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ABUELOS...
ENCUENTRO DE ORACIÓN DE JULIO DE 2023
TEXTO INTRODUCTORIO
Volvemos a celebrar la oración que nos reúne al lado del Señor.
Inmersos en pleno verano, cerramos un mes lleno de festividades importantes; como la Virgen del Carmen, el apóstol Santiago y San Joaquín y Santa Ana.
Hoy reflexionaremos sobre el papel de estos últimos, los abuelos en el devenir de la vida.
Ofrecemos esta oración por todos los abuelos y por todos los mayores que viven en soledad, en residencias, o culminan su vida entregada a cualquier orden religiosa. En general, por todos los que han sido testimonio de Fe para las generaciones venideras.
Comencemos sin perder la actitud con la que siempre venimos aquí.
LECTURA:
Lectura del libro del Eclesiástico. 44,1.10-15
Hagamos el elogio de los hombres de bien, de la serie de nuestros
antepasados. Fueron hombres de bien, su esperanza no se acabó; sus bienes
perduran en su descendencia, su heredad pasó de hijos a nietos. Sus hijos
siguen fieles a la alianza, y también sus nietos, gracias a ellos. Su recuerdo
dura por siempre, su caridad no se olvidará. Sepultados sus cuerpos en paz,
vive su fama por generaciones; el pueblo cuenta su sabiduría, la asamblea
pregona su alabanza.
Palabra de Dios.
MÚSICA:
Dedicada a los abuelos.
https://www.youtube.com/watch?v=8G8YGy7aaWs
REFLEXIÓN: Abuelos.
(Basado en un artículo “Juventud y valores” de Edgardo Palacios)
Pasa un niño corriendo, llevando todo por delante, como que no mira el camino. Es mi nieto y me preocupa su futuro.
Lo llamo. Como todo niño moderno, la tecnología es parte de su vida.
- Querido nieto, trae tu móvil que vamos a grabar.
Sin preguntar, lo trae y con cara pícara, pregunta:
- ¿Qué vamos a grabar abuelo? Te contaré mi historia.
Fue una vida común. Ni soñamos con este progreso. Imagínate que enfriábamos las botellas en un barreño, en un pozo de agua y la carne, a la sombra, colgaba de un árbol frondoso, en un cajón y con tela metálica, para que no entraran los bichos. Ahora existen los frigoríficos, para conservar por más tiempo.
Donde yo vivía, no había agua para beber. Esperábamos el tren cisterna que traía agua una vez a la semana, no había remedios, ni leche para un niño, la ropa era siempre la misma y estrenar alpargatas nos hacía importantes.
-
¿Te das cuenta, querido nieto, cómo vivía?
Cuántas cosas trajo el progreso. Aquí me tienes, disfrutando de tantos adelantos, el mes que viene cumplo noventa años. Ya sé que me voy, me queda poco y a ti querido nieto te va a quedar este recuerdo.
A pesar de no tener comodidades, había gente muy buena, nos criamos con el valor de la palabra, no se firmaban papeles, éramos como hermanos con los vecinos. Ahora hasta se reniega para cobrar lo firmado, la amistad está llena de traiciones y una firma de garantía te deja de patitas en la calle. A un vecino se le mira de reojo y si te saluda parece que te va a morder.
Había una diferencia entre quien era el padre y quien era el hijo, no sabíamos enseñar mucho porque la mayoría no fuimos a la escuela. Ahora van todos y los padres educan menos que antes.
Antes un chico como tu respetaba a un mayor desconocido, y ningún hijo levantaba la voz a su padre, fumar era de grandes y pedíamos permiso. Ahora mi niño, el progreso ha traído algunos dolores de cabeza, con falta de respeto a la familia y a la gente porque no les costó sacrificios ganar esas comodidades.
Hoy, hay jóvenes que no respetan, no valoran y buscan sensaciones nuevas en drogas y en otras opciones poco saludables.
Los abuelos no eran meros niñeros en unas sociedad fría y fugaz, sino que eran el motivo de encuentro y reunión de toda la familia.
Éramos felices con poco, suponíamos una fuente de sabiduría y valores de la vida. Y más allá de todo eso, éramos pilares de Fe educando en el amor a Dios y a su Madre, María. Desde la más sencilla oración a pie de cama hasta acompañar a nuestros hijos y nietos en los sacramentos más importantes.
Estas son las palabras de tu abuelo, no sé cuánto viviré todavía, pero sí puedo decirte, que deseo que seas un hombre con valores y seas feliz teniendo sentido de servicio y entrega a los demás tengan la edad que tengan.
PREGUNTAS REFLEXIÓN:
¿Exigimos demasiado a los abuelos?
¿Damos por hecho que tienen que sacrificarse por la forma de vida que lleva la sociedad actual? ¿Acaso no les ha llegado el momento de descansar y disfrutar? ¿Valoramos su papel lo suficiente?
¿Cuándo fue la última vez que compartí con mis abuelos lo que significan para mí?
¿Qué recuerdos tengo de mis abuelos y cuánto influyeron en el desarrollo de mi fe?
Respecto a mis nietos, ¿me preocupo de sus valores y de su cercanía a Dios?
¿Visito y atiendo las necesidades de mis abuelos?
¿Valoro su labor y la capacidad de trabajo y esfuerzo que han realizado por la familia a pesar de los años?
¿Comprendo y acepto sus limitaciones mostrándoles cariño y atendiéndolos para que se encuentren asistidos en todos los sentidos?
MÚSICA:
Quiero servirte. Celines.
https://www.youtube.com/watch?v=h0BYdnyFQIs
ORACIÓN FINAL: Oración por los abuelos.
Señor Jesús: Tú naciste de la Virgen María, hija de San Joaquín y Santa Ana. Mira con amor a los abuelos de todo el mundo.
¡Protégelos! Son una fuente de enriquecimiento para las familias, para la Iglesia y para toda la sociedad. ¡Sosténlos! Que, cuando envejezcan, sigan siendo para sus familias pilares fuertes de la fe evangélica, custodios de los nobles ideales hogareños, tesoros vivos de sólidas tradiciones religiosas.
Haz que sean maestros de sabiduría y valentía; que transmitan a las generaciones futuras los frutos de su madura experiencia humana y espiritual.
Señor Jesús, ayuda a las familias y a la sociedad a valorar la presencia y el papel de los abuelos. Que jamás sean ignorados o excluidos, sino que siempre encuentren respeto y amor.
Ayúdales a vivir serenamente y a sentirse acogidos durante todos los años de vida que les concedas.
María, Madre de todos los vivientes, cuida constantemente a los abuelos. Acompáñalos durante su peregrinación terrena y, con tus oraciones, haz que todas las familias se reúnan un día en nuestra patria celestial, donde esperas a toda la humanidad para el gran abrazo de la vida sin fin. Amén.
PADRENUESTRO, AVEMARÍA Y GLORIA