29 noviembre 2021
HAZTE CON LOS DÉCIMOS Y ALMANAQUES DE LA HERMANDAD
28 noviembre 2021
24 noviembre 2021
¡ESTE ES MI REY!
ENCUENTRO DE ORACIÓN. NOVIEMBRE DE 2021
En la noche de hoy hemos vuelto a reunirnos en torno al Señor. Hace tan solo unos días, celebramos la Solemnidad de Cristo
Rey del Universo en Dios. Por ello, tras la lectura del Evangelio de la festividad, hemos reflexionado sobre Jesús, nuestro rey, con las
palabras del Dr. Lockridge.
REFLEXIÓN: ¡Este es mi rey!
La Biblia dice que mi rey:
Es el rey de los judíos,
Él es el rey de Israel
Él es el rey de Justicia
Él es el rey de los siglos
Él es el rey de los cielos
Él es el rey de Gloria
Él es el rey de Reyes
Y el señor de Señores
¡Este es mi Rey!
Me pregunto ¿Lo conoces?
Mi rey es un rey Soberano
No hay manera de medir su amor ilimitado
Él es perdurablemente fuerte
Él es totalmente sincero
Es eternamente firme
Es inmortalmente lleno de gracia
Es imperialmente poderoso
Es imparcialmente misericordioso
¿Lo conoces?
Él es el mayor fenómeno
que ha cruzado el horizonte de este mundo
Él es el Hijo de Dios
Él es el salvador de los pecadores
Es la pieza central de la civilización
Él es incomparable
Él no tiene precedente
Es la idea más elevada de la literatura
Es la más alta personalidad en la filosofía
Él es la doctrina fundamental de la verdadera teología
Él es el único calificado para ser el Salvador todo suficiente
Me pregunto ¿Lo conoces?
Él suple de fortaleza a los débiles
Está disponible para los tentados y los afligidos
Él se compadece y salva
Él fortalece y sostiene
Él guarda y guía
Él sana a los enfermos
Él limpia a los leprosos
Él perdona a los pecadores
Él absuelve a los deudores
Él liberta a los cautivos
Él defiende a los débiles
Él bendice a los jóvenes
Él sirve a los desafortunados
Él guarda a los ancianos
Él recompensa a los diligentes
Él embellece a los humildes
¿Lo conoces?
Él es la clave del conocimiento
Él es la fuente a la sabiduría
Él es la entrada a la libertad
Él es el sendero hacia la paz
Él es el camino de justicia
Él es la autopista hacia la santidad
Él es la puerta a la gloria
¿Lo conoces?
Bueno, su vida es incomparable
Su bondad es ilimitada
Su misericordia es eterna
Su amor nunca cambia
Su palabra nos basta
Su gracia es suficiente
Su reino es justo
Su yugo es fácil y ligera su carga
Me gustaría describírtelo
Pero Él es indescriptible
Es incomprensible
Es invencible
Es irresistible
No puedes sacarlo de tu mente
No te lo puedes quitar de las manos
No puedes sobrevivir sin Él
Y no puedes vivir sin Él
Los fariseos no podían soportarlo
Pero se dieron cuenta que no podían detenerlo
Pilatos no pudo encontrar ninguna falta en Él
Herodes no pudo matarlo
La muerte no pudo con Él
Y la tumba no lo pudo retener
¡Este es mi Rey! ¡Este es mi Rey!
REFLEXIÓN
¿Es Jesús nuestro rey o nos dejamos llevar por otros ídolos como el consumismo, la critica fácil, el orgullo?
¿En qué se nota que Cristo es Rey de tu vida?
¿Entendemos que el reinado de Jesús se basa en la humildad y en el servicio a los demás?
¿Sabemos que el camino de la Cruz, el del sacrificio, es el camino que tenemos que recorrer para lograr, con ayuda de Jesús, que Él sea el Rey de nuestra vida?
¿Conocemos que la celebración de Jesucristo Rey del Universo nos conduce hacia una experiencia mística, la de unirnos tanto a Jesús que sintamos que Él ocupa todo nuestro interior y, así, pase a ser nuestro Rey en esta vida?
Puede visualizarse completa en:
https://humildadvilladelrio.blogspot.com/p/grupo-de-oracion-hvmilitas.html
22 noviembre 2021
CRISTO REY DE LA HUMILDAD: LA FIESTA ALEGRE DE LA SOLIDARIDAD
21 noviembre 2021
16 noviembre 2021
ESTE DOMINGO... UNA LLAMADA A LA SOLIDARIDAD
Campaña
del 21 al 28 de Noviembre de 2021. Horario habitual de la Parroquia.
Domingo 21 Ofrenda al Señor de la Humildad. 12 de la mañana.
14 noviembre 2021
07 noviembre 2021
05 noviembre 2021
04 noviembre 2021
02 noviembre 2021
01 noviembre 2021
31 octubre 2021
27 octubre 2021
COMO EL BARRO EN MANOS DEL ALFARERO
ENCUENTRO DE ORACIÓN. OCTUBRE DE 2021
Como es costumbre, esta noche hemos vuelto a acercarnos al Señor a través de la Oración. Y basándonos en el testimonio de muchos de los Santos que hemos rememorado este mes; San Francisco, la Beata María Ana Mogas y Santa Teresa de Jesús, hemos reflexionado sobre nuestra docilidad y confianza en Dios.
Tras la lectura del Evangelio de Lucas que nos habla del esfuerzo para alcanzar la salvación, hemos leído esta bella historia que lleva por nombre "Sólo sacos de tierra"
Una de las cosas que más nos cuesta aceptar son los caminos que Dios tiene “preparados” para cada uno de nosotros. Es muy habitual que intentemos llevar a Dios por nuestros caminos y no por los que Él tenía previsto. Cuando hacemos esto, lo único que demostramos es nuestra poca inteligencia, nuestra falta de confianza y nuestra escasa docilidad a su voluntad. Todos los días le decimos a Dios “hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo”, pero luego, a la hora de la verdad, da la impresión que eran palabras huecas, dichas con los labios pero no con el corazón.
Érase una vez un niño que vivía con su padre junto a un gran presa que se había construido cercano al nacimiento de un río. Este dique era muy importante para proteger una pequeña villa que había a las faldas de la montaña; especialmente al comienzo de la primavera, cuando las abundantes lluvias y el deshielo hacían su presencia en este bellísimo valle perdido de las montañas.
Todos los días el padre iba a trabajar a la montaña detrás de su casa y volvía por la tarde con una carretilla llena de tierra.
«Pon la tierra en los sacos, hijo», decía el padre. «Y amontónalos frente a la casa».
Si bien el niño obedecía, también se quejaba. Estaba cansado de la tierra. Estaba cansado de las bolsas. ¿Por qué su padre no le daba lo que otros padres dan a sus hijos? Ellos tenían juguetes y juegos; él tenía tierra. Cuando veía lo que los otros tenían, enloquecía.
«Esto no es justo», se decía. Y cuando veía a su padre, le reclamaba:
«Ellos tienen diversión. Yo tengo tierra».
El padre sonreía y con sus brazos sobre los hombros del niño le decía:
«Confía en mí, hijo. Estoy haciendo lo que más conviene».
Pero para el niño era duro confiar. Cada día el padre traía la carga. Cada día el niño llenaba las bolsas.
«Amontónalas lo más alto que puedas», le decía el padre mientras iba por más.
Y luego el niño llenaba las bolsas y las apilaba. Tan alto que no ya no podía mirar por encima de ellas.
«Trabaja duro, hijo», le dijo el padre un día, «el tiempo se nos acaba».
Mientras hablaba, el padre miró al cielo oscurecido. El niño comenzó a mirar fijamente las nubes y se volvió para preguntarle al padre lo que significaban, pero al hacerlo sonó un trueno y el cielo se abrió. La lluvia cayó tan fuerte que escasamente podía ver a su padre a través del agua.
«¡Sigue amontonando, hijo!»
Y mientras lo hacía, el niño escuchó un fuerte estruendo. El agua del río irrumpió a través de la presa hacia la pequeña villa. En un momento la corriente barrió con todo en su camino, pero los sacos de tierra que habían apilado delante de su casa dio al niño y al padre el tiempo que necesitaban.
«Apúrate, hijo. Sígueme».
Corrieron hacia la montaña detrás de su casa y entraron a un túnel. En cuestión de momentos salieron al otro lado, huyeron a lo alto de la colina y llegaron a una nueva casa.
«Aquí estaremos a salvo», dijo el padre al niño.
Sólo entonces el hijo comprendió lo que el padre había hecho. Había provisto una salida. Antes que darle lo que deseaba, le dio lo que necesitaba. Le dio un pasaje seguro y un lugar seguro.
A veces no entendemos al Padre. Pero Él sabe lo que hace. No te quejes de los sacos de tierra que has tenido que cargar. Un día sabrás que Dios estaba trabajando para tu futuro.
Para reflexionar...
Cuando venimos a este mundo podemos “elegir” entre tres caminos muy diferentes: Uno, el de caminar de espaldas a Dios. Si así lo hacemos, Él mismo nos advierte lo que nos ocurrirá: “El que no está conmigo está contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama” o en este otro pasaje: “Esforzaos para entrar por la puerta angosta, porque muchos, os digo, intentarán entrar y no podrán. Una vez que el dueño de la casa haya entrado y haya cerrado la puerta, os quedaréis fuera y empezaréis a golpear la puerta, diciendo: «Señor, ábrenos». Y os responderá: «No sé de dónde sois…; apartaos de mí todos los servidores de la iniquidad». Allí habrá llanto y rechinar de dientes”
Una segunda opción es intentar vivir con Dios pero siguiendo cada uno su propio camino, y no el que Dios le había preparado. Y ya sabemos lo que les ocurre a quienes no siguen los caminos de Dios: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. “El que me sigue no anda en tinieblas”.
Y una tercera opción, que fue la que Cristo adoptó personalmente y al mismo tiempo nos enseña a nosotros: “Porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió”. Camino que también siguió la Virgen María: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu Palabra” y el que han tomado todos los santos.
Una cualidad que tuvieron todos ellos fue la docilidad; es decir, permitieron que Dios “dirigiera y moldeara” sus vidas. La docilidad es una virtud muy bella y al mismo tiempo muy difícil de vivir, pues es el resultado de la conjunción de muchas otras, tales como: amor, nobleza, humildad, confianza, generosidad. Son tantas las virtudes que entran en juego para ser “dóciles” a los planes de Dios, que es frecuente que falte alguna. Ser dóciles no quiere decir entender los planes de Dios, sino confiar en Él, en su amor; reconocer las debilidades de uno, y estar seguro que Dios siempre lo puede hacer mejor que nosotros si le dejamos manos libres para actuar.
“Como el barro en manos del
alfarero, así sois vosotros en mi mano”.
Puede visualizarse completa en:
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