25 noviembre 2020

EL DOLOR

Encuentro de Oración. Noviembre 2020

Esta noche el Grupo de Oración reunido a los pies del Señor hemos meditado sobre un tema difícil, del que nos gusta hablar poco, pero que quizá por ello implique no darle la naturalidad que posee. Hemos reflexionaremos sobre el Dolor; la visión de algunos autores y de la Biblia respecto a este aspecto de la vida misma.

La pérdida de alguien que queremos. El divorcio. Un fracaso profesional. Una enfermedad incurable. Decisiones que traen consecuencias tristes. La muerte de un pariente cercano. El miedo. La tristeza. Los años que pasan. La soledad. La culpa.

Estas – entre otras – son algunas de las causas por las cuales el dolor viene a instalarse en el entramado de la vida. A veces, no avisa. Otras, lo presentimos. Pero nunca estamos preparados para manejarlo con alguna ventaja. Siempre nos sobrepasa por alguna parte. Tiñe de gris los días y las noches.

Siempre ha sido parte de nosotros. Por eso, no termina de sorprendernos por qué siempre la gente le teme tanto.

“Desde el minuto atroz en que nacemos, cuando del tibio seno materno somos lanzados literalmente al frío, al calor, al dolor, a la supervivencia, la realidad se muestra renuente a darnos alegría como un estado permanente. No es raro, por lo mismo, que tengamos la idea de que todas las cosas agradables, dulces, felices, son pasajeras. Aprender a vivir en paz con el sufrimiento, es el primer indicio de que estamos alcanzado la madurez.”

Hay que admitir que es una pieza de literatura bastante pobre, sobre todo la última frase; parece charla de campamento, pero tiene una pizca de verdad: la alegría no dura siempre y eso sí es algo difícil de aceptar, especialmente en una cultura que rinde culto al bienestar y el placer. Si no estás feliz, eres un perdedor. Libros de auto ayuda, psicoterapias, medicamentos, lecturas devocionales, ejercicios espirituales y otros recursos son invocados fervientemente para disolver la dura materia del dolor.

¿Alguien puede entender que a veces no queremos y no necesitamos consuelo? ¿Qué queremos asistir a la cátedra del dolor y permitirnos aprender algo que la alegría no enseña? Eso sí. Convengamos que si el dolor no enseña nada, no sirve para nada.

Sin el sufrimiento no es posible ser felices en este mundo, porque no se puede ser feliz sin amar, y nadie puede amar sin sufrir por aquellos a quienes ama y sin servirlos sacrificadamente. Sufre quien procura aliviar activamente el dolor de los demás, como el buen samaritano. Jesús ha ido por delante: ofreció en la Cruz su dolor para aliviar el nuestro; se compadeció de las multitudes; corrigió los errores de los fariseos y de los discípulos; padeció hambre, sed, sueño, cansancio, ultrajes, traición, y todo por liberarnos de la esclavitud del pecado y alcanzarnos la vida eterna.

Puede visualizarse completa en humildadvilladelrio.blogspot.com en la pestaña Grupo de Oración.

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