mujer, una mujer santa, un apóstol de Jesús, y,
además, una mujer feliz...
Con muy poco presupuesto, en una casita humilde, pero donde estaba Dios, y
donde Dios está nada hace falta.
Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita Tú eres entre todas las mujeres…
Y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús
Bendita la flor, bendito también el fruto. Jesús, el amado del Padre ha
nacido de Ti como la rosa del rosal. Jesús te pertenece, es tuyo, hijo tuyo, fruto
de tus purísimas entrañas.
Y Tú eres de Jesús, toda de Jesús, pues Él, además de ser hijo tuyo, es tu
Dios omnipotente.
Jesús y Tú sois, además, de nosotros.
Jesús, porque Tú nos lo diste, en un gesto de amor único y lleno de
misericordia…
Y Tú nos perteneces porque Él te convirtió en Madre, en Madre nuestra.
Entre las palabras que siempre meditas en tu corazón, están éstas:
“Ahí tienes a tu hijo, ahí tienes a tu madre”.
Para nosotros esta sola frase constituye todo un evangelio, una buena
nueva.
Si Jesús es nuestro, si María es nuestra, ¿qué dificultad no se podrá
derrotar?
¡Qué poco felices nos atrevemos a ser cuando nos han dado la llave de la
felicidad, de la felicidad completa y eterna!
Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita Tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre Jesús.
Santa María
Si María es tu nombre, santa, santísima es tu sobrenombre,
Por eso tu nombre nos produce inmensa alegría y al mismo tiempo gran
respeto. Espiga dorada pletórica de fruto, mística rosa perfumada.
Santa María, dulce Madre, Virgen pura, Reina bellísima y sencilla campesina de la entrañable campiña de Nazaret.
Madre de Dios
Te amamos como Madre nuestra y te veneramos como madre de Dios, grandeza incomparable
que te ennoblece y nos llena de orgullo santo, porque nuestra madre es también
madre de Dios.
Para tan alto privilegio se requería una Madre virgen, una virgen santa, una
mártir del alma, una criatura llena de gracia y una humildísima esclava del
Señor, que supiera decir: Hágase en Mí según tu palabra.
¿Cómo pudiste poseer al mismo tiempo la máxima grandeza y la más fina y
profunda humildad?
Dios te consideró digna madre suya. Aceptó ser Hijo de tus entrañas. Te
hizo grande el que todo lo puede y tú te hiciste pequeña como una esclava al
completo servicio de tu Señor. Madre y esclava del Señor.
Como Madre de Dios me infundes un respeto inmenso.
Como esclava del Señor una ternura infinita.
Ruega por nosotros, pecadores
Somos tus hijos pecadores. Somos hijos pródigos que hemos recorrido los
senderos del pecado y del hastío. Fuimos hijos de una madre pecadora, antes de
ser aceptados por una Madre Inmaculada.
Ruega a tu Hijo omnipotente, Tú que eres la omnipotencia suplicante.
Ruega siempre para que no nos engañe más el padre de la mentira.
Dile a Jesús que no tenemos vino, que se nos ha terminado la alegría y el
amor.
Pide para nosotros el milagro de la resurrección cuando caemos muertos de
cansancio y de dolor.
El que dijo ser la resurrección y la vida es hijo tuyo.
El que dijo ser la Verdad y la Vida, te llama Madre.
Entonces, suplícale que nos otorgue la resurrección y la vida.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores…
Ahora…
El día de hoy, El día de las oportunidades de santificarnos o de pecar. Hoy,
el día al que le basta su afán. El único día que tenemos en las manos. Que lo
llenemos de amor y de bondad.
Ahora líbranos de caer en la tentación. Hoy que sepamos amar a nuestros
prójimos. Hoy que no endurezcamos el corazón. Hoy que oigamos la voz del
Espíritu Santo. Ahora, en este presente que se transforma constantemente en
futuro.
Hoy, que el día de hoy amemos, nos santifiquemos, seamos instrumentos de la paz de Jesús. Hoy, en esta pequeña vida que es el día presente.
Y en la hora de nuestra muerte. Amén.
En ese momento en el que se juega nuestra salvación eterna. Ese último día
que sepamos decir un último “Te amo en este mundo” para repetirlo en la otra
vida por siempre.
Ruega por los que en ese momento no están preparados, para que si no
vivieron en gracia, mueran en gracia de Dios y no vayan al eterno dolor.
Ruega por los niños cuyo primer día de vida coincide con el de su terrible muerte.
Así como lograste que el buen ladrón se arrepintiera el día de su muerte, consigue
esa misma gracia a los pecadores más rudos, a los que no aceptan a tu Hijo.
Une a la misericordia de Dios, tu bondad maternal para salvarles.
Ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.
ORACIÓN FINAL:
Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea,
pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza.
A ti, celestial princesa, Virgen sagrada, María,
te ofrezco en este día alma, vida y corazón.
¡Mírame con compasión! ¡No me dejes, Madre mía¡
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