LA CONSAGRACIÓN DEL MIÉRCOLES SANTO

 

Habiendo transcurrido una semana de nuestra Estación de Penitencia, no queríamos que pasara la oportunidad de hacer una breve reflexión sobre este día.

Se abrieron las puertas de nuestra Parroquia tras la oración de Hermandad y el pueblo esperaba impaciente para ver al Señor, que, en esta ocasión lucia la túnica morada con bordados de estilo romántico del XIX. Bien combinaba esta con la ornamentación floral a base de lavanda, anémonas, fresias, rosas mini malva, agapantum, flor de arroz e iris, entre otras.

Una gran comitiva de nazarenos y mantillas han protagonizado la participación de nuestros hermanos, y esa es la mayor alegría y el mejor patrimonio que podemos tener, el humano. Cerraban la misma los Hermanos Mayores, las Madres Religiosas Franciscanas y el cuerpo de acólitos ceriferarios y turiferarios.

Las saetas se hicieron voz durante el recorrido, tras la tribuna y las estrechas calles Hierro y Estrella, el Cristo se encaminó hacía la Capilla en la que se produjeron instantáneas irrepetibles cuando el Señor de la Humildad miró cara a cara a Jesús Nazareno.

El saber hacer de la cuadrilla de hermanos costaleros y sus capataces llevaron al Señor hasta la calle Libertad donde una petalada llenó el cielo de color en la noche del Miércoles Santo.

Bien entrada la madrugada, el Jesús de la mirada dulce entraba en su casa, la Parroquia, habiendo llenado de Humildad los corazones de los villarrenses y visitantes.

 

Solo caben palabras de agradecimiento a todos los que forman la familia HVMILITAS, donde solo cabe una meta, una misión: dar gloria al Señor de la Humildad.

Que Él, ya Resucitado, nos llene de esperanza y fuerza para que seamos testimonio de Humildad en cada momento de nuestra vida.