ENCUENTRO DE ORACIÓN DE MAYO DE 2025
Termina mayo,
y volvemos a las plantas del Señor Humilde a vivir este tiempo pascual que avanza
y nos llena de alegría en el mes de María, Divina Pastora.
También hemos
conocido al nuevo Papa León XIV, al que deseamos un pontificado inspirado por
la fuerza del espíritu Santo, y como él mismo repitió en su primera
intervención, un pontificado lleno de Paz en el mundo.
Hoy, un
bello texto del Papa Francisco nos invita a reflexionar sobre María, Madre y Maestra
en nuestro caminar cristiano.
Ofrecemos
esta oración por todas las madres del mundo; por aquellas que sufren el dolor
de la pérdida de un hijo, aquellas que son incomprendidas, poco valoradas, que
luchan para sacar adelante a sus familias, aquellas que a pesar de haberse dado
no reciben el amor de los suyos.
Comencemos sin
perder la actitud con la que siempre venimos aquí.
LECTURA: Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 1, 39-47.
En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región
montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el
niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran
voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de
dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis
oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno.
¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de
parte del Señor!»
Y dijo María: «Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu - se alegra en
Dios mi salvador
- Palabra de Dios.
MÚSICA: Quiero decir que sí. Athenas, Verónica Sanfilippo, Kairy Marquez.
https://www.youtube.com/watch?v=3pu-FeretC8
REFLEXIÓN: María… Madre.
“María es madre y una madre se preocupa sobre todo por la salud de sus
hijos… ¿Qué quiere decir esto? Pienso sobre todo en tres aspectos: nos ayuda a
crecer, a afrontar la vida y a ser libres.
1. Una mamá ayuda a los
hijos a crecer y quiere que crezcan bien, por ello los educa a no ceder ante la
pereza - que también se deriva de un cierto bienestar –, a no conformarse con
una vida cómoda que se contenta sólo con tener algunas cosas. La mamá cuida a
los hijos para que crezcan más y más, crezcan fuertes, capaces de asumir
responsabilidades, de asumir compromisos en la vida, de tender hacia grandes
ideales.
2. Una mamá, además piensa
en la salud de sus hijos, educándolos también a afrontar las dificultades de la
vida. No se educa, no se cuida la salud evitando los problemas, como si la vida
fuera una autopista sin obstáculos. La mamá ayuda a los hijos a mirar con
realismo los problemas de la vida y a no perderse en ellos, sino a afrontarlos
con valentía, a no ser débiles, y saberlos superar, en un sano equilibrio que
una madre “siente” entre las áreas de seguridad y las zonas de riesgo. Y esto
una madre sabe hacerlo. Lleva al hijo no siempre sobre el camino seguro, porque
de esta manera no puede crecer. Pero tampoco solamente sobre el riesgo, porque
es peligroso…
3.Un último aspecto: una buena mamá
no sólo acompaña a los niños en el crecimiento, sin evitar los problemas, los
desafíos de la vida; una buena mamá ayuda también a tomar las decisiones
definitivas con libertad…
Pero ¿Qué significa libertad? Por cierto, no es hacer todo lo que uno
quiere, dejarse dominar por las pasiones, pasar de una experiencia a otra sin
discernimiento, seguir las modas del momento. Libertad no significa, por así
decirlo, tirar por la ventana todo lo que no nos gusta. La libertad se nos dona
¡para que sepamos optar por las cosas buenas en la vida!”
“María no nos deja solos; la Madre de Cristo y de la Iglesia está siempre
con nosotros. Siempre camina con nosotros, está con nosotros (…) María nos
acompaña, lucha con nosotros, sostiene a los cristianos en el combate contra
las fuerzas del mal.
La que ha recibido el don más precioso de parte de Dios, como primer gesto
de respuesta se pone en camino para servir y llevar a Jesús. Pidamos a la
Virgen que nos ayude también a nosotros a llevar la alegría de Cristo a
nuestros familiares, compañeros, amigos, a todos…
Estamos llamados, cada uno de nosotros, a anunciar el Evangelio y promover
con alegría la cultura del encuentro. La Virgen María es nuestro modelo. En su
vida ha dado el ‘ejemplo de aquel amor de madre que debe animar a todos los que
colaboran en la misión apostólica de la Iglesia para engendrar a los hombres a
una vida nueva’.
Y henos aquí, llegados al término de estas meditaciones sobre la figura de
María. Es cierto que también todos los Evangelistas nos hablan de María con la
intención última de decir lo que desean acerca de Jesús. Sus discursos acerca
de Cristo encuentran en ella luz y apoyo. Pero ninguno pudo prescindir de ella
para hablar de Jesús y presentárnoslo como Evangelio, que, es decir: como
anuncio de salvación.
María no es el Evangelio. No hay ningún evangelio de María. Pero sin María
tampoco hay Evangelio.
Ella no sólo es necesaria para envolver a Jesús en pañales y lavarlos... No
sólo es necesaria para sostener los primeros pasos vacilantes de su niño sobre
nuestra tierra de hombres. Su misión no sólo es contemporánea a la del Jesús
terreno, sino que va más allá de su muerte en la Cruz: acompaña su Resurrección,
el surgimiento de su Iglesia y es Esperanza en nuestros días.
1. ¿Es María tu nexo con
Jesús, interventora y mediadora en los momentos de tu vida?
2. ¿Sabemos que María, Madre
de Dios y nuestra no nos abandona, como hizo con su Hijo Jesús en su pasión y
muerte?
3. ¿Vemos en Ella un
ejemplo de servicio que nos mueve a ser misioneros del Evangelio?
4. ¿Valoramos su sencillez,
su saber estar, su entereza, y su alegría?
5. ¿Apostamos como María, y
nos dejamos llenar por lo que Dios quiere para nosotros?
6. ¿La hacemos presente en acontecimientos
familiares, cenas, fiestas, etc… o nos avergonzamos de manifestar nuestro a mor
a la Madre de Cristo?
MÚSICA: Cómo tú quiero ser.
https://www.youtube.com/watch?v=zTh1q_78wPU
ORACIÓN FINAL: Dios te Salve.
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura
y esperanza nuestra: Dios te salve.
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva;
a ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle
de lágrimas.
Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a
nosotros esos tus ojos misericordiosos y, después de este destierro, muéstranos
a Jesús, fruto bendito de tu vientre.
¡Oh clementísima! ¡oh piadosa!
¡Oh dulce Virgen María!
V. Ruega por nosotros Santa Madre de Dios.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las
promesas de nuestro Señor Jesucristo.
PADRE NUESTRO/AVE MARÍA/ GLORIA