06 septiembre 2022

HAZTE CON LAS NUEVAS PULSERAS DE LA HERMANDAD

Realizadas en silicona con la técnica de bajo-relieve en azul y blanco. Donativo 1'50 Euros. Disponibles en tres tamaños adaptados a hombre, mujer y niño/a.

Podrás adquirirlas a través de los miembros de la Junta de Gobierno e informaremos próximamente

sobre los puntos de venta locales.

¡No te quedes sin ellas!

04 septiembre 2022

LA HERMANDAD EN LA OFRENDA FLORAL A LA VIRGEN DE LA ESTRELLA

En la tarde de ayer, los Hermanos Mayores de nuestra Cofradía participaron en la comitiva que partía hacia el santuario para hacer la ofrenda floral a la Virgen de la Estrella Coronada.

03 septiembre 2022

31 agosto 2022

EL VALOR DEL TIEMPO

 Encuentro del Grupo de Oración. Agosto 2022.

Hoy hemos vuelto a celebrar la oración que cada último miércoles de mes nos reúne al lado del Señor. Termina Agosto, hemos pasado las hojas del almanaque contando los días de este caluroso verano y por ello, nuestra reflexión ha tratado sobre el valor del tiempo. Hemos dedicado la oración a todos aquellos que no tienen conciencia del tiempo a causa de la vejez, de enfermedades mentales o simplemente se hayan en un momento difícil de incertidumbre.

REFLEXIÓN: El valor del tiempo

Una vez alguien, a modo de anécdota me contó esta breve historia:

– Maestro Kin ¿Por qué no mejoro en mi Kung-Fu?

-¿Has visto un atardecer desde las montañas?  

-Sí, maestro.

-¿Has visto el agua golpear las rocas?  

-Sí, maestro.

-¿Has visto la luna reflejada en el lago?  

-Sí, maestro.

-¿Lo ves? Te pasas el día haciendo otras cosas en vez de practicar…

Tampoco quiero que se piense mal. Yo no estoy en contra de que dediquemos tiempo a la contemplación, tanto de la naturaleza como de uno mismo en forma de meditación y prácticas introspectivas. Es más. Yo disfruto mucho haciéndolo, pero el tema de la reflexión de hoy tiene otra perspectiva, que viene a ser: ¿Qué valor le doy a mi propio tiempo?

Aunque parezca una obviedad, el tiempo no se puede almacenar. Simplemente transcurre. Se dice que cuando nacemos somos ricos en tiempo, puesto que tenemos toda la vida por delante, pero nadie puede cuantificar esa riqueza, ya que nadie puede saber cuánto va a durar la vida de una persona.

Pero esa riqueza es una certeza, ya que ese tiempo se puede dedicar a tantas cosas como la libertad humana nos permita. Teniendo en cuenta que esa misma libertad nos marca el camino, puesto que con cada decisión que tomamos abrimos nuevos caminos y abandonamos otros.

Como el discípulo del cuento, que opta por la contemplación y la admiración de la naturaleza, así que su Kung-Fu se ve afectado. Seguramente valora más la meditación sin darse cuenta de dos cosas. Por un lado, que la práctica de una habilidad la mejora. Y por otra, y muy importante, que no son dos actividades incompatibles. Se puede dedicar tiempo a contemplar un atardecer y también dedicárselo a la práctica para mejorar en la habilidad del Kung-Fu. Simplemente hay que ser consciente del reparto del tiempo y de la importancia que le demos a cada actividad.

Esto nos lleva a una consecuencia: dedicamos más tiempo a lo que más nos motiva. Esta motivación puede ser afectiva, económica, de prestigio, por sentido del deber, etc. Curiosamente, en muchas ocasiones utilizamos este tiempo como moneda de cambio.

En el campo afectivo, entregamos parte de nuestro tiempo gratuitamente a las personas que apreciamos, pero ellas, a cambio, también nos entregan parte del suyo en esa convivencia. Por ejemplo, ahora podemos dedicar mucho tiempo en el cuidado de nuestros hijos y lo hacemos generosamente, pero también esperamos que cuando seamos mayores, estos hijos no nos abandonen y, aunque solo sea una vez a la semana, vengan a visitarnos a la residencia de ancianos. En realidad, es un intercambio de tiempo que se realiza de forma generosa y sin cuantificar.

En el campo laboral lo que acabamos haciendo es cambiar nuestro tiempo por una remuneración económica. En definitiva. Vendemos las ocho horas diarias de la jornada laboral a una persona, que puede ser nuestro jefe o nuestro cliente. En esta consideración hay que tener en cuenta ciertos matices. No solo vendemos nuestro tiempo, también vendemos nuestras habilidades para realizar el trabajo correctamente.

Unas habilidades a la que, posiblemente, hemos dedicado bastante tiempo y esfuerzo en formación y en práctica para adquirirlas, mejorarlas y mantenerlas. Con lo cual vendemos nuestro tiempo presente y también el tiempo pasado empleado en nuestra educación y formación.

A veces este tiempo es muy amplio. Pensemos, por ejemplo, en un médico, que además de una carrera universitaria ha tenido que realizar una especialización que dura varios años y que ha de continuar formándose y actualizándose.

Por eso, yo me pregunto ¿Cuánto vale mi tiempo? Y también os pregunto ¿Cuánto vale vuestro tiempo? Y no solo a nivel económico. Creo que este es un aspecto importante cuando hablamos de relaciones laborales, puesto que gracias a la economía podemos vivir. Pero en las actividades que hacemos hay mucho de motivación y de emoción. Y eso no se paga con dinero. El beneficio es de otro tipo: reconocimiento personal, satisfacción interna, sentido de hacer algo bien hecho, etc.

El tiempo, en definitiva, es algo que tenemos y que “perdemos a lo largo de la vida”. Que esta pérdida de tiempo se sienta como algo provechoso solo depende de nosotros y de la capacidad de valorar el día a día, de encontrar razones para vivir con intensidad cada momento y de sentir que la vida tiene muchas experiencias distintas.

Todas las experiencias son válidas. Solo hay que dar el valor oportuno a cada una de ellas.

Volviendo al cuentecillo del inicio. Tan importante es ver un atardecer como practicar el Kung-Fu si queremos mejorarlo.

Pensemos que quizá a aquello a lo que nos es más fácil dedicar nuestro tiempo es aquello que más nos motiva porque de hecho es para lo que dedicamos lo más valioso que tenemos: Nuestro tiempo.

Reflexión

-         ¿A qué dedicamos nuestro tiempo?

-        ¿Lo aprovechamos?

-         ¿Repartimos bien nuestro tiempo?

-         ¿Qué valor le doy a mi tiempo?

-         ¿Nos motiva la palabra de Dios para dedicarle nuestro tiempo?

-         ¿Queremos mejorar nuestra opción de Dios o andamos en otras cosas?

ORACIÓN FINAL:   

Tengo ante mí unos minutos, unas horas, unos días. ¿Qué voy a hacer? La decisión está en mis manos. Si no hay urgencias inmediatas, si la enfermedad no corta las alas de mi vida, soy plenamente libre para escoger.                         

No quiero, sin embargo, decidir a solas. Sé que hay un Dios que es Padre y me ama. Sé que Cristo me ha enseñado el camino de la vida. Sé que el Espíritu Santo habita en mi alma y me invita a optar por lo mejor.

Por eso, Señor, te pido luz para usar bien el tiempo que ahora me concedes. Ayúdame a renunciar a un uso egoísta del mismo. Ayúdame a dejar de lado caprichos, placeres malsanos, deseos de venganza, obsesiones que encadenan.

Permíteme la gracia de arrepentirme de mis pecados y de llegar a una conversión profunda, sincera, completa, decidida, desde la certeza de tu misericordia eterna.

Concédeme ver con claridad qué deseas de mí ahora, cómo puedo ayudar mejor a mis hermanos.          

Fortalece mi voluntad para que la pereza no me detenga, para que el miedo no me paralice, para que esté dispuesto a arriesgar mi fama si se trata de defender la justicia, de ayudar al pobre, de proteger a la viuda, de corregir al que yerra, de consolar al triste, de transmitir tu Evangelio.

Ayúdame a tomar buenas decisiones. La vida pasa, y no puedo desgastarme en lo inútil y en lo dañino. Sólo tiene sentido escoger lo que me lleva a amarte a Ti y a servir a mis hermanos.

Señor, tengo ante mí este tiempo que me concedes. Haz que se convierta en un momento bello para acercarme más a Ti, para conocer mejor mi fe, para dejarme impulsar por la esperanza, para avanzar por el camino maravilloso del amor, del servicio, de la entrega hasta “dar la vida por los hermanos” (1Jn 3,16).


Puede visualizarse completa en:
https://humildadvilladelrio.blogspot.com/p/grupo-de-oracion-hvmilitas.html

29 agosto 2022

28 agosto 2022

24 agosto 2022

21 agosto 2022

16 agosto 2022

15 agosto 2022

14 agosto 2022

11 agosto 2022

07 agosto 2022

04 agosto 2022

ÉXITO DEL PRIMER TALLER DE VERANO DEL GRUPO JOVEN

En el día de ayer el Grupo Joven convocaba a sus miembros, y todo aquel que lo deseara, al primer taller de verano de la Hermandad. Sin duda, fue una tarde diferente de realización de actividades, de material elaborado por ellos mismos, de construcción de maquetas y de trabajar personalmente valores cristianos y cofrades. Damos las gracias a los miembros del G. Joven que han hecho posible esta actividad de formación.

31 julio 2022

27 julio 2022

MAGDALENA: LA MUJER APÓSTOL

Encuentro del Grupo de Oración. Julio 2022.

Hoy hemos vuelto a celebrar la oración que cada último miércoles de mes nos reúne al lado del Señor. Y nuestra reflexión ha versado sobre la Apóstol de los apóstoles, la Santa que nos da ejemplo de que todo cambio de vida es posible, hablamos de Santa María Magdalena.

Se ha ofrecido por la oración por todos los pecadores, por todos aquellos que son victima de los prejuicios sociales, que caen en la tentación, que se equivocan, para que encuentren en Cristo la fuerza para la conversión.

Tras la lectura del Evangelio en que Jesús Resucitado a María Magdalena hemos dado lectura a este hermoso texto:

1. María Magdalena es ejemplo de “mujer libre y liberada”.
San Marcos dice que Jesús había expulsado de ella siete demonios. No sabemos en qué consistía este mal que atormentaba a la Magdalena, pero sí estamos seguros de que Jesucristo la convirtió en una mujer completamente libre, pues solamente quien es libre está en situación de decir sí a Jesús y de seguirlo con todas sus consecuencias. Así hizo el Señor con sus discípulos. A Pedro y Andrés, a Santiago y Juan, los liberó de las redes de un trabajo alienante, ingrato, sin horizontes de futuro, aplastados por el peso de una administración extranjera cuyos impuestos devoraban la mayor parte de sus sudores. Un trabajo que, lejos de dignificarlos como personas, los esclavizaba más y más. Jesús responde a sus anhelos de libertad: “Yo os haré pescadores de hombres”. Y, dejando las redes, lo siguieron. A Mateo, el cobrador de impuestos, lo liberó de un oficio degradante, mal visto por sus propios paisanos, y que convertía a quienes lo ejercían en personas sin escrúpulos, colaboracionistas del poder romano y codiciosos acumuladores de riqueza.

A María Magdalena la liberó de esos espíritus inmundos que la esclavizaban. Y nosotros, ¿Qué espíritus inmundos necesitamos que sean expulsados por Cristo? Tal vez el espíritu de la envidia, del egoísmo y la soberbia, del odio y el rencor, el espíritu de venganza… ¿Qué cadenas nos atenazan en nuestra vida y deben ser quebrantadas? Posiblemente, las cadenas del consumismo irrefrenable, del placer egoísta, de la acumulación ilimitada de bienes materiales… ¿Qué redes debemos dejar en la orilla para convertirnos en “pescadores de hombres”? Quizás, las redes del negocio fácil, las redes del alcohol, la droga o el juego, las redes de unas relaciones personales basadas en el propio interés o en el abuso de los otros… Está bien claro, sin libertad no hay seguimiento de Cristo. “Ser cristiano” y “ser esclavo” son realidades irreconciliables, contradictorias.

2. María Magdalena es la fiel discípula de Cristo.
Después de su liberación, María ya no abandonará a su Señor, y estará con Él en tiempos de bonanza y en tiempos de tormenta. Sin duda, su seguimiento se caracterizó por una actitud de escucha atenta de Cristo. Y hacía lo posible por no perderse ni una sola palabra de su Maestro, ni un solo gesto suyo, presenciando sus milagros, curaciones y prodigios. Y todo ello lo vivía nuestra santa no aisladamente, sino en el seno de una comunidad de discípulos. Y nosotros, como discípulos de Cristo, ¿buscamos los momentos necesarios para escuchar la palabra de Dios, para leer y meditar con sosiego el Evangelio? ¿Participamos asiduamente en los gestos de Jesucristo, en sus acciones milagrosas que hoy llamamos sacramentos? ¿Nos damos cuenta del gran milagro que se produce cada vez que se celebra la santa misa? ¿Vivimos nuestra fe no individualmente, sino en comunidad, sabiendo que somos Iglesia, que vivimos en una parroquia, que todos somos hermanos?

Por otra parte, María Magdalena, no lo olvidemos, era una mujer. En aquella época no era nada corriente que un grupo de mujeres anduviera mezclado con aquellos hombres que seguían al profeta de Nazaret. La actitud de estas mujeres era todo un desafío y una provocación a los ojos de cualquier judío. No es difícil imaginar el desprecio de la gente por este pequeño grupo femenino, e incluso no sería descabellado pensar en las miradas de reprobación de algunos de entre los discípulos. Jesucristo rompió con estos prejuicios y clichés, y María Magdalena actuó sin preocuparse de qué dirían los demás. Ella supo entender con claridad aquello que, más tarde, diría San Pedro: “hay que obedecer a Dios antes que a los hombres”.

Los cristianos del siglo XXI: ¿tenemos la fortaleza suficiente para enfrentarnos a determinados prejuicios y esquemas ya establecidos? ¿O más bien nos preocupa qué dirán los demás, intentando ser “políticamente correctos” en todo? ¿Somos cristianos únicamente si nadie nos molesta o nos critica? ¿O sabemos defender nuestra fe contra viento y marea, sin negar a Cristo cuando las circunstancias no son tan propicias?

3. María Magdalena es la mujer “enamorada de Dios”.
Ella es, un “corazón inquieto”, un corazón rendido a los pies de su Amado, como la mujer del Cantar de los cantares. Ese amor tan profundo e incondicional ya no le permitirá separarse de su Maestro y Señor, incluso en los momentos de mayor dolor. San Juan nos dice que, al pie de la cruz, se encontraban la madre del Señor, María Cleofás y María Magdalena. Su ejemplo nos increpa a los cristianos de hoy y nos invita a ser fieles a Jesucristo, incluso hasta la cruz si es necesario. Su corazón de mujer, resquebrajado por la muerte de quien le había dado una nueva vida, la lleva hasta el sepulcro. No se resigna a despegarse del cuerpo del Nazareno. Sin embargo, éste es el momento en que su fe ha de superar una prueba de madurez. Aún no entiende que Él tenía que resucitar de entre los muertos. Cuando acude al sepulcro, no busca a Cristo vivo y resucitado, busca el cadáver de un muerto. Por eso, no reconoce a Jesús en aquel hortelano. Sólo cuando Jesús la mira a los ojos y pronuncia su nombre, ella se estremece en su interior y exclama: “¡Maestro!”. Para la Magdalena, contemplar el Rostro, la santa Faz del Resucitado, debió de ser como el primer amanecer de una nueva existencia, de un nuevo modo de vivir y ver las cosas.

Ante esta escena, me pregunto: ¿a qué Cristo estamos siguiendo: al que está muerto en el sepulcro, o al que ha vencido a la muerte? Seguimos a un Cristo muerto cada vez que vivimos nuestra fe de una forma rutinaria, cuando tenemos los sacramentos como una obligación que cumplir, cuando consideramos la fe como un conjunto de normas antes que como un sí a Cristo en nuestras vidas, cuando vemos a la Iglesia no como madre sino como madrastra, y a la parroquia como un grupo cerrado y no como familia abierta y misionera.

Quisiera que nos diéramos cuenta del tremendo misterio que acontece diariamente al celebrar la Santa Misa. El Señor hace cosas grandes a través de las cosas pequeñas. Cristo ha querido servirse de algo tan sencillo como el pan y el vino para estar realmente presente entre nosotros. Quiso servirse de unos pocos panes y peces para alimentar a una multitud. Y quiso servirse de una mujer, cuyo testimonio apenas era tenido en cuenta por los hombres de aquel tiempo, para que comunicara la noticia más importante que el mundo ha podido escuchar: Jesucristo, el Señor, ha resucitado.

¿Cómo podemos tener tan poca confianza en nosotros y en nuestras posibilidades? ¿Cómo nos atrevemos a pensar que somos incapaces de hacer realidad el Reino de Dios en medio del mundo? ¿Acaso la Virgen María no se alegró porque Dios se había fijado en la humildad de su sierva, ese mismo Dios que enaltece a los humildes? ¿Acaso Dios no manifiesta su fuerza a través de nuestra debilidad? No podemos poner excusas ante la misión que Cristo ha confiado a sus discípulos, a nosotros, a su Iglesia. Y solamente un corazón locamente enamorado de su Señor puede exclamar con júbilo, como la Magdalena, que Cristo sigue vivo, aunque los demás no quieran escucharnos y digan que estamos locos de atar. Sólo un corazón inquieto y anhelante corre detrás de su Amado, como leemos en San Juan de la Cruz, cuyas palabras –con las que termino- bien podría haber pronunciado nuestra querida Santa María Magdalena.

Puede visualizarse completa en:
https://humildadvilladelrio.blogspot.com/p/grupo-de-oracion-hvmilitas.html

24 julio 2022