31 mayo 2020
27 mayo 2020
MARÍA, MADRE DE TODOS
ENCUENTRO DE ORACIÓN DE MAYO 2020
TEXTO INTRODUCTORIO
Volvemos a celebrar la oración que cada último miércoles de mes nos reúne
al lado del Señor.
El COVID-19 ha hecho que aún sigamos confinados en nuestros hogares. Desde
ahí, la Oración es igual de efectiva y en estos momentos más necesaria aun. Y
además, no por esto debemos dejar de celebrar la Resurrección de Cristo y la
grandeza de su Madre María, en este mes en que la iglesia y el mundo la honra
como centro y modelo de Fe.
Ofrecemos esta Oración por todos los hermanos que han fallecido o están
enfermos a causa de la pandemia que padecemos.
Comencemos sin perder la actitud de silencio y reflexión en un momento de
intimidad en nuestras casas, os invitamos a compartirla en familia.
MÚSICA:
Contigo María. Athenas.
LECTURA DEL EVANGELIO
Lectura del Santo
Evangelio según San Juan (17,11-419):
En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, oró Jesús diciendo:
«Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean
uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que
me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición,
para que se cumpliera la Escritura. Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo
para que tengan en sí mismos mi alegría cumplida.
Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del
mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino
que los guardes del maligno. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
Santifícalos en la verdad: tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al
mundo, así yo los envío también al mundo. Y por ellos yo me santifico a mí
mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad». Palabra del
Señor.
MÚSICA AMBIENTAL DE ORACIÓN
REFLEXIÓN
Vivimos en la alegría de la Pascua, que ya casi
finaliza, y hoy la figura de María será, como no podía ser de otra manera, la
protagonista en la oración de este mes de Mayo. Como vemos en la lectura, Jesús en oración,
interviene por la Humanidad ante el Padre. Y… podemos preguntarnos ¿no es este
el papel vital de María? ¿No es Ella nuestro espejo de santidad?
Toda la existencia de María es un himno a la
vida. Nuestro camino de fe está unido de manera indisoluble a María desde el
momento en que Jesús, muriendo en la cruz, nos la dio como Madre.
El Papa Francisco, en cada una de sus homilías
acerca de nuestra siempre Madre virginal, nos asegura que María mira a todos y
a cada uno de nosotros, como madre y con una gran ternura, misericordia y con
amor, y siempre nos anima a sentir su mirada amable.
En una oportunidad, nos indicó que “está huérfano
el cristiano que no tiene a María como madre”. Y es que el Santo Padre ya casi
no termina ninguno de sus discursos sin invocar el poderoso auxilio de nuestra
Señora y Reina de todos los cristianos
Y es que Ella es modelo toda vocación, no tuvo
miedo a decir su sí a la llamada del Señor, al encuentro divino de Dios con la
humanidad. Y es que Ella nos acompaña y nos guía, nos enseña el significado de
vivir en el Espíritu Santo y a saber acoger la novedad de Dios en nuestra vida.
El Papa Francisco nos acerca a María con estas
enseñanzas:
1.
Un cristiano sin la Virgen está huérfano. También un cristiano sin Iglesia es un huérfano. Un cristiano necesita
de estas dos mujeres, dos mujeres madres, dos mujeres vírgenes: La Iglesia y la
Madre de Dios.
2.
La Virgen hace precisamente esto con nosotros, nos
ayuda a crecer humanamente y en la fe, a ser fuertes y a no ceder a la
tentación de ser hombres y cristianos de una manera superficial, sino a vivir
con responsabilidad, a tender cada vez más hacia lo alto.
3.
Es una madre que ayuda a los hijos a crecer y
quiere que crezcan bien, por ello los educa a no ceder a la pereza (que
también se deriva de un cierto bienestar) a no conformarse con una vida cómoda
que se contenta sólo con tener algunas cosas.
4.
María nos da la salud, es nuestra salud.
5.
Es la madre que cuida de los hijos para que
crezcan más y más, crezcan fuertes, capaces de asumir responsabilidades, de
asumir compromisos en la vida, de tender hacia grandes ideales.
6.
María es madre y una madre se preocupa sobre todo
por la salud de sus hijos…. La Virgen custodia nuestra salud. ¿Qué quiere
decir esto? Pienso sobre todo en tres aspectos: nos ayuda a crecer, a afrontar
la vida, a ser libres.
7.
La Virgen María, por tanto educa a sus hijos
en el realismo y en la fortaleza ante los obstáculos, que son inherentes a
la vida misma y que ella misma padeció al participar de los sufrimientos de su
Hijo
8. Es una madre que lleva al hijo no siempre sobre el
camino “seguro”, porque de esta manera no puede crecer. Pero
tampoco solamente sobre el riesgo, porque es peligroso. Una madre sabe
equilibrar estas cosas. Una vida sin retos no existe y un chico o una chica que
no sepa afrontarlos poniéndose en juego ¡no tiene columna vertebral!
9. María lucha con
nosotros, sostiene a los cristianos en el combate contra las fuerzas del mal.
10. María es la madre que
con paciencia y ternura nos lleva a Dios, para que desate los nudos de nuestra
alma.
11. María es la buena madre,
una buena madre no sólo acompaña a los niños en el crecimiento, sin evitar los problemas, los desafíos de la vida, una buena mamá ayuda
también a tomar las decisiones definitivas con libertad.
12. Toda la existencia de
María es un himno a la vida, un himno de amor a la
vida: ha generado a Jesús en la carne y ha acompañado el nacimiento de la
Iglesia en el Calvario y en el Cenáculo.
Reflexión personal:
- ¿Entendemos el papel vital de María en la
Redención de Cristo?
- Más allá de nuestra veneración, ¿En qué
imitamos a la Virgen?
- ¿Somos valientes como su SÍ, sin dudas, sin
contraprestaciones?
-¿Potenciamos en nosotros
las virtudes de María: la sencillez, la disponibilidad, la ternura y la confianza?
MÚSICA:
Una madre no se cansa de esperar.
María, haznos sentir tu mirada de Madre, guíanos
a tu Hijo, haz que no seamos cristianos de escaparate, sino de los que saben
mancharse las manos para construir con tu Hijo Jesús su Reino de amor, de
alegría y de paz. Amén.
“Queridos hermanos: María es la madre que nos
dona la salud en el crecimiento, para afrontar y superar los problemas, en
hacernos libres para las opciones definitivas; la madre que nos enseña a ser
fecundos, a estar abiertos a la vida y a ser cada vez más fecundos en el bien,
en la alegría, en la esperanza, a no perder jamás la esperanza, a donar vida a
los demás, vida física y espiritual.
Nuestro camino de fe está unido de manera
indisoluble a María desde el momento en que Jesús, muriendo en la cruz, nos la
ha dado como Madre diciendo: «He ahí a tu madre»” (Jn 19,27).
PADRENUESTRO/GLORIA/AVEMARÍA
DESPEDIDA
25 mayo 2020
23 mayo 2020
19 mayo 2020
EL SEÑOR VUELVE A SU ALTAR EN LA ALEGRÍA DE LA PASCUA
Hoy, la Sagrada Imagen de nuestro titular ha sido subida a su altar vistiendo su
túnica beige que nos habla de Resurrección.
16 mayo 2020
15 mayo 2020
14 mayo 2020
¡EL TIEMPO SE PARÓ!
En la tarde de hoy la Junta de
Gobierno ha podido acercarse a nuestra Parroquia para proceder al desmontaje
del altar que se preparó con motivo de los Cultos Cuaresmales y que fueron
interrumpidos a causa de la pandemia que sufrimos.
Durante más de dos meses Jesús de
la Humildad ha estado velando por nosotros junto a su Madre Inmaculada en el
Altar Mayor de nuestra Parroquia.
Hoy, todo era extraño, mayo, la
iglesia en penumbra, la lluvia, la campanas, los aplausos y Él allí, sencillo e
imponente a la vez, nos esperaba.. y las miradas se han cruzado mucho rato con
esa sensación de que el tiempo se paró ese 14 de marzo.
Pongamos a sus pies las suplicas
por nuestros hermanos que han fallecido, enfermos y familiares. Demos gracias
por gozar de salud y pidámosle siga velando por el pueblo de Villa del Río.
12 mayo 2020
09 mayo 2020
07 mayo 2020
03 mayo 2020
02 mayo 2020
29 abril 2020
¿QUÉ ES LA RESURRECCIÓN?
ENCUENTRO DE ORACIÓN DE ABRIL 2020
TEXTO INTRODUCTORIO
Volvemos a celebrar la oración que cada último miércoles de mes nos reúne
al lado del Señor.
El COVID-19 ha hecho que aún sigamos confinados en nuestros hogares. Desde
ahí, la Oración es igual de efectiva y en estos momentos más necesaria aun. Y
además, no por esto debemos de celebrar el momento más importante para los
cristianos: la Resurrección de Cristo, que hace que nos arda el corazón como a
los caminantes de Emaús.
Ofrecemos esta Oración por todos los hermanos que han fallecido o están
enfermos a causa de la pandemia que padecemos.
Comencemos sin perder la actitud de silencio y reflexión en un momento de
intimidad en nuestras casas, os invitamos a compartirla en familia.
MÚSICA:
Emaús. Valeria Boccacci.
LECTURA DEL EVANGELIO
Lectura del Santo
Evangelio según San Juan (6,35-40):
En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:
«Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree
en mí no tendrá sed jamás; pero, como os he dicho, me habéis visto y no creéis.
Todo lo que me da el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré
afuera, porque he bajado del cielo no para hacer mi voluntad, sino la voluntad
del que me ha enviado.
Esta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que me
dio, sino que lo resucite en el último día.
Esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él
tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día». Palabra del Señor.
MÚSICA AMBIENTAL DE ORACIÓN
REFLEXIÓN
En este tiempo en el que ya vivimos la Pascua, reflexionaremos
con las palabras de Miguel Payá Andrés, sobre la Resurrección de Jesús: ¿Qué
no es? ¿Qué paso? ¿Qué consecuencias tiene para nosotros?
Pero, para comprender lo que sucedió, vale la
pena ver primero conocer lo que no es la resurrección de Jesús:
1.
No es «revivir», es decir, volver a la vida terrena
como antes. Eso es lo que hizo Jesús con Lázaro, con el hijo de
la viuda de Naim y con la hija de Jairo: restituyó su cuerpo a la vida
ordinaria. Pero después volvieron a morir.
2. No se trata tampoco solamente de la «inmortalidad del
alma», que sería una especie de resurrección a medias. La resurrección se refiere a la entrada en la vida sin fin de toda la
humanidad de Jesús, incluido su cuerpo. Por eso el sepulcro quedó vacío.
3. Tampoco se trata de una «reencarnación», como admiten el hinduismo y el budismo, que consiste en la
transmigración del alma a un cuerpo distinto. El cuerpo de Jesús sigue
siendo el mismo.
4.
Mucho menos es como un «recuerdo vivo» de Jesús, que
habría provocado en sus discípulos la convicción de que seguía presente. Porque fue el encuentro con Jesús resucitado lo que suscitó en sus
discípulos la fe en la resurrección, no al revés.
5.
Y tampoco se trató de una realidad «inventada» por los
discípulos por fraude o alucinación. Después de la
muerte de Jesús, los discípulos estaban tristes, miedosos, incrédulos,
escépticos. Sólo un gran acontecimiento pudo cambiarlos, devolviéndoles el
primitivo entusiasmo por Jesús y por su seguimiento.
Entonces, ¿qué pasó exactamente?
Hay que decir, ante todo, que los evangelios no
nos describen el hecho mismo, el momento de la resurrección, sino sus
consecuencias: que el sepulcro ha quedado vacío y que los discípulos vuelven
a ver al mismo Jesús de antes, incluso con las llagas de su pasión en el
cuerpo; pero con un cuerpo que, siendo el mismo, está en una situación
diferente.
Esta situación diferente queda resaltada por el
hecho de que Jesús puede entrar en una sala estando las puertas cerradas. Y
sobre todo porque no es reconocible a primera vista. No es la Magdalena o los
discípulos los que lo reconocen, sino que es Jesús quien les concede la gracia
de dejarse ver y reconocer.
San Pablo, que es quien más ha reflexionado sobre
este asunto, explica que lo que ha ocurrido es una transformación gloriosa del
cuerpo de Jesús, que, al ser traspasado por el soplo vital del Espíritu
creador, ha sido transformado de corruptible en incorruptible, de débil en
fuerte, de mortal en inmortal. Es decir, el cuerpo de Jesús, aun manteniendo su
identidad y realidad humana, fue capacitado para vivir eternamente en Dios.
Porque lo que realmente sucede después de su muerte es que el Hijo de Dios
vuelve a entrar en la comunidad de amor del Padre pero ya con su humanidad
resucitada. El Verbo que estaba desde siempre junto al Padre, se encarnó
tomando una humanidad como la nuestra. Ahora vuelve al seno de la Trinidad,
pero como Dios y hombre para siempre.
¿Qué significa la resurrección de Jesús para nosotros?
Dice San Pablo: «Si tus labios profesan que Jesús
es el Señor y tu corazón cree que Dios lo resucitó, te salvarás» (Rom 10,9).
Por tanto, la resurrección no sólo tiene consecuencias para la persona de
Jesús, sino también para nosotros. ¿Cuáles son estas consecuencias?
1. La Resurrección de Jesús crea una nueva humanidad. Recompone definitivamente la amistad entre Dios y los hombres, y abre
para éstos la fuente de la vida divina. Jesús resucitado arrastra en su triunfo
a todos los hombres porque tiene el poder de transformarlos a su imagen,
liberándolos de la esclavitud del pecado y de sus consecuencias: la muerte y el
mal físico, moral y psicológico. Esta repercusión benéfica de Cristo resucitado
para el hombre, queda muy bien ilustrada en la curación del lisiado que pedía
limosna en el Templo por Pedro. El apóstol le dio lo mejor que tenía, el don de
Cristo resucitado: «No tengo plata ni oro, te doy lo que tengo: En nombre de
Jesucristo Nazareno, echa a andar» (Hch 3,6-8). El vigor físico recobrado y el
gozo espiritual del lisiado, que da un alto y se pone a alabar a Dios, es señal
de la nueva humanidad inaugurada y realizada por la resurrección de Jesús. El
hombre recupera su libertad integral.
2. La Resurrección de Jesús es el cumplimiento de la
esperanza humana de inmortalidad. El hombre nunca
se ha acostumbrado a morir, siempre ha soñado con vivir para siempre. Pero la
dura experiencia de la vida le ha amargado siempre con la perspectiva del
sufrimiento inevitable y de la muerte. Pues bien, ahora descubre que el dolor y
la muerte no son la última palabra, que la vida no es un enigma sin meta ni
salida. Lo que le ha pasado a Jesús nos pasará también a nosotros, su
resurrección es fundamento y garantía de la nuestra.
3. La Resurrección de Jesús nos da una nueva luz y una
nueva energía para soportar las dificultades de la vida. En ella hemos aprendido que Dios no es alguien que se conforme con las
injusticias, como la de matar al mejor hombre que ha pisado nuestra tierra. Que
Dios no ha creado hijos para que acaben en el sufrimiento y la muerte. Desde
entonces sabemos que nuestras cruces acabarán en felicidad, nuestro llanto en
cantares de fiesta. Que todos los que luchan por ser cada día más hombres, un
día lo serán. Que todos los que trabajan para construir un mundo más humano y
justo, un día lo disfrutarán. Que todos los que creen en Cristo y le siguen, un
día sabrán lo que es vivir. Que todos los que tienen sed de amor, un día
quedarán saciados.
4.
La Resurrección de Jesús hace posible nuestro
encuentro con él. Jesús es el Viviente que, estando ya junto al
Padre para interceder por nosotros, se hace presente en nuestra vida para
acompañarnos en nuestro caminar: «Yo estaré con vosotros todos los días hasta
el fin del mundo» (Mt 28,20). La vida de cada uno de nosotros la vivimos dos,
Jesús y yo. Y esta presencia amorosa y liberadora de Jesús en nuestras vidas
cobra especial vigor cuando nos reunimos para la «fracción del pan». Porque en
la eucaristía, no sólo recordamos su muerte y resurrección, sino que
participamos realmente de su vida divina, hasta que lleguemos al encuentro definitivo.
5.
La Resurrección de Jesús crea la Iglesia. Los discípulos se dispersaron en el momento de la pasión y de la
muerte. Jesús resucitado los vuelve a convocar y establece definitivamente su
familia, la Iglesia, que es la comunidad de los que han conocido la Buena
Noticia de la resurrección y en la que se comparte y aviva la experiencia del
Resucitado.
6. La Resurrección de Jesús nos envía como testigos a
todo el mundo. En las apariciones, Jesús encargó a sus
discípulos la misión definitiva: «Como el Padre me ha enviado, así os envío yo»
(Jn 20,21). «Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced
discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado»
(Mt 28,18-20).
7. La Resurrección de Jesús es experiencia de
misericordia y de perdón. Jesús perdona la traición
de Pedro y el abandono de los demás discípulos. Pero, además, les encarga el
ministerio del perdón: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los
pecados les quedan perdonados; a quienes se los retengáis les quedan retenidos»
(Jn 20,22-23).
8.
La Resurrección de Jesús es un acontecimiento de
verdadera promoción de la mujer. Los
sentimientos profundos de fidelidad y de piedad de las discípulas de Jesús, les
dieron el coraje de acompañarlo hasta la cruz y de ser las primeras en
acercarse al sepulcro. Y Jesús se lo premió haciéndolas las primeras en recibir
el anuncio jubiloso de la resurrección, las primeras en encontrarse con el Señor
resucitado y las anunciadoras de la noticia a los apóstoles. Se produce aquí
una revaloración radical de las mujeres. Para los judíos, no valía la pena
perder el tiempo enseñando la Ley a las mujeres. Para Jesús, ya no son las
últimas sino las primeras en conocer y transmitir la verdad fundamental de su
resurrección.
A la vista de la importancia central de la
resurrección de Jesús para nuestra vida, cabría hacer una última observación.
La espiritualidad y la piedad cristiana tradicional ha insistido mucho en el
acompañamiento del Jesús sufriente. Así se explica la importancia que tiene la
Semana Santa y venerables prácticas piadosas como el «Vía crucis». Y esto ha
quedado plasmado en la iconografía: Cristo crucificado es la imagen más
frecuente en templos, casas y hasta en caminos. ¿Seguimos con igual
intensidad a Cristo glorificado? San Ignacio de Loyola, en sus Ejercicios
Espirituales, junto al «Vía crucis» (Camino de la cruz), propone un «Vía lucis»
(Camino de la luz), es decir, una contemplación de catorce apariciones del
Resucitado. ¿No necesitaríamos los cristianos actuales insistir más en la
espiritualidad pascual, ser más expertos en el canto de la Pascua, que es el
canto a la vida, al triunfo definitivo de todo lo que es vida?
Reflexión personal:
- ¿Entendemos la Resurrección de Jesús?
- ¿Nos hace esta nuevas personas? ¿Crea en
nosotros nuevas actitudes?
- ¿Anunciamos como los apóstoles con alegría el
Evangelio?
-¿Comprendemos las trascendencia de facilitar
diariamente, con nuestras obras y palabras, nuestro encuentro con Cristo
Resucitado?
MÚSICA:
Pescador de hombres.
Señor que la alegría de tu Resurrección sea
esperanza para todos los que creemos en tu palabra y esperamos gozar de Vida
Eterna. Que tu Resurrección nos infunda espíritu misionero para proclamar la
grandeza de Dios-Padre.
PADRENUESTRO/AVEMARÍA/GLORIA
27 abril 2020
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