31 octubre 2021

27 octubre 2021

COMO EL BARRO EN MANOS DEL ALFARERO

 

ENCUENTRO DE ORACIÓN. OCTUBRE DE 2021

Como es costumbre, esta noche hemos vuelto a acercarnos al Señor a través de la Oración. Y basándonos en el testimonio de muchos de los Santos que hemos rememorado este mes; San Francisco, la Beata María Ana Mogas y Santa Teresa de Jesús, hemos reflexionado sobre nuestra docilidad y confianza en Dios.

Tras la lectura del Evangelio de Lucas que nos habla del esfuerzo para alcanzar la salvación, hemos leído esta bella historia que lleva por nombre "Sólo sacos de tierra"

Una de las cosas que más nos cuesta aceptar son los caminos que Dios tiene “preparados” para cada uno de nosotros. Es muy habitual que intentemos llevar a Dios por nuestros caminos y no por los que Él tenía previsto. Cuando hacemos esto, lo único que demostramos es nuestra poca inteligencia, nuestra falta de confianza y nuestra escasa docilidad a su voluntad. Todos los días le decimos a Dios “hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo”, pero luego, a la hora de la verdad, da la impresión que eran palabras huecas, dichas con los labios pero no con el corazón.

Érase una vez un niño que vivía con su padre junto a un gran presa que se había construido cercano al nacimiento de un río. Este dique era muy importante para proteger una pequeña villa que había a las faldas de la montaña; especialmente al comienzo de la primavera, cuando las abundantes lluvias y el deshielo hacían su presencia en este bellísimo valle perdido de las montañas.

Todos los días el padre iba a trabajar a la montaña detrás de su casa y volvía por la tarde con una carretilla llena de tierra.

«Pon la tierra en los sacos, hijo», decía el padre. «Y amontónalos frente a la casa».

Si bien el niño obedecía, también se quejaba. Estaba cansado de la tierra. Estaba cansado de las bolsas. ¿Por qué su padre no le daba lo que otros padres dan a sus hijos? Ellos tenían juguetes y juegos; él tenía tierra. Cuando veía lo que los otros tenían, enloquecía.

«Esto no es justo», se decía. Y cuando veía a su padre, le reclamaba: «Ellos tienen diversión. Yo tengo tierra».

El padre sonreía y con sus brazos sobre los hombros del niño le decía:

«Confía en mí, hijo. Estoy haciendo lo que más conviene».

Pero para el niño era duro confiar. Cada día el padre traía la carga. Cada día el niño llenaba las bolsas.

«Amontónalas lo más alto que puedas», le decía el padre mientras iba por más.

Y luego el niño llenaba las bolsas y las apilaba. Tan alto que no ya no podía mirar por encima de ellas.

«Trabaja duro, hijo», le dijo el padre un día, «el tiempo se nos acaba».

Mientras hablaba, el padre miró al cielo oscurecido. El niño comenzó a mirar fijamente las nubes y se volvió para preguntarle al padre lo que significaban, pero al hacerlo sonó un trueno y el cielo se abrió. La lluvia cayó tan fuerte que escasamente podía ver a su padre a través del agua.

«¡Sigue amontonando, hijo!»

Y mientras lo hacía, el niño escuchó un fuerte estruendo. El agua del río irrumpió a través de la presa hacia la pequeña villa. En un momento la corriente barrió con todo en su camino, pero los sacos de tierra que habían apilado delante de su casa dio al niño y al padre el tiempo que necesitaban.

«Apúrate, hijo. Sígueme».

Corrieron hacia la montaña detrás de su casa y entraron a un túnel.  En cuestión de momentos salieron al otro lado, huyeron a lo alto de la colina y llegaron a una nueva casa.

«Aquí estaremos a salvo», dijo el padre al niño.

Sólo entonces el hijo comprendió lo que el padre había hecho. Había provisto una salida. Antes que darle lo que deseaba, le dio lo que necesitaba. Le dio un pasaje seguro y un lugar seguro.

A veces no entendemos al Padre. Pero Él sabe lo que hace. No te quejes de los sacos de tierra que has tenido que cargar. Un día sabrás que Dios estaba trabajando para tu futuro.

Para reflexionar...

Cuando venimos a este mundo podemos “elegir” entre tres caminos muy diferentes: Uno, el de caminar de espaldas a Dios. Si así lo hacemos, Él mismo nos advierte lo que nos ocurrirá: “El que no está conmigo está contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama” o en este otro pasaje:  “Esforzaos para entrar por la puerta angosta, porque muchos, os digo, intentarán entrar y no podrán. Una vez que el dueño de la casa haya entrado y haya cerrado la puerta, os quedaréis fuera y empezaréis a golpear la puerta, diciendo: «Señor, ábrenos». Y os responderá: «No sé de dónde sois…; apartaos de mí todos los servidores de la iniquidad». Allí habrá llanto y rechinar de dientes”

Una segunda opción es intentar vivir con Dios pero siguiendo cada uno su propio camino, y no el que Dios le había preparado. Y ya sabemos lo que les ocurre a quienes no siguen los caminos de Dios: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. “El que me sigue no anda en tinieblas”.

Y una tercera opción, que fue la que Cristo adoptó personalmente y al mismo tiempo nos enseña a nosotros: “Porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió”. Camino que también siguió la Virgen María: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu Palabra” y el que han tomado todos los santos.

Una cualidad que tuvieron todos ellos fue la docilidad; es decir, permitieron que Dios “dirigiera y moldeara” sus vidas. La docilidad es una virtud muy bella y al mismo tiempo muy difícil de vivir, pues es el resultado de la conjunción de muchas otras, tales como: amor, nobleza, humildad, confianza, generosidad. Son tantas las virtudes que entran en juego para ser “dóciles” a los planes de Dios, que es frecuente que falte alguna. Ser dóciles no quiere decir entender los planes de Dios, sino confiar en Él, en su amor; reconocer las debilidades de uno, y estar seguro que Dios siempre lo puede hacer mejor que nosotros si le dejamos manos libres para actuar.

 “Como el barro en manos del alfarero, así sois vosotros en mi mano”.

Puede visualizarse completa en: 

https://humildadvilladelrio.blogspot.com/p/grupo-de-oracion-hvmilitas.html

25 octubre 2021

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15 octubre 2021

14 octubre 2021

EL SEÑOR SE VISTE DE OTOÑO

 

Pasada la época estival y las Fiestas Patronales, el Señor ya ha sido vestido con su túnica granate. Desde su capilla, en la Parroquia, nos invita a disfrutar de la Eucaristía o de un ratito de recogimiento en Oración.

12 octubre 2021

10 octubre 2021

05 octubre 2021

25 AÑOS DE LA BEATIFICACIÓN DE Mª ANA MOGAS

 

En estos días especiales para la familia franciscana recordamos con cariño la Beatificación de nuestra Fundadora. Mañana 6 de Octubre se cumplirá el veinticinco aniversario de este acontecimiento en Roma.

04 octubre 2021

¡HAZNOS INSTRUMENTOS DE TU PAZ!

 
En este día en que la familia franciscana está de fiesta, traemos este vídeo catequético editado por la Hermandad en la Cuaresma de 2013. Podemos utilizarlo hoy como reflexión personal a través de la Oración de San Francisco.

FESTIVIDAD DE SAN FRANCISCO DE ASÍS

 

03 octubre 2021

29 septiembre 2021

LA FELICIDAD DE NO PEDIRLE NADA A LA VIDA

ENCUENTRO DE ORACIÓN SEPTIEMBRE 2021

Hoy el Grupo de Oración se ha vuelto a reunir a los pies del Señor. Y tras la introducción y lectura de las Bienaventuranzas hemos reflexionado sobre la felicidad a través de esta bella historia:

Había una vez un rey muy anciano que enfermó. Era un hombre muy poderoso, y se resistía a morir, así que mandó llamar a los mejores médicos del reino. Como ninguno consiguió dar con el remedio a su mal, ordenó traer médicos de todo el mundo, pero la respuesta siempre era la misma:

– Es usted muy anciano, majestad, y no hay remedio contra la edad. Morirá en poco tiempo pero porque su vida llega a su fin.

El rey, a pesar de todas estas explicaciones, mandó traer a un hombre muy sabio que vivía lejos, en una montaña. Estaba considerado como el hombre más sabio del planeta. Después de hablar un poco con el rey, le dijo:

– Solo conseguirá curarse si encuentra al hombre más feliz del reino y se pone su camisa. Tendrá que ser aquel que sea feliz con lo que tiene, que no le pida nada a la vida.

El rey se puso muy contento. ¡Al fin tenía un antídoto! Así que mandó a sus consejeros buscar a aquel hombre.

Y ellos encontraron muchos que decían ser ricos y felices, pero cuando les preguntaban si echaban de menos algo, siempre respondían. ¡Nunca estaban del todo satisfechos!

Hasta que una noche, en unas tierras lejanas, los consejeros escucharon a un hombre en un bar dar un golpe en la mesa con una cerveza en la mano y decir: ¡Yo no le pido más a mi vida!

Era un hombre bastante pobre, porque tenía el abrigo remendado y los pantalones raídos, pero sin duda, podía ser el que buscaban.

– Necesitamos que nos acompañes. El rey te está buscando. Puedes curarle y hacerte muy rico- le dijeron.

– ¿Rico? Yo ya soy rico y feliz. ¿Para qué viajar tan lejos para salvar a un rey viejo? Estoy bien donde estoy, gracias.

– No lo has entendido… te hablamos de oro, mucho oro.

Pero no había manera. ¡Imposible sobornar a ese hombre! Definitivamente, era el que buscaban. No había nadie tan feliz con lo que tenía. Así que los consejeros decidieron llevárselo a la fuerza. Le dieron un golpe, lo metieron en un saco y se fueron de vuelta al castillo.

Cuando lo vio, el rey dijo: ¡Rápido, quitadle la camisa y dádmela para que me cure!

Pero entonces, los consejeros, al quitarle el abrigo al pobre, solo encontraron un viejo chaleco.

– Majestad… es tan pobre que no tiene camisa…

El rey entonces, expulsando un largo gemido, murió.

REFLEXIÓN

– Siempre queremos más: Quienes tienen bienes materiales, o quieren más o ansían los bienes que no se pueden tocar y no saben cómo conseguir. Quienes no tienen los suficientes bienes materiales, creen ser felices con lo que tienen pero en realidad esconden una carencia. Aún así, en esta historia es más feliz el hombre pobre y sin camisa que el rico rey al que no parecía bastarle su riqueza. Al fin y al cabo, los bienes materiales aportan menos felicidad que aquellos que solo nos llenan por dentro.

– El verdadero sentido de ‘ponerse la camisa’ del pobre: El sabio le dijo al rey la verdad, solo que él no supo interpretar sus palabras. Creía que el sabio se refería a ponerse la camisa de otra persona, algo físico. Pero en realidad, el sabio quería decirle que debía sentir como el hombre pobre. Es decir, le hablaba de empatía, de ponerse en su lugar, de ser capaz de ver cómo ese hombre veía y sentir la plenitud que él sentía. Esa era la única ‘cura’ para el rey, porque en realidad su enfermedad no estaba relacionada con ningún mal físico. Su enfermedad era espiritual.

– La enfermedad del rey: el rey tenía muchos años y sus ‘achaques’ eran normales. Para ellos no había ninguna cura. Sin embargo, su verdadera enfermedad tenía que ver con el espíritu: no era capaz de ser feliz, y eso sí era un problema. Deseaba más y más vida porque la que había tenido no le había llenado lo suficiente. La única forma de curar ese mal era ‘ver’ con los ojos de una persona realmente feliz, aquel que no quiera más, que viva el presente en plenitud, que se conforme con lo que la vida le da a cada momento.

– La muerte llega para todos, no desperdiciemos la vida: debemos prestar más atención a los bienes que nos llenan por dentro y no a los bienes materiales que nos aportan una felicidad superflua. Así, cuando la vida llegue a su fin, no sentiremos esa necesidad imperiosa de vivir de nuevo. Aceptaremos el final como bien aceptamos todo lo demás en la vida. La vida, al fin y al cabo, se trata de una aceptación constante con lo que nos ofrece.

ORACIÓN FINAL: Oración para ser feliz

Hoy seré feliz. Expulsaré de mi espíritu todo pensamiento triste. Me sentiré más alegre que nunca. No me lamentaré de nada. Hoy agradeceré a Dios la alegría y la felicidad que me regala. Hoy trataré de ajustarme a la vida. Aceptaré al mundo como es y procuraré encajar en él. Si sucede algo que me desagrada, no me mortificaré ni me lamentaré, agradeceré que haya sucedido. Porque así se puso a prueba mi voluntad de ser feliz.

Hoy seré dueño de mis sentimientos, de mis nervios y de mis impulsos. Para triunfar tengo que tener dominio de mi mismo.

Hoy trabajaré alegremente con entusiasmo y pasión, haré de mi trabajo…una diversión. Comprobaré que soy capaz de trabajar con alegría. Disfrutaré mis pequeños triunfos, no pensaré en los fracasos.

Hoy seré amigable. No criticaré a nadie. Y si comienzo a criticar a una persona, cambiaré la critica por elogios. Toda persona tiene sus defectos y sus virtudes. Olvidaré los defectos y concentraré mi atención en las virtudes. Hoy evitaré las discusiones desagradables.

Hoy voy a eliminar dos plagas de mi vida: la prisa y la indecisión. Hoy viviré con calma, con paciencia; porque la prisa es el enemigo de una vida feliz y triunfante. No permitiré que la prisa me abrume.

Hoy tendré confianza en mi mismo porque Dios está conmigo. Hoy haré frente a todos los problemas con decisión y valentía y no dejaré ninguno para mañana. Hoy no tendré miedo. Actuaré valientemente… el futuro me pertenece.

Hoy tendré confianza en que Dios ayuda a los que luchan y trabajan. Hoy no envidiaré a los que tienen mas dinero o más salud que yo. Contaré mis bienes y no mis males. Compararé mi vida con la de otros……que sufren más.

Hoy trataré de resolver los problemas de hoy. El futuro se resuelve así mismo. El destino pertenece a los que luchan. Hoy tendré un programa que realizar. Si algo queda sin hacer, no me desesperaré, lo haré mañana.

Hoy no pensaré en el pasado. No guardaré rencor a nadie, practicaré la ley del perdón. Asumiré mis responsabilidades y no echaré las culpas a otras personas de mis fracasos.

Hoy comprobaré que Dios me ama y me premia con su amor.

Hoy haré un bien a alguien. Buscaré a alguna persona para hacerlo sin que lo descubra, seré cortés y generoso. Al llegar la noche comprobaré que Dios me premió con un bien, con un día de plena felicidad.

Puede visualizarse completa en humildadvilladelrio.blogspot.com en la pestaña Grupo de Oración.

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