20 enero 2022

AMOR INFINITO AL SEÑOR DE LA HUMILDAD


Hay personas que son actores principales, y como si de una película se tratase, en la historia de la Hermandad de la Humildad se nos ha ido Pepi o Pepita Notario, una de esas protagonistas de una de las épocas más difíciles de la Hermandad.

Muchos no conocen que la casa de su tío y posteriormente suya, ha sido la del Señor de la Humildad durante muchos años. En torno a 1965, tras la escisión de la Hdad. de la Paz y Esperanza, los problemas con el Párroco del momento y las obras de remodelación en la Capilla de Jesús, provocaron que el Cristo quedara en la calle sin que nadie quisiera hacerse cargo de Él.

Su tío Pedro, sin dudarlo, lo acogió en su casa particular y desde aquel instante en el corazón de la familia y principalmente el de Pepi. En los años que no procesionó lo exponían en la salita para que el pueblo lo pudiera ver desde la ventana de la calle Alta en la tarde del Jueves Santo.

Hoy, es Él quien la acoge en su casa, la casa del cielo. Y seguro que con su mirada tierna de Humildad habrá agradecido cuanto hizo por esta nuestra Hermandad, por sembrar el germen de muchos jóvenes que en los ochenta se amarraron a esta locura cofrade que nos trae hasta nuestros días.

En su casa estuvo el Señor, los pocos enseres que había y hasta el paso de misterio. Y aunque cuando llegabas regañaba a su manera para que no le revolviésemos la casa, era la persona más feliz del mundo cuando cada Miércoles Santo el Señor pasaba por su puerta y sobre todo, cuando nos veía hacer grande a la Cofradía.

Que el Cristo, el mismo Dios de la Humildad que ya ves frente a frente te acoja con el mismo amor con el que tú lo hiciste. Hasta siempre Pepi y gracias por el amor incuestionable al Señor de la Mirada Dulce.

Siempre agradecidos
La Junta de Gobierno

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