27 noviembre 2024

"EL VERDADERO VALOR DEL ANILLO"


ENCUENTRO DE ORACIÓN DE NOVIEMBRE DE 2024


TEXTO INTRODUCTORIO

Compartimos la oración que nos reúne al lado del Señor.

Termina el mes de noviembre habiendo celebrado, entre otras festividades importantes para los cristianos, la Solemnidad de todos los Santos, la Memoria de los Fieles Difuntos y recientemente, la fiesta de Cristo Rey del Universo.

Hoy reflexionaremos sobre la importancia de la autoestima, de reconocernos en nuestras debilidades y fortalezas. De la necesidad de amarnos a nosotros mismos, como Dios nos ha creado y reconocernos como sus hijos; únicos e irrepetibles.

Ofrecemos esta oración por todos aquellos que no se valoran como personas, que se sienten desgraciados o inferiores a los demás y buscan fuera el reconocimiento y la forma de ser valorados. También, vamos a tener presentes a todos aquellos que han sufrido pérdidas personales y materiales por la DANA que atravesó nuestro país a principio de mes.

Comencemos sin perder la actitud con la que siempre venimos aquí.


LECTURAS: Lectura Santo Evangelio según San Mateo 22:37-39

Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.

Palabra del Señor     


MÚSICA: Te amo. Mary Carmen Barría.

https://www.youtube.com/watch?v=ENWpY49CDe0


REFLEXIÓN: El verdadero valor del anillo.

Un joven concurrió a un sabio en busca de ayuda.

 

-      Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar, maestro? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?

 

El maestro, sin mirarlo, le dijo:

 

-     ¡Cuánto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mis propios problemas! Quizás después… Si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este tema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.

 

-  E… encantado, maestro. Titubeó el joven, pero sintió que otra vez era desvalorizado y sus necesidades postergadas.

 

-     Bien. Asintió el maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño de la mano izquierda y dándoselo al muchacho agregó:

- Toma el caballo que está allí afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo para pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Vete y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas.

El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con algún interés hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo.

Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y sólo un viejito fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo. En afán de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro, así que rechazó la oferta. Después de ofrecer su joya a toda persona que se cruzaba en el mercado -más de cien personas- y abatido por su fracaso, montó su caballo y regresó. ¡Cuánto hubiese deseado el joven tener él mismo esa moneda de oro! Podría habérsela entregado al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y su ayuda.


-      Maestro -dijo- lo siento, no es posible conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera conseguir 2 ó 3 monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo.

 

-  ¡Qué importante lo que dijiste, joven amigo! -contestó sonriente el maestro-. Debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. ¿Quién mejor que él para saberlo? Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuánto da por él. Pero no importa lo que ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo.

El joven volvió a cabalgar. El joyero examinó el anillo a la luz del candil, lo miró con su lupa, lo pesó y luego le dijo:


-      Dile al maestro, muchacho que si lo quiere vender ya, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo.

 

-      ¿58 monedas? -exclamó el joven-.

 

-     Sí, -replicó el joyero-. Yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé… Si la venta es urgente…

El joven corrió emocionado a casa del maestro a contarle lo sucedido.


-      Siéntate -dijo el maestro después de escucharlo-.

Tú eres como este anillo: una joya única y valiosa. Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor?

Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño de su mano izquierda.


Preguntas reflexión:

-         ¿Sabemos que somos personas únicas e irrepetibles y que Dios nos ama con nuestros defectos y virtudes?

-         ¿Nos amamos, como somos e intentamos aceptarnos, sin juzgarnos?

-         ¿Nos conocemos e intentamos mejorar aquello que sabemos no nos hace bien personalmente?

-         ¿Buscamos el reconocimiento o la valoración de los demás para sentirnos bien?

-         ¿Quién pone valor a como somos?, ¿La sociedad?, ¿La apariencia física? ¿Lo que tenemos?

-         ¿Nos olvidamos de que somos templos de Dios, nos amamos, nos respetamos a nosotros mismos?

-         ¿Cuándo llegamos a estar bien con nosotros mismos somos más capaces de darnos a los demás?


MÚSICA: La alegría de mi Dios. Maikka.

https://www.youtube.com/watch?v=vHibk6F05uI


ORACIÓN FINAL: Oración para recuperar la autoestima.

Señor, ten misericordia de mí.

Señor Jesús, llévate mis sentimientos de fracaso, de vergüenza, decepción, culpabilidad, timidez, ira o enfado. Te pido que me liberes de ellos que me han mantenido en la esclavitud y me han apartado de vivir una vida plena.

Señor, ten misericordia de mí.

Amado Señor, hazme saber cuánto me amas. Me dirijo a Ti, para que sepan que Tú has muerto en la Cruz, no sólo por mis pecados, sino también por mis profundas heridas emocionales y mis recuerdos dolorosos.

Señor, ten misericordia de mí.

Te Ruego Señor, que sanes todo lo herido y roto que hay en mi persona. Ayúdame a amarme, a aceptar tu perdón, a perdonarme a y perdonar a todos aquellos que me hayan causado injusticias, cualquiera, Señor, que no me haya mirado con cariño y me haya rechazado consciente o inconscientemente.

Señor, ten misericordia de mí.

Jesús, llena el vacío de mi vida. Dame, el amor y la seguridad, que no he recibido. Dame confianza, alegría y energía nuevas para que pueda hacer todas las cosas a través tuyo.

Señor, ten misericordia de mí.

Señor devuélveme una buena imagen de mí mismo, aquella con la que yo fui concebido y que pueda verme como Tú me ves: especial, único, digno, hermoso, para que yo llegue a ser la persona que Tú creaste y quieres que sea.

Por Jesucristo Nuestro Señor, Amén”


PADRE NUESTRO/AVE MARÍA/ GLORIA

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